JAVIER MARTÍNEZ
Lunes, 22 de marzo 2021, 00:24
Ante una catástrofe, calamidad o desastre, una unidad militar destaca por su entrega y eficacia de entre todos los efectivos que intervienen. Suma capacidades, las propias y las del resto de los Ejércitos y la Armada, contribuye a la seguridad de los ciudadanos, salva vidas, busca a personas desaparecidas, rescata cadáveres, sofoca incendios, desinfecta residencias para prevenir contagios de Covid... Todo eso y mucho más hacen los boinas amarillas de la Unidad Militar de Emergencia (UME). La Fundación Profesor Manuel Broseta ha reconocido la encomiable labor que realizan estos héroes anónimos al concederles el XXIX Premio de Convivencia, un galardón otorgado en la edición anterior a Rafa Nadal.
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Mientras la fundación ultima los preparativos del acto de entrega del premio, que tendrá lugar el 25 de marzo en el Palau de la Generalitat, el Tercer Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM) continúa su actividad en la Base Militar Jaime I en Bétera. El teniente coronel Olaf Clavería Gálvez, que está al mando de 509 hombres y mujeres, supervisa la revisón técnica de cerca de 230 vehículos, dos de ellos anfibios.
«Tenemos que estar preparados para dar la mejor respuesta ante una emergencia. La formación técnica, el programa de educación física, la logística, el mantenimiento de los vehículos..., todo suma para mejorar nuestras intervenciones y minimizar riesgos», asegura Clavería. La base es un hervidero. Los militares entran y salen de los hangares. Los mecánicos se afanan en su trabajo. Faltan pocos días para la revisión anual de vehículos. El sol da una tregua tras la ola de frío. Tampoco hay emergencias que atender.
Desde la creación del batallón en mayo de 2006, los boinas amarillas de la base de Bétera han intervenido en 35 incendios, cinco tormentas invernales, las inundaciones en la Vega Baja y diez operativos de apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estadio. Las cifras corresponden a la Comunitat Valenciana, pero los números aumentan si contabilizamos los servicios que realizaron en la Región de Murcia o las Islas Baleares hasta un total de 135 intervenciones.
«Acudimos allá donde nos necesitan con un protocolo a través de la Delegación del Gobierno, y estamos a disposición de los gobiernos autonómicos para intervenir de manera conjunta con otras instituciones», explica el teniente coronel. Durante la crisis epidémica, el Tercer Batallón de Intervención en Emergencias ha realizado más de un millar de desinfecciones en 412 residencias y centros asistenciales. Los rastreadores de la UME también reforzaron la labor de los sanitarios para contener los contagios, resolvieron dudas de las personas con las que contactaban y las orientaron para afrontar la cuarentena.
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La buena opinión que tiene la ciudadanía de esta unidad militar enorgullece a Clavería. «Los aplausos y el cariño de la gente son la mejor recompensa, pero también merecen esa gratitud el resto de colectivos porque trabajamos en equipo», señala con humildad.
El 7 de octubre de 2005, el Consejo de Ministros dio luz verde a la creación de la Unidad Militar de Emergencias, bajo la presidencia del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, con el objetivo de mejorar la respuesta a las emergencias. La fama que atesora a los boinas amarillas provoca un clamor: «¡Que venga la UME!». La petición de ayuda se repite en temporales de nieve o inundaciones, ya que es la primera opción cuando las autoridades civiles requieren el apoyo urgente de las Fuerzas Armadas.
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Los hombres y mujeres del batallón que manda Clavería tienen una gran vocación de servicio y disponibilidad en detrimento de su vida familiar. «Es complicado conciliar todo porque hay muchas ausencias, pero te sientes tremendamente realizado como persona», afirma el teniente coronel.
Entre los grupos de intervención del BIEM III destacan el equipo cinológico con nueve perros adiestrados, uno de ellos para buscar cadáveres debajo del agua, y el de buceo con nueve submarinistas. «Las prácticas de instrucción se realizan en pantanos. El perro ha llegado a detectar restos biológicos a una profundidad de veinte metros», precisa Clavería.
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En octubre de 2014, dos equipos de buceo de la UME y del Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medio Ambientales lograron reflotar en Antella una excavadora que estaba sumergida desde 1982 en el río Júcar. Otro importante operativo de colaboración con la Guardia Civil posibilitó la localización del cadáver de un hombre asesinado en 2014. Los militares hallaron el cuerpo de la víctima tras rastrear una parcela en l'Alcúdia con maquinaria pesada, un georadar y perros adiestrados para la detección de restos cadavéricos.
También realizan actuaciones meritorias cuando están fuera de servicio o durante un traslado para intervenir en la campaña de prevención de incendios, como sucedió el 13 de junio de 2017. Tres soldados del batallón evitaron que un hombre abusara sexualmente de una joven en estado de embriaguez en un barco de Trasmediterránea que se dirigía a Mallorca. La rápida actuación de los militares, que prestaron auxilio a la víctima y persiguieron al individuo, frustró el delito y posibilitó la identificación y detención del presunto abusador: un miembro de la tripulación del ferri.
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