
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Ensayos para la guerra, pero con la vista puesta en el gran enemigo invisible: el coronavirus. La base militar de Bétera está realizando en estos días su primer gran ejercicio militar al servicio de la OTAN desde el estallido de la pandemia. Y lo hace bajo estrictas medidas de seguridad que alteran, en parte, un gran simulacro concebido para responder ante una amenaza contra los países aliados. Y es que este año el cuartel valenciano está de guardia, en 'standby', como se denomina en términos militares.
Significa esto que el cuartel general debe ser capaz de organizar en 30 días un gran despliegue militar con plena autonomía, a través de sus propios medios, a gran distancia y mandando a hasta 50.000 efectivos de distintas naciones de fuerzas de tierra, mar y aire. Esa es la esencia de la disponibilidad como Cuartel General Conjunto, su cometido de 2020 al servicio de la Alianza Atlántica. Y esa capacidad debe ser entrenada y auditada por la OTAN.
Y eso es Deployex 2, un entrenamiento a la par que un examen en el que están participando 200 militares de once países aliados con un despliegue de 100 tiendas de campaña preparadas frente a ataques nuclear, bacteriológico o químico. El ejercicio se prolongará hasta la próxima semana y en él participan el batallón del cuartel general, el de Policía Militar y militares del Regimiento de Transmisiones 21 con base en Marines.
El supuesto con el que trabajan es la amenaza de una federación de países bajo el nombre de Skolkan. Y el escenario geográfico ficticio es Noruega. Ante este peligro estratégico la OTAN debe responder con la transformación de un puesto de mando avanzado en un puesto de mando principal. Pero en este ejercicio la pandemia lo cambia todo: más distancia entre los participantes, más tiendas de campaña para garantizar los espacios, geles en los accesos y vaguetas desinfectantes con lejía para las botas, mascarilla obligatoria...
Algunas de las tiendas de campaña desplegadas en el ejercicio estuvieron ya al servicio de la Comunitat en la etapa más dura del confinamiento, durante la misión Balmis. Y los mandos de Bétera han reiterado que ese gran potencial militar de la base sigue a disposición de la otra guerra, la de la pandemia, si el Estado lo requiere. En concreto son equipos de campaña con gran versatilidad y velocidad de despliegue capaces de conformar hospitales de campaña u otros espacios para albergar hasta un millar de personas. El teniente general Fernando García-Vaquero lo ha dejado muy claro: «No hemos parado con el coronavirus y hemos adaptado las medidas de seguridad. Responderemos a crisis de cualquier tipo«.
Las Fuerzas Armadas van a redoblar su aportación para el control de la pandemia en la Comunitat con un incremento de rastreadores militares. Si hasta ahora está misión ha recaído en la Unidad Militar de Emergencias (UME) ahora la va a heredar el Ejército de Tierra, con un aumento de efectivos para este cometido en la región.
Durante su visita al ejercicio Deployex II en Bétera, el jefe del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (CGTAD), el general Fernando García-Vaquero, se refirió a esta cuestión. Actualmente hay una célula de la Unidad Militar de Emergencias (UME) formada por 30 personas. «Realizan una media diaria de 180 llamadas y trabajan de lunes a sábado». Según anunció, a partir de septiembre la UME cesará en esta labor y tomarán el relevo 150 militares de distintas unidades del Ejército de Tierra repartidas por la región. «Ahora se ultima su formación y se prevé que desarrollen la labor ante la pandemia al menos durante seis meses», detalló el teniente general.
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