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Sara vive con otras dos chicas. Irene Marsilla
Se busca habitación de alquiler en Valencia

Se busca habitación de alquiler en Valencia

El auge de los precios dispara las viviendas compartidas. Patricia y su familia no dejan de ir de un piso a otro. Sara y Blanca ven imposible tener una casa

Domingo, 9 de julio 2023, 23:52

En tres años se han mudado cuatro veces. Dentro de dos meses, tendrán que volver a hacer las maletas. Patricia Gutiérrez, su marido y su hijo saben lo que es no tener un lugar al que llamarle hogar. Desde que llegaron a Valencia les ha sido imposible encontrar un piso de alquiler. Han tenido que ir de habitación en habitación. Tres personas compartiendo unos pocos metros cuadrados. Sin espacio para la intimidad. Sin un lugar en el que empezar a crear recuerdos. Los desorbitados precios del alquiler les ha convertido en nómadas.

Lo peor «es que no sé cuándo vamos a poder pagar una vivienda. La mayoría están cerca de 800 euros al mes y no nos lo podemos permitir», cuenta Patricia entre sollozos. En Valencia no encontraron la vida que esperaban. No son los únicos en esta situación. Los precios de los alquileres se han disparado hasta en un 20% en tan sólo un año.

Son muchas las familias que van hasta el cuello para conseguir afrontar todos los gastos. Y aun así, no llegan a lograr a alquilar una casa completa. Esta situación ha disparado el número de personas que buscan una habitación como su única opción para tener un techo.

El Ayuntamiento de Valencia también se ha dado cuenta de esta situación. Por primera vez en la historia el Consistorio convoca ayudas para el alquiler de habitaciones. Pero pedir ayuda no siempre es tan fácil. Patricia y su marido no pueden solicitar ningún tipo de prestación porque no están empadronados en un domicilio en Valencia. «Como los alquileres son de pocos meses, no nos dan el padrón y hasta que no lo consiga no puedo acudir a Servicios Sociales», lamenta la mujer de 48 años.

Hasta que llegaron a Valencia, nunca se habían visto envueltos en una situación similar. La familia es de Bolivia, pero antes estuvieron varios años residiendo en Madrid. «Allí vivíamos en un piso y no teníamos ningún tipo de problema pero cuando llegamos y nos pusimos a buscar vimos que era imposible alquilar una casa completa y no había otra solución que pagar por una habitación», dice Patricia entre sollozos. No teme compartir sus verdaderos sentimientos: «Estoy desesperada».

Patricia narra su desesperación por no encontrar vivienda. Irene Marsilla

No encontraron en Valencia la vida que esperaban cuando a su marido le ofrecieron un trabajo en la ciudad. En aquel momento, se pensaban que la vida les sonreiría pero se dieron de bruces con la cruda realidad. No es nada fácil encontrar un lugar donde vivir cuando los precios no dejan de subir. El pasado mes de abril, el precio de la vivienda cerró en 10,73 euros por metro cuadrado, lo que supone un 1,13% más que en el mes de marzo. En comparación con el año anterior, los precios han subido en un 5,51%, según los datos recogidos en el informe mensual de pisos.com.

Aunque vivir en una habitación tampoco sale barato. Patricia y su familia paguen algo más de 300 euros por una habitación, pero en portales web de búsqueda ofrecen habitaciones en el centro de Valencia hasta por 700 euros. Algunas páginas de anuncios lo llaman «coliving». Un eufemismo para no decir: «Tener que vivir con extraños por necesidad». Como si se tratara de una moda en lugar de una cuestión de precariedad laboral.

Engaños en el arrendamiento

Para convivir con extraños hay que andarse con mil ojos. Patricia tuvo muchos problemas con la última habitación que alquiló. Se la arrendó a un hombre que simulaba ser el propietario del inmueble. Pero no era así. Este individuo vivía alquilado en esa vivienda y ofreció el cuarto a Patricia sin decirle nada al legítimo dueño. Luego vino la sorpresa.

Aunque la familia pagara religiosamente todos los meses la cuantía que les especificaron, el hombre que tenía en principio el contrato con el propietario dejó de pagar. «Luego venían a echarnos la culpa a nosotros. El dueño no sabía que nos habían alquilado la habitación pero le explicamos que nosotros sí que estábamos abonando el dinero».

Dio igual. En unos pocos meses se vieron con la orden de desahucio y tuvieron que buscarse la vida. Sin una brújula fija. Sin saber dónde podrían dormir. Contactaron con una persona que se apiadó de ellos «porque aunque no quisiera alquilar habitaciones le dio pena que nos quedáramos en la calle con un niño pequeño». Pero saben que les queda poco tiempo en esa estancia y que ya tienen que ir miran do apartamentos para asegurarse de que no se quedan de patitas en la calle.

Un problema sin edad

La dificultad para encontrar piso es un problema intergeneracional. Para poder encontrar una opción más económica es casi un requisito indispensable alejarse de la capital. Esto fue lo que le ocurrió a Sara Albuixech, que ahora vive en Benimaclet. A finales del verano pasado empezó a buscar un piso en Valencia después de que le ofrecieran un contrato fijo para encargarse de la comunicación de una empresa.

La joven de 23 años no quería vivir sola. Es de Almussafes y aunque sabía que tenía que dejar su pueblo y su vida a un lado para poder empezar su vida laboral. Pero aun así, le daba reparo llegar de trabajar y encontrarse una casa vacía. Al final, encontró a dos chicas que estaban en su misma situación y empezaron a vivir juntas. Pero ahora, su forma de ver la vida ha cambiado: «Tengo pareja y ella también vive en un piso compartido. Nos queremos ir a vivir juntas pero ahora mismo está muy complicado». Su novia también tiene trabajo y aun así, no les salen las cuentas para empezar a vivir solas.

«Hemos mirado alquileres en Valencia y es imposible mudarse siendo sólo dos personas. Necesitaríamos vivir con más gente», dice Sara. Ella y su novia son un ejemplo de que tener trabajo no es sinónimo de tener independencia económica.

En el piso en el que reside ahora, Sara paga cerca de 300 euros. «Al principio me parecía caro, ahora incluso lo veo barato», confiesa. Cada vez, tener un techo bajo el que dormir sale más caro. Además, el incremento de los precios no ha ido de acorde a una subida salarial. De hecho, el incremento del coste de la vivienda en Valencia es cinco veces mayor que el de los salarios, siempre teniendo en cuenta que los sindicatos y empresarios han acordado subidas salariales del 4% en 2023 y del 3% tanto para 2024 como para 2025.

Una búsqueda exhaustiva

Alquilar una habitación en un piso compartido ha sido tradicionalmente para los estudiantes. Blanca Garrido llegó a Valencia para cursar la carrera de fisioterapia, La joven de 24 años conoce perfectamente lo que es mirar en mil páginas de anuncios hasta conseguir encontrar un precio que se pudiera permitir.

«Es un proceso frustrante y agotador», cuenta sin tapujos. Este año tuvo que volver a buscar un inmueble: los propietarios les pretendían subir 200 euros el precio del alquiler y se negaron por completo. «Ahora el panorama en Valencia es terrible. Estoy en grupos de WhatsApp con unas dos mil personas», revela Blanca. Todos ellos, buscan ofertas que no acaben completamente con su economía. Pero sin resultados. «Las inmobiliarias se aprovechan de nuestra desesperación para obligarnos a pagar honorarios», lamenta la chica.

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