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El reloj marca las diez de la mañana. Las patrullas del Batallón de Policía Militar comienzan a llegar a varios puntos estratégicos de Valencia, como la Estación del Norte o el paseo marítimo. Dos soldados descienden de un vehículo todoterreno en la calle Játiva. Llevan guantes, mascarillas y gafas de protección. El capitán Alberto Cordellat se acerca para darles las últimas instrucciones del servicio o de la batalla, la más complicada que jamás ha librado el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (CGTAD), contra un enemigo invisible: el Covid-19.
«Nuestro cometido es hacer cumplir el confinamiento, la distancia entre personas en la calle y todas las obligaciones dictadas por las autoridades, pero lo hacemos de una manera preventiva con nuestra presencia», explica Cordellat. Cuando detectan un incumplimiento del estado de alarma, la patrulla militar informa de inmediato a la policía para que intervenga. «Nosotros solo actuamos ante un delito flagrante», afirma el capitán.
En los últimos días, dos compañías del Batallón de Policía Militar se han desplegado en Valencia, Onda, l'Alcora, Lucena del Cid, l'Alcúdiade Crespins, Sagunto y Tavernes de la Valldigna, entre otras poblaciones. La lucha que libra ahora este batallón es sin trincheras, pero con medidas de protección para evitar contagios. «Utilizamos mascarillas y guantes, guardamos la distancia social y nos lavamos las manos con geles hidroalcohólicos», explica Cordellat. «Tomamos precauciones antes de comenzar a patrullar y cuando regresamos a casa. Somos conscientes del riesgo que supondría para nosotros y para nuestras familias si no prevenimos posibles contingencias o situaciones de contagio», añade el capitán.
Antes de las ocho de la tarde, las patrullas militares son aplaudidas algunas veces desde los balcones y ventanas a su paso por calles desiertas. «Notamos más el agradecimiento de la gente en los pueblos», señala el sargento primero Jon Gutiérrez. Pero del reconocimiento de la mayoría de los vecinos también pasan a ser motivo de enojo de una minoría que no cumple el estado de alarma, como un grupo de personas multadas en Sagunto por preparar una barbacoa en plena calle.
Tras detectar esta acción irresponsable, los militares avisaron a la Policía Nacional para que impusiera las correspondientes sanciones, tal y como establece el protocolo de actuación de la operación Balmis.
Campamentos con camas
Mientras la Policía Militar vela también por el obligado confinamiento en el barrio de Orriols y controla la inactividad industrial en el polígono Vara de Quart, el teniente coronel Diego Rosales coordina las actuaciones de otro batallón en labores logísticas, como la instalación de campamentos con camas para personas necesitadas o el traslado de material sanitario confiscado por la policía.
«Iremos y estaremos donde nos necesiten. Nuestro batallón tiene un pelotón NBQ y realizamos también desinfecciones en exteriores de hospitales y otros espacios comunes», asegura Rosales. Desde el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, situado en la base Jaime I de Bétera, varias patrullas de esta unidad se desplazan todas las mañanas a localidades como Picassent, Requena, Utiel, Benicàssim, Oropesa, Castellnovo o Xàtiva.
Vigilan, sirven y ayudan. Entre las acciones y auxilios militares más agradecidos por los vecinos y sanitarios se encuentran el regalo de una merienda al Servicio de Urgencias del Hospital de Requena, el traslado de una mujer al centro de salud o la reparación de dos coches, uno de ellos de una enfermera. También dieron una mascarilla a una anciana, ayudaron a otra persona mayor a subir la compra a su casa, llevaron una donación de naranjas a Casa Caridad para las personas sin hogar y acompañaron a un concejal en varias visitas a viviendas tuteladas.
Desde las diez de mañana hasta las siete de la tarde, el batallón que manda Rosales realiza un gran número de servicios humanitarios o de seguridad y salud pública, como también lo hacen los regimientos de Defensa NBQ, Caballería Lusitania o Transmisiones de Marines. «Estamos donde nos necesitan y ahora más que nunca», insiste con firmeza el teniente coronel.
La UME abandera la lucha
La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha abanderado la lucha del Ejército contra el Covid-19 tras las numerosas desinfecciones que ha realizado en residencias de ancianos, estaciones de tren, metro y autobús, superficies comerciales, comisarías, cuarteles, ayuntamientos, centros de salud y otros edificios donde se congregan muchas personas.
Acostumbrada a intervenir en caso de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública, la UME se ha convertido en la punta de lanza del Ministerio de Defensa ante la grave crisis sanitaria. Esta unidad fue la primera que movilizó el Gobierno cuando decretó el estado de alarma y comenzó la operación Balmis, nombre del médico que combatió la epidemia de viruela en el siglo XVIII.
Desde el pasado 15 de marzo, la UME ha desinfectado más de 400 residencias de ancianos solo en la Comunitat Valenciana. Los militares limpian todos los días los lugares con mayor riesgo de contagio en una operación de higienización sin precedentes en España.
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