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El campus de Tarongers de la Universitat de València mudará su piel en los próximos meses para lucir más zona verde, arbolado y nuevos espacios exteriores para organizar eventos e incluso clases al aire libre. El objetivo es crear un entorno amable que invite a permanecer y no a pasar de largo, como sucede con la configuración actual, que data de 1995 y donde predomina el ladrillo y el adoquín. Por hacer un paralelismo, sigue la misma línea que la reforma de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, dentro de la tendencia urbanística actual que se puede sintetizar en la necesidad de renaturalizar la ciudad.
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La rectora de la Universitat, Mavi Mestre, ha anunciado este jueves los resultados del proceso participativo abierto a más de 18.000 personas entre profesorado, alumnado y personal de administración y servicios que ha servido para decidir el futuro del campus. Es la primera vez que se hace en el sistema universitario valenciano, y debían elegir entre tres propuestas que ya había preseleccionado un jurado de expertos sobre un total de nueve.
Trencant en Verd (65,81%) se ha impuesto a Hèspera (18,33%) y Obrint Pas (15,86%), por lo que será la base que utilizará la Universitat a la hora de redactar el proyecto de ejecución de la reforma, que si todo va bien podría iniciarse a finales del curso actual. En este sentido Mestre ha informado de que de manera inminente se pondrá en marcha toda la tramitación, incluyendo la solicitud de licencias. Además, habrá que tener en cuenta la necesidad de compatibilizar las obras con la actividad lectiva, como ya sucedió con la consolidación de fachadas. En cuanto al presupuesto, todo dependerá del precio de licitación, aunque la estimación de la propuesta es de 1,35 millones de euros.
En la actualidad la zona verde del campus abarca un 5% de la superficie total, pues más allá del ajardinamiento ubicado entre las Facultades de Magisterio y Derecho el resto de vegetación se limita a alcorques diseminados por la parcela. Con la intervención se confía en llegar a un 70% de zona blanda, lo que incluye tanto ajardinamientos como pavimentos más amables, como puede ser la madera.
Los corredores horizontales que separan los aularios (si se mira la parcela a vista de pájaro) tendrán una funcionalidad diferenciada. Actualmente son zonas de paso y de comunicación entre edificios. La idea es que el situado más cerca de la avenida de los Naranjos (entre el edificio departamental y el aulario Norte) sea el de tránsito, dando acceso a los diferentes edificios y servicios, permitiendo que el central se convierta en zona de esparcimiento. Ganará peso el ajardinamiento, el pavimento blando y el mobiliario urbano.
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El parking en superficie actual, el que está vallado, se convertirá en una explanada ajardinada que incluirá aulas de formato circular para sesiones al aire libre. Y al oeste de la parcela, la plaza profesor Manuel Broseta sufrirá la intervención más profunda, habilitando un espacio para la organización de eventos, ganando presencia las zonas verdes y las pérgolas para aumentar la superficie sombreada. Con el mismo objetivo se prevé el plantado o el traslado de ejemplares de alta densidad.
También se propone un graderío que comunicará la terraza de la biblioteca Gregorio Mayans con la remozada zona abierta, acabando con el muro actual. El proyecto establece que a los 403 ejemplares de arbolado existentes se sumarán otros 76.
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