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Zapatillas 'Nike' que llevan hasta la caja falsificada en el mercadillo de Benaguasil

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Zapatillas 'Nike' que llevan hasta la caja falsificada en el mercadillo de Benaguasil Jesús Signes

Benaguasil, el paraíso de las falsificaciones

Desde bolsos que simulan ser de marcas de lujo hasta calcos de zapatillas de último modelo: así tratan de burlar la ley los tenderos en un mercadillo de la localidad

Lunes, 15 de enero 2024, 00:34

El camino hasta el mercadillo de Benaguasil no tiene pérdida. Nada más aproximarse a la salida que dirige hacia el pueblo, una gran caravana de coches se apelotonan para conseguir llevarse las mejores prendas a precios de saldo. Es domingo. Casi imposible poder aparcar en cualquiera de los múltiples descampados que rodean a la zona habilitada para el comercio.

Ir a un mercadillo también consiste en saber buscar. En los puestos de la entrada, los productos que ofrecen no llaman demasiado la atención: prendas de abrigo sin ningún tipo de marca, ropa interior o calcetines... Todo el recinto está lleno de grandes carteles con la palabra «oferta» en letras gigantes. Con una caligrafía descuidada. Los tenderos gritan sus ofertas: «¡Todo cinco euros !» Se mueven de un lado para otro para captar la atención de los compradores, que observan curiosos los productos que ofrecen.

Un tumulto de gente se arremolina por los callejones de las paraetas. «Me han dicho que lo bueno está dentro», le dice una chica que no superará los 16 años a su acompañante. Así que allá van. Abriéndose paso entre la gente. Aunque tenga que ser dando algún que otro codazo. No quieren arriesgarse a que las mejores prendas ya estén agotadas cuando lleguen.

En los mercadillos la gente camina con prisa. Como si de un momento a otro los tenderos fueran a recoger sus puestos y a cerrar delante de sus narices. A medida que uno avanza dentro del mercadillo de Benaguasil, se da cuenta de lo que hablaba aquella chica: la mayoría va en busca de falsificaciones de marcas de lujo. Para muchos, es la única manera para lucir «moda de alta gama».

La marca más imitada es. por excelencia, Luis Vuitton. Sobre todo las réplicas de los modelos clásicos. «Si lo quieres con el logo son 20 euros. Si no, 15» cuenta el vendedor. El hombre de unos 40 años avisa a los confusos: «Estoy aquí todos los domingos. Entre semana también me podéis encontrar en Convento Jerusalén». Habla orgulloso de su negocio. Sin miedo a que le cierren el chiringuito por vender productos ilegales.

Muchas mujeres jóvenes de unos 20 años se acercan a prestar atención a los complementos. Una chica morena sostiene entre sus manos una cartera que pretende ser una copia de Carolina Herrera (uno lo sabe por deducción, porque no es que el logo esté muy bien imitado que digamos). «¡Son cinco euros, guapa!» Después de pedir la opinión de unas amigas que le prestan su apoyo de manera incondicional diciéndole «cógela tía, si parece de verdad» (es completamente mentira. Claro que se nota que es falsa) la joven de larga cabellera morena extiende un billete arrugado y se lo da al vendedor. «¡Gracias, gracias!», dice el hombre muy contento. Y las jóvenes siguen paseando por el mercadillo de Benaguasil.

Las réplicas que están a plena vista del cliente son aquellas evidentemente mal falsificadas. Como zapatillas con el logo 'NK'. El hermano bastardo de Michael Kors que no ha salido muy bien parado. O pares de calzoncillos de Calvin Lein, sea quien sea ese. Pero si uno busca, encuentra. Pero por precios mucho más superiores a aquellas ofertas tan llamativas de cinco euros.

Algunos vendedores también tienen escondidas intimaciones de mayor calidad. Al ver que una bandolera capta nuestra atención, el responsable la coge. Es de piel auténtica, con un buen calco del logo de 'Loewe'. 120 euros el bolso. El dinero con el que podrías comprar cualquier otro de una marca reconocida y que fuera verdadero.

