
Cuando el cielo se abrió en Chiva y Riba-roja, el agua se deslizó sobre las montañas para anegar cientos de arroyos y escorrentías que ... desembocaron en barrancos grandes. Todos ellos desaguaron en el Poyo, el cauce silencioso y, hasta el momento, casi inofensivo, que los vecinos de Catarroja o Picanya habían cruzado con seguridad miles de veces antes. Pero en la peor tarde de la provincia, el agua de primera hora de la mañana anegó los canales freáticos. Cuando empezó a llover con fuerza de nuevo después de comer, el Poyo ya no podía asumir más agua. Fue entonces cuando se convirtió en una bestia indomable que arrasó el corazón de Valencia. Según el informe de la CHJ, el día 29 de octubre cayeron 392 litros por metro cuadrado en toda el área que cubre el barranco del Poyo y que se extiende desde las sierras de los Bosques y la de Malacara hasta Turís por el sur y la Albufera por el este. Esta es la precipitación caída entre el 29 de octubre y el 4 de noviembre, pero en el día de la dana en cuestión cayeron 367 litros.
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Esta cantidad, que es la media de toda la zona (con puntos donde cayó mucho más: en Chiva, 621 litros), supone multiplicar por seis la media de lo que cae en todo octubre en la Comunitat Valenciana en el tiempo de referencia 1991-2020. En octubre de 2023 cayeron en toda la Comunitat 7,2 litros por metro cuadrado, casi 51 veces menos de lo que cayó sólo el 29 de octubre y sólo en la zona del barranco del Poyo. Aunque el informe de la CHJ no explica lo ocurrido, sí lo hace la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que habla de que en observatorios del norte de la Ribera Alta, la Hoya de Buñol, la Plana de Utiel-Requena y zonas de la Serranía no hay constancia ni de un mes tan húmedo ni de un día con tanta precipitación acumulada como ese 29 de octubre.
Según datos de Aemet, decenas de pluviómetros superaron la media para el periodo de referencia. Destacan los 820,8 litros de Turís o los 690,5 del polígono de la Pailla en Chiva, así como los 592,6 de Buñol. Estas lluvias torrenciales, acumuladas en barrancos como Horteta, que llegaron a los 3.000 metros cúbicos por segundo, llevaron tantísima agua al barranco del Poyo que descargó sobre l'Horta Sud con una fuerza inusitada. El caudal, que superó los 2.000 metros cúbicos por segundo, fue tan elevado que cuando el agua llegó a la zona poblada se lo llevó todo por delante. Las olas que se creaban cuando el agua impactaba con los edificios o el mobiliario urbano fueron letales y arrastraron coches y personas en una barrancada mortal para más de 200 valencianos.
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