En busca del mapa perfecto de la Comunitat

Los cartógrafos muestran la realidad del territorio valenciano de mil formas distintas. Tras cuatro siglos y medio desde el primer mapa valenciano, el Instituto Cartográfico prepara la representación más ambiciosa: una plasmación tridimensional con pulsos de láser para lograr la primera escultura virtual de toda la región. «Será como tener todo el terreno en un ordenador». Desvelamos cómo trabaja en el gran centro autonómico de producción cartográfica

Viernes, 31 de mayo 2024

El primer mapa de la Comunitat data de 1584 y se conoce como el 'Ortelius'. Es el nombre de su editor, el geógrafo belga Abraham Ortelius. Muestra la región desde una perspectiva diferente, con el cabo de la Nao apuntando hacia abajo, el terreno en la parte superior y el Mediterráneo, abajo. Casi cuatro siglos y medio después, se gesta el mapa perfecto: una revolucionaria reconstrucción virtual en 3D de todo el territorio realizada con pulsos láser y que será «como tener una escultura de todo el terreno en un ordenador».

El mapa de Ortelius en la exposición 'Mapas, Poder y Territorio' de la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu, San Miguel de los Reyes. D. Torres

Es el futuro inmediato del Instituto Cartográfico Valenciano (ICV), un espacio en el que trabajan medio centenar de personas, la mayoría ingenieros. Lo hacen en la era en la que, en apariencia, todo parece ya servido en Google Maps. Pero hay mucho más, pues el instituto ha confeccionado y brinda a cualquier curioso un visor web cartográfico en el que la región puede ser contemplada de casi un millar de formas distintas: la geográfica, la de municipios, el enfoque forestal, el riesgo de terremotos…

«El mapeo valenciano está vivo. Su regeneración y actualización es constante», apunta Santiago Yudici, subdirector del ICV. «En mayo han comenzado los trabajos del vuelo fotogramétrico y la posterior ortofoto del ICV». El mapeo de la región se nutre de los constantes vuelos fotográficos con avioneta que desde 1929 barren el territorio para tomar las imágenes que luego transforman en mapas. Desde hace ocho años, los vuelos son anuales. Se suelen realizar en primavera, duran unos 15 días (si las nubes no complican las cosas) y se realizan 11.000 fotografías aéreas de cada fragmento de la Comunitat. Cada pixel equivale a 25 centímetros de terreno «y se reconoce todo aquello que ocupe hasta un metro», aclaran los cartógrafos. «Eso sí, no se distinguen personas». Cada foto queda archivada y permite conocer e interpretar los cambios.

Pero ¿cómo se hacen los mapas?

Para plasmar correctamente cómo es el territorio se realiza una captación de información desde aviones equipados o bien con cámaras o bien con láser de infrarrojos. En ambos casos es imprescindible:

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Esta es la forma más usual de realizar los mapas pero hay más. En breve concluirá la tercera cobertura con vuelo LiDAR (Light Detection and Ranging), ejecutado por el Instituto Geográfico Nacional, técnicas con la que se confeccionará el que será «el mapa con mayor detalle de la historia de la Comunitat Valenciana».

En este proyecto, un avión sobrevuela el territorio y lanza «millones de pulsos de láser» ininterrumpidamente para captar sus retornos, denominados ecos o rebotes. Conociendo el tiempo que tarda en regresar se calcula la distancia recorrida y se obtiene así la información tridimensional de cualquier elemento. En este caso, toda la Comunitat y todo lo que en ella existe.

Una de las virtudes de la técnica es que atraviesa la vegetación, proporcionando información de la estructura arbórea. «Confiamos en poder visualizar cada copa con su tronco», destacan desde el Cartográfico. La previsión es que el instituto disponga de estos datos a principios del año próximo. «Es una materia prima brutal para el conocimiento del territorio», valoran desde la entidad.

El Instituto Cartográfico Valenciano elabora múltiples mapas topográficos y pero también temáticos. I. Arlandis

No es el único programa en el que trabajan los técnicos del ICV. La cartografía exacta de cada municipio, la recopilación de una fototeca histórica, la integración con la red sísmica, el mapeo de los parques naturales de la Comunitat y la realización de un callejero exacto y preciso de la ciudad de Valencia son sus retos de este año. Cabe añadir que todos estos mapas se pueden consultar en el Visor Cartográfico que es accesible para todos los internautas.

¿Algo que ocultar?

Un ingente trabajo y un todavía mayor volumen de datos. El mapeo valenciano ocupa «casi la mitad del disco duro de la Generalitat». Estamos hablando de «varios cientos de teras», menciona la directora del instituto, Montserrat Tello. Además del uso público para instituciones universitarias, colegios, investigación o empresas, «todos los departamentos autonómicos encargan sus propios mapas» de utilidad interna. Pero acaban siendo de consulta abierta, salvo algunas excepciones.

Una decena de infraestructuras críticas, los yacimientos o la ubicación de radares sísmicos se ocultan por motivos de seguridad

En aras de la seguridad, no todo se muestra. «Las fotografías que nos llegan de los vuelos ya acotan zonas militares o infraestructuras estratégicas». Los cartógrafos estiman en una decena esos borrones de seguridad en nuestro territorio, zonas que acaban retocadas o con falseados miméticos para camuflarse mejor en el conjunto. Paradójicamente, Google Maps muestra edificaciones que la cartografía autonómica oculta. Una de ellas es la base militar Jaime I de Bétera, sede del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de la OTAN (CGTAD).

