BELÉN HERNÁNDEZ
Jueves, 3 de marzo 2022
Mario ha pasado la noche de este miércoles día 2 estremecido por el sonido de los bombardeos. El hombre que dejó su puesto como funcionario en el Ayuntamiento de Carlet para ayudar en Ucrania se ha despertado a las cinco de la mañana como ... de costumbre. Pero la pesadilla que padece el país se ha hecho más real cuando ha abierto los ojos. «Los rusos han entrado en la Plaza Mayor de Jersón a las 12 de la mañana», cuenta Mario García desde su casa.
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Conocido por su ausencia de miedo, el estallido de la guerra ha conseguido despertar la sensibilidad del voluntario. «No me atrevo ni a asomarme por la ventana», confiesa desanimado. A su característica forma de hablar, fuerte y concisa, ahora lo sustituye un hilo de voz tenue. A pesar de que el Ministerio de Defensa de Rusia haya asegurado este miércoles haber tomado la ciudad de Jersón, Mario lo niega por completo. «Están aquí con los tanques pero estamos resistiendo». Parece seguro de sí mismo, confiado en la capacidad de aguante de la ciudad. Unos segundos más tarde de su afirmación, se desvela desencantado: «No sé cuánto tiempo duraremos en pie».
La impotencia hace que el voluntario valenciano en Ucrania se suba por las paredes. «No aguanto estar encerrado en casa sin poder ayudar a nadie», refunfuña. Su intención era visitar a las víctimas que se recuperan en el hospital. Este martes 1 de marzo salió a la calle a pesar de la recomendación expresa de permanecer en el domicilio. Tras el ataque del ejército ruso esa misma noche ha decidido seguir las indicaciones.
«Han disparado a mucha gente al entrar a la ciudad», dice Mario. El susto todavía sigue en su cuerpo. Lo que más le inquieta es la incertidumbre de no saber si entre las víctimas de las tropas de Putin hay alguna persona de su entorno. «Solo queda esperar», repite a modo de mantra. Como si el tiempo fuera su mayor aliado en una guerra de la que es imposible averiguar el final. Habla deprisa, trata de mantenerse alerta para poder ayudar en caso de que sea necesario.
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Mario no se resigna a esconderse. Sigue con su rutina. Hace ejercicio desde primera hora del día. Desayuna y se pasa el resto de la jornada a la expectativa de nuevas novedades. «Me quedaré en Ucrania hasta el final». No se plantea regresar a Carlet. Permanecerá despierto y atento mientras el ejército ruso campe a sus anchas por Jersón.
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