Imagine que en su DNI aparece un género con el que no se identifica. Que cada vez que tiene que sacar el documento de identidad, se le revuelve el estómago. Entonces, piensa que todo va a cambiar con la entrada en vigor de la ley trans ... . Los trámites dejan de ser tan farragosos. Ya no hace falta estar dos años en un tratamiento hormonal ni mostrar informes psicológicos para conseguir que en el DNI aparezca el género con el que te sientes identificado. Pero no es oro todo lo que reluce.
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Registro Civil de Valencia. Son las 10 de la mañana de un jueves. El primer día en el que teóricamente puedes ir a una ventanilla y con suma facilidad y apenas trámites, cambias de género en los archivos oficiales. Me pongo en la piel de una persona que quiere modificar su nombre y su género en el documento de identidad. Llego a la Ciudad de la Justicia. La cola es larga. Vuelvo más tarde. Sigue habiendo bastante gente esperando, pero decido aguardar. En el edificio no hay ningún cartel que te informe dónde se llevan a cabo este tipo de trámites. Me indican que suba al primer piso.
Al llegar, la mayoría de personas que esperan son parejas o madres que cargan con el carrito de sus bebés recién nacidos. Entre la gente que me encuentro no hay ninguna que pregunte por un cambio de género. En el mostrador, un papel reza: «Servicios mínimos Registro Civil de Valencia: certificados, fes de vida, inscripciones de nacimiento, de defunciones y celebración de bodas señaladas». No hay ninguna indicación de que en este lugar atiendan peticiones de cambio de género. Oigo cómo la persona del mostrador de información se detiene a dar indicaciones a las personas delante de mí. Habla durante unos diez minutos con una pareja que quieren celebrar su boda en la Ciudad de la Justicia. Luego, les da turno para que les atienda y se despide de manera agradable.
«Yo no te puedo informar de eso», me dice a mí cuando le digo el motivo de mi consulta. Extiende un papel con un número de identificación para que me atienda un funcionario. Enseguida me reciben. La persona encargada duda al verme. Su primera pregunta es: «¿Es para ti o para un familiar o un conocido?» Después, confiesa: «No nos han dado instrucciones. Sólo sé que tienes que traer el DNI, el padrón... bueno, ¿estás casada?» La funcionara se refiere a mí en femenino en todo momento, a pesar de que hubiera dicho anteriormente que quería cambiar mi género en los documentos oficiales al masculino.
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No es una situación poco habitual. Desde Lambda, el colectivo LGTB+ por la diversidad sexual, de género y familiar comentan: «Es necesario que las personas que trabajan en servicios públicos reciban formación de cómo se debe tratar a una persona transexual. Llevamos pidiéndolo mucho tiempo». La conversación con la funcionaria no termina ahí. Me informan de que hasta que no termine la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia (LAJ) no es posible realizar este tipo de trámites. Todavía se desconoce cuándo las personas que quieran cambiar su género en los documentos oficiales van a poder hacerlo. Al menos en Valencia. Aunque la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia se lleve a cabo en toda España, en ciudades como Madrid hay personas que ya han conseguido dar los primeros pasos para que en sus documentos oficiales aparezca el género con el que se identifican. Además, ya avisa la página web del Registro Civil de Valencia que debido a la huelga no están concediendo citas previas para este tipo de trámites. En algunos casos tampoco disponen de formularios para realizarlos.
Pasado un rato, vuelvo al edificio. Planteo nuevas dudas. Pregunto si soy la primera persona que ha acudido ese día, el de la entrada en vigor de la ley trans, a informarse. Me responden que no. Luego otra empleada contesta que no me pueden dar esos datos. Aunque la contestación es un poco dudosa, ya que me confiesan que después de que me fuera han hablado de cómo se tenían que efectuar los trámites ahora que no es necesario aportar un informe médico ni seguir un tratamiento hormonal. «Tienes que traer la petición por escrito. Adiós». Fin de la visita. Tampoco me explican cómo se debe hacer el formulario. Ni si disponen de uno.
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Aunque la ley trans ya haya entrado en vigor, se tardará un tiempo en poder acogerse a ella por la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia (LAJ).
Airto Granell es el coordinador del grupo trans de Lambda. Tiene 34 años. Empezó su transición a los 31. «Al principio no sabía lo que me pasaba, no tenía referentes. Luego conocí a un chico trans y me sentí muy identificado con él». Entonces acudió al colectivo y le asesoraron, aunque le explicaron que sería un proceso largo. Airto ya había cumplido los 2 años de hormonas que pedían antes para que se te reconociera por el género con el que te identifiques. Fue con sus informes médicos al Registro Civil de Valencia: «No me cogieron la solicitud porque me dijeron que hacía falta el cuño con el número de colegiado del endocrino que me atendió». Nueve meses más de espera para que le dieran cita en el médico y poder conseguirlo. A pesar de que la nueva ley trans suponga un gran paso para la lucha del colectivo, ya que no todos quieren o pueden seguir un tratamiento hormonal, la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia está retrasando su ansiado momento. El chico trans comprende la huelga, pero tiene «un sabor agridulce». «Que sí que hagan otro tipo de trámites y no el de cambio de género demuestra, una vez más, que las personas trans somos ciudadanos de segunda», cuenta apesadumbrado.
No se trata únicamente de una letra en el DNI. «Me siento intranquilo cuando tengo que enseñarlo por tener que dar explicaciones de que soy un chico trans porque nunca sabes la reacción que va a tener la persona a la que se lo estás explicando», detalla Airto. Para él, que en el DNI le identifiquen como hombre «significa que a efectos legales y de cara a la sociedad ya se me reconoce con la identidad de género con la que me siento identificado». Cuando acudió a cambiarse el nombre en el documento oficial gracias a la ley trans valenciana, vivió una situación bastante desagradable: «La policía que me atendió me trataba en femenino porque es lo que pone en mi DNI a pesar de que le dijera que soy hombre».
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