Las «gangas» ocultas

Pero el verdadero paraíso de las falsificaciones de Benaguasil está en uno de los descampados. Las autoridades lo saben porque nada más entrar hay una señal de grandes dimensiones en la que se puede leer: «Prohibida la venta ambulante». Pero los vendedores hacen caso omiso. Despliegan sus mantas y enseñan la mercancía. Camisetas y jerséis que perfectamente podrían pasar por verdaderas. Atrapando a la mayoría de los compradores.

Un hombre joven se prueba sudaderas que tratan de simular los logos de Kenzo o de Fendi. Empieza el tira y afloja con el vendedor. «Esta sudadera es muy pequeña. Me está muy justa. ¿No tienes más tallas?» El tendero le responde incrédulo: «Hermano, esa te está perfecta. Pero que yo te saco otra no te preocupes».

Le tiende una prenda más grande que le queda evidentemente demasiado holgada. «Esta es muy grande», le dice haciéndose el indignado. «Es que te quedaba bien la otra», contesta el mantero. «Va, si me la bajas de 20 euros a 12 me la llevo». Se desvela el truco. El clásico tira y afloja entre vendedor y comprador. Aunque sea por ahorrarse unos pocos euros. Algunos regatean incluso por deporte. Cuando el cliente se va a ir porque no le rebajan el precio, el vendedor cede a su oferta. «No, déjalo. Ya vendré otro día». Y el vendedor que ha estado cerca de 20 minutos con él sacándole todos los modelos de sudaderas posibles. Abriendo las bolsas que tenía guardadas para mostrarle todo el género hace aspavientos con los brazos y suelta un bufido.

Es en la zona del descampado donde se encuentran los mejores productos falsificados de las marcas caras. Un gran abasto de zapatillas que perfectamente podrían confundirse con las originales. Incluso con las cajas que parecen de la verdadera tienda de 'Nike'.

Un niño de unos 11 años abre los ojos como platos cuando ve «las últimas 'Jordan'». «Mira mamá, las tienen en azul que es como las quería». Su madre le responde: «Si luego no te lo pones que dices que en el cole se meten contigo porque son falsas». Pero el pequeño se niega a no seguir la moda que llevan sus amigos. «Que no mamá, que me las voy a poner. Que estas parecen 'buenas», repite insistentemente. Al lado, su hermana mayor se prueba sudaderas que simulan ser de la marca Kenzo. Ella ya tiene cerca de 15 años y le importa menos que alguien se percate que no se ha gastado una cantidad ingente de dinero en una prenda de vestir. Y allí se quedan, entre miles de productos, debatiéndose si llevarse algo a casa o regresar otro día.

Otra de las cosas que llaman la atención es que hay un puesto de «paquetes sorpresa de Amazon». Aquellos pedidos que nunca llegaron a los destinatarios y que por algún motivo han caído en manos de los tenderos de Benaguasil. Los paquetes pequeños se venden a 3 euros y los grandes, a 12. Aún con la etiqueta de contacto con los datos tachados sin mucho empeño con un rotulador. Pero la gente se la juega. Arriesgándose a que les toque algo que ni siquiera les guste. «A una mujer le ha salido una chaqueta que no le gustaba y se la ha vendido a otra chica que estaba aquí por 10 euros. Con ese dinero ha comprado otro paquete. ¡Hemos venido a jugar!», dice el vendedor a unos clientes para convencerlos de que compren. «La semana pasada a uno le tocó la equipación del Barça. ¡Premio asegurado!», grita entusiasmado.

No es algo nuevo que en el mercadillo de Benaguasil se venden muchas prendas falsificadas. De hecho, en verano de 2022 la Guardia Civil intervino más de 6.300 piezas. El total de los productos incautados ascendía hasta los 740.050 euros.

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