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Tere y su perro Dylan. Nacho Roca.

Cuando una bacteria te arrebata tu vida y un perro te la salva

Un dolor en la cadera fue el inicio de una catarata de dolencias que la han dejado hasta ciega. Una enfermedad rara contraída por una bacteria ha dado un vuelco a la vida de Tere, una mujer de 52 años que ha pasado de trabajar en una entidad bancaria a una incapacidad absoluta

Nacho Roca

Valencia

Lunes, 17 de julio 2023, 08:22

Madre de dos hijos, Tere, no tenía motivos de queja en salud, hasta que en 2016, una dolencia en la cadera despertó un monstruo que la ha arrastrado a pasar por la mayoría de especialidades del hospital, y a combinar la estancia en su casa con ingresos y operaciones. Ahora, seis años después del comienzo de la tortura, con una invalidez absoluta y ciega, ve el final del túnel con el diagnóstico de enfermedad rara y su correspondiente tratamiento, un final del camino que le ha devuelto las ganas de vivir.

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«Todo empezó porque me quedaba enganchada y me operaron de la cadera, de la almohadilla que hay entre la cabeza del fémur y la cadera, y a partir de ahí cogí una neumonía que se complicó con una pericarditis. Hasta 2018, más de dos años, estuve con ingresos constantes hasta que descubrieron que en el pulmón izquierdo tenía poca capacidad respiratoria».

Con este diagnóstico, la salud de Tere continuó deteriorándose, «además de Neumología, me pasé por la especialidad de Cardiología, de ahí a Medicina interna, a Psiquiatría y a Traumatología. Pero la enfermedad no paraba y también me tuvieron que operar del intestino, en la unidad de Digestivo o de Cirugía general, sinceramente, no lo sé, porque pasé por los dos». «Muchos de los ingresos y las operaciones coincidieron en el tiempo de la pandemia, y tengo que decir que el personal sanitario estuvo siempre ahí. Los vi exhaustos, cansados, pero siempre al pie de cañón, siempre ayudando a la gente, que también como yo, necesitábamos ingresos y operaciones urgentes al margen de la Covid».

Mientras la salud de Tere se deterioraba por el torrente de síntomas y necesidades médicas «finalmente consiguen aislar con muchos cultivos, y con muchísimo trabajo, una bacteria. Una bacteria me provocaba todas las enfermedades. El neumólogo, que es una maravilla de persona, me explicó que todo lo que me había pasado, no eran enfermedades, sino síntomas de una enfermedad rara llamada Síndrome de Swyer-James-MacLeod o pulmón hiperclaro unilateral». La pregunta fue inmediata, «¿Cómo cogí esa bacteria? Pues es una enfermedad rara que parece ser que tiene relación con una predisposición y una infección de la infancia que se despierta con una neumonía a partir de una edad», explica Tere, dejando claro que esta sería su traducción del lenguaje médico.

Tras el diagnóstico, Tere decide adoptar un perro, Dylan, un Golden que ha pasado de ser una mascota a un apoyo indispensable para Tere. Cuando comienza el tratamiento, «con una combinación de antibióticos muy potente. El tratamiento hizo que la bacteria se quedara inactiva, pero tras las últimas analíticas ha vuelto a aparecer otra bacteria y tendré que empezar otra vez con antibióticos, pero esta vez por boca. Con toda la medicación, que era una bomba, pues al final los ojos se fueron por delante. Otra especialidad, Oftalmología, otra maravilla de profesionales que me trataron con mucho cariño y profesionalidad, pero me he quedado sin vista». Y ahí es donde Dylan empieza a formarse en un perro de asistencia con la ayuda de Canevolution. «Mi agradecimiento más sincero a la Fundación ONCE y sus trabajadores, sin olvidarme de mi pareja por su apoyo incondicional»

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Pero el horror no tenía fin cuando el año pasado «me contagié de COVID. Fue muy difícil, muy difícil. Estaba con muchos sangrados. Bueno, hubo una semana que en una semana perdí seis kilos, estaba agotada. Ese mes fue horroroso. Y ahí sí que pensé: no puedo luchar más. Estaba cansada de pelear». Paralelamente y durante todo el proceso, la lucha tenía otra variante, la Seguridad Social le denegaba las bajas, lo que acabó con una demanda que se ha resuelto en los tribunales a favor de Tere, que ha visto reconocidos sus derechos y prestaciones «que tampoco fue fácil, pero siempre he tenido el cariño y la comprensión de todos los compañeros que me han apoyado. Me llamaban para preguntarme cómo estaba, y es muy de agradecer».

Con todo, Tere, madre de un hijo y una hija, siente que tras el diagnóstico y el tratamiento que parará nuevos síntomas, su vida toma un nuevo aliento en la que Dylan es un factor importantísimo, tanto que detecta sus crisis y avisa a su hija, le guía en sus paseos y le indica dónde está papelera cuando realiza sus necesidades, le indica cuando parar en los pasos de cebra, en definitiva, la ha devuelto a la calle a pasear tras años donde la calle únicamente se pisaba para ir al hospital.

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«Siento que vuelvo a la vida. Me estoy acostumbrando a esta nueva vida en la que acepto que no tengo más narices que seguir. Quiero seguir viviendo, quiero vivir sin ver. Puedo decirles adiós a mis hijos por las mañanas. Date cuenta. Cuando yo me iba a trabajar, lógicamente yo salía de casa antes de que salieran mis hijos». «Cuando lo aceptas empiezas a buscar, y das ese paso de querer vivir. Con toda la tecnología que tenemos alrededor, la vida para personas como yo es ahora un poco más fácil, y también con Dylan, pero lo que más vale, es la ilusión por querer vivir».

«He perdido la vista, sí, pero ahora veo lo importante. Valoro mucho los momentos de felicidad, como por ejemplo meterme en una piscinita hinchable con mi perro Dylan. O que mi amiga pase su primer día de vacaciones conmigo. O saludar todos los días a mis hijos. Eso vale toda la felicidad del mundo. Es como un filtro. Unas gafas. Y ahora veo lo importante».

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