DANIEL GUINDO
Martes, 23 de agosto 2022, 23:42
En torno al 90% de la población -y los valencianos no son una excepción- necesitará en algún momento de su vida una transfusión de sangre o un producto derivado de ella, mientras que poco más del 4% es donante. En el caso de la Comunitat, unas 140.000 personas suministran periódicamente este valioso recurso a los hospitales de la región, centros sanitarios que requieren nada menos que entre 550 y 650 unidades de sangre al día -cada una supone los 450 mililitros que se extraen de una tacada a cada donante-. Pese a ello, y como subraya la directora del Centro de Transfusiones de la Comunitat, Cristina Arbona, «la autonomía se encuentra en niveles óptimos de sangre» porque «ha sabido modular la donación a las necesidades».
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La región, por tanto, no requiere incrementar a corto plazo la cantidad de sangre almacenada -las plaquetas apenas duran cinco días- de ahí que no sea necesario realizar ningún llamamiento masivo, que podría ser hasta contraproducente. En todo caso, sí sería interesante aumentar la cantidad de donantes activos que, periódicamente y en función de las necesidades, acudan a las colectas que se convocan en prácticamente todos los rincones de las tres provincias. Y de entre ellos se busca ahora un perfil específico: el donante de plasma, el oro líquido de la asistencia sanitaria.
Al respecto, y como explica Arbona, «hasta ahora, en el centro de transfusión nos hemos centrado en la donación de sangre. Pero con la pandemia, el suministrador principal de plasma, que era EEUU, redujo los envíos y ha habido desabastecimiento». Ante esta situación, la especialista considera que «es importante que la gente aprenda a donar plasma, incrementar la donación», aunque matiza «no es un llamamiento. Si haces un llamamiento es 'ven y dona', y eso es cuando tienes las neveras vacías. Y significa que las llenas, pero se olvidan de la semana siguiente. Nos gusta la cultura de la donación», subraya para «animar a la población a que se haga donante de plasma».
En este punto es necesario distinguir las dos vías principales para obtener este valioso recurso. Por un lado, están las habituales donaciones de sangre, donde el recurso, una vez se encuentra en el centro, se fracciona en hematíes -que se almacenan en neveras a cuatro grados y tienen una fecha de caducidad de 45 días-, plaquetas -que a temperatura ambiente se conservan con agitación continua, pero sólo duran cinco días- y el plasma -que se congela a partir de 25 grados bajo cero y puede durar unos dos años-; de ahí que sean las plaquetas las que marquen el límite de durabilidad de la sangre y por lo que es necesario que, aproximadamente cada dos días, se cuente con nuevos aportes. El interés actual se centra en el donante exclusivamente de plasma a través de un proceso más específico y que supondría esta segunda vía. Este donante debe acudir a unos de los tres centros de transfusiones ubicados en Valencia, Alicante y Castellón, puesto que no es posible realizarlo a través de la veintena de unidades móviles que prácticamente a diario recorren la Comunitat -previamente se avisa a los donantes de que la unidad móvil estará próxima a su lugar de residencia-. Una vez en estos centros de referencia, el donante se conecta a unas máquinas entre 30 y 40 minutos. «Sacamos la sangre y le devolvemos todo menos el plasma, y obtenemos entre 600 y 800 mililitros de plasma. El donante se va bien, no va a notar nada, y le hemos retornado los hematíes y las plaquetas. Se consigue centrifugando, con una máquina que separa el plasma, la parte líquida con poca densidad», pormenoriza la directora del centro.
Pero, ¿por qué es importante el plasma para la asistencia sanitaria? Arbona señala que «la mayoría del que obtenemos se destina a producir unos medicamentos hospitalarios que no se pueden fabricar de otra manera, como son la albúmina, las inmunoglobulinas y los factores de la coagulación, y sólo una parte muy pequeña se guarda congelado para transfundirlo directamente cuando es necesario».
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Este recurso se destina, por ejemplo, a pacientes con hemofilia o con inmonudeficiencias congénitas, a los que las inmonuglobulinas les permiten tener una vida lo más normal posible. Requieren estos aportes continuamente y en grandes cantidades, de ahí la importancia de contar con donantes de plasma.
En resumen, la directora del centro valenciano quiere subrayar la importancia que tienen los donantes, «a los que la sociedad tiene que dar gracias y se merecen un aplauso».
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