Ejercer la dirección de un centro educativo no es fácil. Ser la cara visible de la administración (y para las familias), además del encargado de ... la gestión económica, pedagógica y del profesorado implica una enorme responsabilidad que va de la mano de una elevada carga de trabajo.
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Y más si se tiene en cuenta que aunque los directores pueden reducirse las horas de docencia que les corresponden -son profesores al fin y al cabo- la gran mayoría asume algunas de las clases de las que son especialistas. Es decir, no sólo tienen que dedicar tiempo a gestionar, sino también a preparar sesiones, explicar y evaluar. Y aunque el cargo está remunerado económicamente y también en especie -computa a la hora de participar en concursos para cambiar de plaza, por ejemplo- no siempre sale a cuenta. El trabajo puede ser apasionante, pero quema.
El mejor ejemplo se desprende los resultados de los últimos procesos de selección de directores de los colegios e institutos públicos, que establecen que 69 no tienen ningún candidato que quiera tomar el timón de la nave para los próximos años. Suponen el 16% de los 426 que han tenido que cambiar de director por causas diversas, y según explica la conselleria la cifra no es muy distinta a la de ejercicios previos.
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Existen dos procesos anuales que permiten el relevo que se resuelven de manera consecutiva. El primero es la renovación. Un profesional accede al cargo para un mandato de cuatro años, y si quiere puede mantenerlo ocho más, llegando hasta doce. Para ello debe pasar por esta vía cada vez que expira un periodo.
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Tiene que presentar una actualización de su proyecto de dirección, además de necesitar de un informe de la inspección y de una valoración del claustro y del consejo escolar, que no son vinculantes. Y la decisión sobre su continuidad recae en una comisión técnica (inspectores, docentes, otros directores y representantes de la administración) que casi siempre es positiva.
De los 233 directores que han pasado por el proceso porque al final de curso termina alguno de sus mandatos de cuatro años 159 han renovado el cargo, mientras que los 74 restantes han preferido dejarlo antes de consumir los doce que permite como máximo la normativa. Según explica Educación, la cifra es similar a la de ejercicios anteriores: un porcentaje cercano al 70%.
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Ser director de un centro público se remunera. Según las últimas tablas salariales, el complemento retributivo oscila entre los 867 y los 413 euros al mes, una variación que se explica en función del centro: si es un instituto o un colegio de Infantil y Primaria o de Especial, sin olvidar también su tamaño. A cambio, el cargo obliga a ser el máximo representante y también el principal responsable de lo que ocurra en las instalaciones, por no hablar de la cantidad de faena burocrática que implica la gestión. Recientemente los cinco sindicatos docentes han impulsado una recogida de firmas para exigir a la conselleria medidas efectivas que reduzcan estas tareas. Por ejemplo, dotar a todas las escuelas de auxiliares administrativos.
El segundo procedimiento es el concurso de selección, en el que ya hay competencia, se pueden presentar varios candidatos. Se incluyen en el mismo todos los centros cuyo director consume al final de curso sus doce años al frente, se jubila o cambia de centro. Son 193. También se suman aquellas escuelas públicas que en el proceso de renovación han presentado vacantes en el cargo. Es decir, las 74 citadas anteriormente. Por tanto en total suponen 267, y se han presentado candidaturas para ocupar la dirección en 198 (el 74%). La cifra es ligeramente superior a la registrada en 2022, cuando el porcentaje se situó en el 59%.
Los aspirantes (sea el anterior director que quiere empezar de nuevo un periodo de doce años u otro docente) también serán valorados por el claustro y el consejo escolar, y además tendrán que defender su proyecto de dirección ante una comisión en la que participan representantes de las familias y docentes del propio centro, además de personal externo, que deben valorarlos. Y si alguno no suma los puntos suficientes para mantenerse en la lucha queda apeado. Incluso puede suceder aunque haya un solo interesado, si bien no es habitual. Si hay al menos dos que pasan esta fase se bareman sus méritos profesionales, que junto a la valoración anterior decidirá quién se hace con el puesto.
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En resumen, en este ejercicio tocaba renovar o cambiar la dirección por fin de mandato en 426 escuelas públicas. En 159 los representantes han continuado al no haber consumido el periodo de doce años, en 74 no han querido continuar pese a que podían hacerlo y 193 tenían que dejarlo sí o sí al finalizar su tiempo máximo en el cargo sin pasar por el concurso de selección. 357 puestos han sido cubiertos (84%) y 69 (16%) no tienen candidatos.
Esto no significa que vayan a quedarse descabezados el próximo curso, pues existe un sistema extraordinario. Cuando un centro no tiene director tras completar los dos procedimientos, las direcciones territoriales de Educación hacen una propuesta de nombramiento de equipo directivo durante un ejercicio. Primero entre docentes del centro que acepten tomar las riendas de manera interina (un año, no cuatro), y si no es posible se busca profesorado externo a través del concurso de traslados. Pasado este tiempo las plazas se incluyen en el siguiente concurso de selección. «Por ello los 69 tendrán un equipo directivo provisional, y como siempre ha sucedido, toda la red contará con sus responsables», concluye Educación.
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