JOAQUÍN BATISTA
VALENCIA.
Jueves, 5 de diciembre 2019, 00:42
El informe PISA 2018 acredita que el retroceso del sistema educativo valenciano respecto a la edición de hace cuatro años tiene su base en el incremento del alumnado que presenta bajo rendimiento, etiqueta que la evaluación internacional asigna a los niños que, en base a los resultados obtenidos en las diferentes pruebas, no llegan al nivel mínimo que se debería obtener en relación a su edad (15 años en la mayoría de los casos). El aumento se ha detectado en las dos competencias evaluadas -matemáticas y ciencias-, y está acompañado de un ligero descenso del estudiantado sobresaliente.
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El informe establece siete niveles de competencia que a la hora de interpretarlos -aunque PISA no lo hace- se podrían clasificar como si un boletín de notas se tratara: Insuficiente (niveles -1 y 1a y 1b), Suficiente (nivel 2), Bien y Notable (3 y 4) y Sobresaliente (5 y 6). Cabe recordar que el estudio promovido por la OCDE no mide conocimientos sino competencias, es decir, cómo los estudiantes aplican lo aprendido a diferentes contextos prácticos.
En cuanto al rendimiento en matemáticas, el 27% de los estudiantes que hicieron las pruebas se situaron en los niveles correspondientes al Insuficiente (-1 y 1). Es decir, por debajo del mínimo. Un 9% quedó en el primero (-1), que PISA define así: los alumnos «son capaces de llevar a cabo tareas sencillas y directas, como leer un único dato de una tabla o gráfico siempre que esté bien etiquetado y se refiera a aspectos evidentes del contexto». Además, «pueden hacer operaciones aritméticas simples con números enteros siguiendo instrucciones claras y bien definidas». En el segundo subtipo (1a y 1b) se situó el 18% del total. Estos «sólo pueden llevar a cabo acciones obvias y que siguen inmediatamente al estímulo recibido».
El 73% restante llegó al menos al nivel 2 (el que se define como el mínimo que debe alcanzar un alumno al final de la Educación Secundaria Obligatoria), aunque el porcentaje se reduce a medida que aumenta el grado de competencia. En el 5 y el 6, los más elevados, sólo se sitúan el 5% de los alumnos. Estos, como mínimo, presentan un «alto nivel de comprensión conceptual y razonamiento matemático».
En cuanto a los estudiantes con bajo rendimiento en matemáticas, la Comunitat está en valores parecidos (pero más discretos) que los de España (25%), la UE (22%) y el conjunto de la OCDE (24%). Sin embargo, hay un salto llamativo respecto a la edición de 2015, cuando el grupo suponía el 20% de la muestra (siete puntos menos). Entonces se mejoraba algo los resultados estatales, de la UE y de la citada organización (entre el 22% y el 23%).
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Respecto a los estudiantes de 15 años con alto rendimiento en esta competencia, el 5% de la última edición del informe implica bajar un punto respecto a hace cuatro años. No es una gran pérdida, pero es cierto que el parámetro queda bastante lejos de la referencia internacional, que duplica el valor (11% tanto para la UE como la OCDE). En los dos informes PISA en los que ha participado la Comunitat ha quedado patente que el grupo de alumnos excelentes o sobresalientes es mucho más reducido que en los países más desarrollados y del entorno europeo. Un hándicap que, por otro lado, afecta globalmente a España.
Por lo que respecta a la competencia de ciencias la situación es la misma. En la prueba de 2018, la conocida el martes, el 22% del alumnado quedó por debajo del nivel 2, el mínimo que fija PISA. Es el mismo dato que a nivel nacional y muy parecido al internacional (21%). Hace cuatro años, en la evaluación de 2015, fue del 15% (siete puntos menos). El registro era algo mejor que el de España (18% de rezagados) y a una distancia significativa del de la UE (21%) y del de la OCDE (22%).
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En resumen, la Comunitat, al empeorar, pasa de tener un volumen menor de estudiantes con bajo rendimiento respecto a la medias internacionales a situarse a su altura.
La clasificación por niveles da más información de la que parece, sobre todo si se cruza con la tasa de repetición, que PISA sitúa en la región, a los 15 años, en el 32,2%. Si son un 27% y un 22% los que no alcanzan el nivel mínimo, el aprobado de PISA, ¿por qué repite un volumen más elevado de estudiantes? De hecho, esta práctica es una anomalía en el ámbito internacional, donde el porcentaje es del 11,4%.
Por su parte, en el análisis de los datos valencianos realizado por Save the Children queda patente que las diferencias socioeconómicas o de origen influyen mucho en las opciones de repetir, pues los alumnos con menos recursos lo hacen seis veces más que los de mayor nivel socioeconómico, mientras que los menores inmigrantes duplican las probabilidades respecto al resto. La entidad concluye que la medida tiene un factor desmotivador, que pesa más que el contribuir a que alcancen determinado nivel.
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