Visor del Insisituto Cartográfico

Google Maps

También se evita en los mapas públicos la ubicación de hogares de mujeres maltratadas, centros de menores tutelados, yacimientos arqueológicos o lugares donde hay instalados sismógrafos «para evitar el expolio», advierten desde el instituto.

El satélite y los incendios

El mapeo valenciano se actualiza cada tres meses con un mosaico confeccionado con las imágenes que llegan desde el espacio. Las toma el satélite europeo Sentinel-2. «Sus sistemas realizan fotografías cada cuatro días. Son de menor resolución que en los vuelos anuales, pero permiten una visión más inmediata y actualizada del territorio», resaltan desde el ICV.

El satélite es crucial, por ejemplo, para evaluar con inmediatez el daño exacto de los incendios forestales. Con diferentes técnicas y capas del programa europeo Copernicus de observación de la Tierra, ya se conoce, por ejemplo, la delimitación de las 627 hectáreas de terreno afectadas por el incendio de Tárbena el pasado 16 de abril.

Como en el incendio de Villanueva de Viver, en mayo de 2023.

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¿Cómo se logra? Con la llamada reflectividad. Es posible medir desde el cielo el estrés hídrico de la vegetación. O, lo que es lo mismo, la sequedad producida por el fuego. Se consigue con la respuesta espectral de la vegetación para las diferentes longitudes de onda en función de su contenido en agua. Al comparar los resultados de imágenes inmediatamente anteriores y posteriores, se obtiene el resultado del daño del incendio.

Pero además, con los vuelos LiDAR se irá un paso más allá en la prevención de catástrofes. Por ejemplo, al tener las masas forestales totalmente radiografiadas «se podrá saber con exactitud qué tipo de fuego se desarrollará, si hay árboles de altura donde está el foco o si hay mucho matorral. De este modo, se pueden enviar la unidades necesarias con los medios oportunos para que la extinción sea rápida y lo más segura posible», explica Montserrat Tello.

Fronteras difusas

Los cartógrafos están enfrascados en otra curiosa guerra. Por sorprendente que parezca, los límites exactos de nuestros pueblos aún no están claros. Esas líneas con valor jurisdiccional se inscriben en el Registro Central de Cartografía y se definen por actas de delimitación que datan de finales del XIX o principios del siglo pasado.

Los límites entre algunas poblaciones todavía no están definidos. Hay zonas de incerticumbre que superan los 40 metros

¿Dónde está el problema? «Estas geometrías han experimentado varios procesos de copia y digitalización que han generado serias distorsiones», explican los cartógrafos. Así, las únicas delimitaciones municipales con valor oficial «presentan una incertidumbre» que ronda los 40 metros como media «y es muy superior en algunos casos».

Si alguien se muriera o naciera en uno de estos espacios difusos sería imposible saber qué municipio anotar en el documento oficial. De ahí las tareas del Cartográfico para trazar la línea exacta con diferentes técnicas. Y se suma la dificultad de que algunos mojones han desaparecido. Otros han sido «encontrados o recuperados» y toca entonces reasignar las coordenadas.

La precisión y la exactitud son cruciales en el trabajo del cartógrafo. I. Arlandis

Los guardianes de 120.000 topónimos

Sin nombres no hay mapas. Los de las comarcas, los pueblos, los ríos, los barrancos… Y ese tesoro, en la Comunitat, está formado por más de 120.000 topónimos.

Es el nomenclátor y se lleva, mano a mano, entre el Instituto Cartográfico y la Academia Valenciana de la Llengua, «una labor en la que trabajan cartógrafos, ingenieros geodésicos, informáticos o geógrafos», destaca el ICV. Según detallan, «el criterio general de normalización ha sido el de la forma viva recopilada oralmente, pero con la aplicación de las reglas gramaticales básicas».

Encuestadores salen cada cierto tiempo a preguntar cómo se llaman los espacios que referenciar. Y así descubren, por ejemplo, que el barranc de Chuncà de Morella, escrito así en algunos mapas oficiales, es, en realidad, el barranc del Juncar. En la toponimia autonómica «se siguen criterios de territorialidad». Los topónimos de la zona castellanoparlante aparecen en esta lengua y los de zonas valencianoparlantes, en valenciano.

Mirar un mapa es, también, mirar el tiempo. Y los peligros que acechan. El trabajo cartográfico valenciano permite, por ejemplo, contemplar la magnitud de la despoblación, saber cómo está cambiando la línea de costa, conocer las zonas inundables o marcar la Vega Baja como la zona de mayor riesgo sísmico. También otras cuestiones más anecdóticas o de servicio, como la ubicación de las rutas de monte o saber dónde anidan aves o anfibios. Son pocas las perspectivas o filtros que escapen hoy al ojo atento de los cartógrafos del futuro.

Palabras clave en el mapeo

  • Geomático Disciplinas relacionadas con la captura y representación del territorio digitalizado.

  • Fotogrametría Técnica que permite medir con precisión a partir de fotografías.

  • Teledetección Adquisición de datos de la superficie desde sensores en plataformas espaciales.

  • Geodesia Estudio de la forma y dimensiones de la Tierra.

  • Ortofoto El conjunto de fotogramas aéreos corregidos en geometría, luminosidad y color.

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