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Avelino Corma (Moncofa, 1951) forma parte de la élite científica mundial en el ámbito de la Química. Más allá de sus resultados en términos de transferencia de conocimiento, con dos centenares de patentes registradas -muchas con aplicación industrial- su principal aportación es de carácter experimental: investiga casi por necesidad, para comprender. Él lo resumía en LAS PROVINCIAS cuando recibió el premio Valencianos para el Siglo XXI: «No uso la palabra inventor. Somos investigadores. Tratamos de entender mejor la naturaleza y transformarla en nuestro provecho».
El castellonense ha desarrollado su trabajo de investigación en catálisis heterogénea, tanto a nivel académico como en colaboración con el mundo de la empresa. Se ha especializado en el diseño molecular de catalizadores y en procesos sostenibles en los campos del refino de hidrocarburos y de derivados de la biomasa, conocimientos que le han servido para desarrollar sistemas que se emplean en diferentes procesos industriales. Por ejemplo, obteniendo combustibles o productos químicos más eficientes o menos contaminantes.
Uno de sus principales orgullos es el Instituto de Tecnología Química (ITQ), centro de investigación mixto de la Universitat Politècnica de València (UPV) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Fue cofundador y director, y allí ejerce como investigador distinguido.
20 patentes
De las más de doscientas en las que ha participado el científico castellonese, sobre todo de la mano del ITQ, una veintena de ellas están en explotación industrial. Las regalías que le corresponden, los ingresos por derechos de autor, los cede a la UPV.
2 ediciones
La lista Highly Cited Researchers, que reconoce a los científicos más citados a nivel mundial, ha destacado a Corma en sus dos últimas ediciones. Con sus más de 1.400 artículos publicados, es uno de los más influyentes en el campo de la Química.
18 honoris causa
Como reconocimiento a su trayectoria, ha sido investido doctor honoris causa en 18 universidades de todo el mundo. En cuanto a galardones, destacan el Premio al Inventor Europeo del Año, el Príncipe de Asturias o la Orden del Mérito Civil de España.
A Corma le llena el hecho de que se haya convertido en una cantera para nuevas generaciones que quieren dedicar su vida profesional a la ciencia de la Química. Pese a que se trata de un camino sacrificado y no siempre justamente valorado.
En cuanto a los logros del ITQ, no sólo abarcan los procesos relacionados con los hidrocarburos. Hace décadas se empezaron a abordar otras fuentes de energía como la biomasa, y actualmente hay líneas de investigación centradas en las baterías o en la producción de combustibles renovables y productos químicos a través de la luz.
Que es un científico comprometido no sólo lo demuestra su currículum. Sirve un dato: los derechos de autor de sus patentes los dona a la UPV para financiar sus líneas de investigación.
Y en cuanto a los reconocimientos, resulta imposible resumirlos. Basta con citar el último: es el primer español en recibir la Medalla de Oro de la Sociedad Europea de Química.
Los raíces de Corma arraigan en Moncofa, el pueblo que le vio nacer, crecer y al que rinde homenaje cada vez que tiene ocasión. Esta especie de devoción es correspondida, pues la localidad no sólo le va a nombrar hijo predilecto a finales de año, sino que ha dado su nombre a una de las avenidas que enfilan hacia la zona de playa. Lo mismo sucede con el colegio público, que luce con orgullo el rótulo Ceip Científic Avel·lí Corma.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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