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Enérgico. Roli, ilusionado junto al Museo Príncipe Felipe. Jesús Signes
«Lo más positivo que he sacado es que no quiero regresar nunca»

«Lo más positivo que he sacado es que no quiero regresar nunca»

El cubano hace balance de sus casi cinco años en la prisión de Picassent: «Después de pasar por ahí nunca volverás a ser la misma persona»

Viernes, 4 de agosto 2023

Escucha aquí la entrevista completa a Roli

Rolando Justo González habla de metamorfosis. «El Roli que entró pensaba que la vida era de color de rosa y que se podía comer el mundo. Y no es así. Hay que ser un poco más consciente y saber los límites hasta los que uno puede llegar y no hacer daño. Sobre todo eso, no hacer daño. Si haces daño al final siempre lo pagas, de una manera o de otra. Y la manera más complicada que hay siempre es ir a la cárcel. Estar tiempo ahí es un tiempo perdido. Y no lo quiero, no lo compro más, nunca», afirma el cubano, quien hace balance de sus casi cinco años en el centro penitenciario de Picassent.

«Lo más positivo que he sacado es que no quiero regresar ahí nunca más. Eso es lo más positivo que he sacado. También he logrado tener gente buena conmigo, a mi lado», afirma con gesto de convicción. Cuando cruzó el charco para aterrizar en Valencia, la prisión no pasaba por su cabeza: «Cuando llegué me encontré con la crisis que hubo en 2008, que fue muy grande. Uno viene sin papeles, sin documentos, sin nada. ¿Qué haces? Tienes que comer, tienes que vivir. Empieza el pensamiento de delinquir. Te obliga la sociedad, te margina en cierta manera porque quieres trabajar y nadie te da un trabajo. ¿Cómo puedes mantener a una criatura? Te va arrastrando a delinquir. No es una justificación y lo lamento. Yo me dejé llevar por la situación, pero me vi envuelto. La solución más fácil era robar. Luego vienen los porqués, los pesares, los años perdidos, las cosas, la reflexión... Y te das cuenta de lo que no mereció la pena».

La experiencia le ha dejado huella: «Nunca pensé cometer delito ninguno. Y de la noche a la mañana paso por este proceso, me veo sentado en una mesa con asesinos, violadores, delincuentes que me sobrepasaban por muchos parámetros. Y tienes que aprender a lidiar con ello también. O lo haces o te vienes abajo». Se muestra vehemente a la hora de definir el paso por prisión. «Cada día es igual. Levántate, acuéstate, trabaja, recuento, duerme, patio… No hay una diferencia. Cuando hay alguna diferencia es cuando tienes un vis a vis de familia, una comunicación familiar, una persona que va a verte, una misa... La cárcel es un mundo que no se lo deseo a nadie», recalca Roli trasladándose a un pasado que, habitualmente, evita remover.   

Los enfrentamientos afloran entre cuatro paredes: «Los conflictos están a la orden del día. Hay peleas y apuñalamientos por un café, por tabaco. Tienes que saber mediar con esos conflictos. Tienes que saber cómo hacerlo. O te involucras o te haces respetar o esquivas el conflicto. No hay más». La oscuridad de la cárcel conduce a algunos internos a arrojar la toalla: «Otras personas sencillamente han amanecido ahorcadas en una celda con el cinturón. Yo en casi cinco años he sabido de por lo menos cinco casos que se han quitado la vida en el centro penitenciario de Picassent».

Ya en libertad, Roli se ha percatado de varios cambios en su personalidad y su comportamiento cotidiano: «Te deja secuelas, pero ya no sólo a nivel de carácter. Te deja secuelas a la hora de dormir, a la hora de comer, a la hora de hablar con las personas, a la hora de controlar la ira… Son secuelas que te va dejando pasar por la cárcel, aunque no te lo notes. Tú no te lo notas porque te crees que sigues siendo la misma persona, que tu carácter es igual, pero nunca    es igual. Después de pasar por ahí nunca volverás a ser la misma persona. Es imposible. Ya ves las cosas desde otra perspectiva, tienes más cuidado, más control, meditas más las cosas antes de hacerlas».

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