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La A-7, conocida como el by-pass en el área metropolitana de Valencia, sufre «un mal endémico», como lo califica Manuel Miñés, el director-gerente de los contratistas. Quien ha circulado por esta vía lo sabe. Retenciones de casi dos horas de media, que ... llegan a superar las cinco horas en momentos álgidos de tráfico. Un tramo donde un sólo accidente, por leve que sea, genera un auténtico caos en la circulación. Para más inri, en agosto la situación amenaza con agravarse, puesto que dicha vía llegará a registrar 112.000 vehículos diarios, según indica Miñés en referencia a los datos que maneja de la Dirección General de Tráfico en su Delegación de Valencia. «La intensidad media diaria de este tramo puede llegar al orden de 112.000 vehículos diarios en momentos de mayor flujo, como el puente de agosto», explica a LAS PROVINCIAS.
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Cerca del 18% de estos vehículos son pesados, según Miñés, quien subraya que los transportistas profesionales sufren especialmente el embudo. «Es una vía de alta intensidad y probablemente sea la vía que más tráfico lleva de España, por lo que cuando llegan épocas de salidas masivas se genera un colapso», señala Juan Ortega, vicepresidente de la Federación Valenciana de Empresarios del Transporte y la Logística (FVET). A esto hay que añadir los cortes nocturnos al tráfico debido a las obras del Ministerio de Transportes para la rehabilitación superficial del firme en el tramo comprendido entre los kilómetros 314 y 325, que corresponde al trazado entre Paterna y Bétera.
Esta restricción al tráfico, que se inició el 29 de mayo en la A-7 en sentido Alicante entre los kilómetros 320 y 328, previsiblemente duraría hasta finales de julio. Aunque este periódico ha consultado al departamento que dirige Óscar Puente si estos cortes nocturnos –entre las 21.30 horas y hasta las 6.00 horas de cada día de domingo a jueves– se alargarán más de lo previsto, no ha recibido respuesta.
Estas obras se suman a las que se realizan también en otro punto del by-pass y que corresponden a la reclamada ampliación, ya que desde agosto de 2022 se trabaja en el tramo norte de los tres en que se dividió esta millonaria actuación. En este caso, los trabajos discurren entre los enlaces de la CV-32 y la CV-35.
Dicha ampliación, que desde diversos sectores económicos consideran esencial para aumentar la fluidez y reducir la siniestralidad, también ha sufrido retraso en sus plazos. Según explica Miñés, esto se debe al modificado que debió realizarse del proyecto inicial, puesto que no estaban bien presupuestadas las obras de los servicios afectados, tanto eléctricos como de regadío y gas.
Esto dio lugar a una tramitación administrativa que se ha prolongado nueve meses y que, junto con la intervención para el desvío de los servicios afectados, ha provocado el retraso en la finalización de las obras que se extienden a lo largo de 11 kilómetros por los municipios de El Puig, Rafelbunyol, Massamagrell, Museros, Moncada, Bétera, Valencia, Godella y Paterna. Así, su nueva planificación se prevé para el primer trimestre de 2026, entre diez y doce meses más tarde de lo fijado en el contrato, que recogía un plazo de ejecución de 36 meses. La obra se adjudicó a la UTE Dragados-Pavasal por 110,4 millones.
Pero Miñés va más lejos en sus cálculos y estima que las obras se finalizarán, «lo más pronto», en diciembre de 2026. «Este retraso respecto al plan inicial se debe a la cantidad de servicios afectados que no estaban suficientemente dotados económicamente en su presupuesto inicial», insiste el director-gerente de los contratistas.
«Hoy en día es inasumible y extremadamente peligroso entrar y salir del by-pass; el colarse (vehículos automóviles y furgonetas, principalmente) entre una larga constante e interminable fila de camiones que ocupan dos carriles es jugarse la vida. La objetividad de los números (accidentes, retenciones, contaminación, etc.) lo avalan», subraya Miñés, que reivindica la ampliación.
Por su parte, Ortega lamenta que «todos los días hay sucesos» en esta autovía. «No hay vías de escapatoria si, por ejemplo, a un camión se le pincha una rueda. Además, la V30 lleva cuatro años que está atascada constantemente», agrega el transportista.
El vicepresidente de la Federación Valenciana de Empresarios del Transporte y la Logística (FVET), Juan Ortega, destaca que las retenciones y el caos del by-pass es una constante que sufre el sector. «El by-pass es una obra que ya cuando la hicieron nació pequeña. Eso fue hace 30 años. Al poco tiempo tuvieron que hacer una ampliación, pero sigue siendo», explica Ortega, quien además agrega «el problema» de que la ciudad «está creciendo mucho y las infraestructuras en general se están quedando pequeñas», por lo que la situación va camino de agravarse pese a la ampliación que hay en marcha.
«El by-pass es una vía que si pinchas una rueda no tienes donde parar. Es peligrosa, hay accidentes y retenciones continuamente. El más mínimo incidente crea un colapso importante», señala Ortega, quien plantea como alternativa «hacer otros by-pass diferentes» u otro tipo de desvío. Además, Ortega insiste en aplicar soluciones urgentes a los colapsos del área industrial en Riba-roja, especialmente entre la A-3 y la salida al by-pass.
En cuanto a la ampliación, permitirá contar con dos calzadas laterales, una a cada lado y adosadas al by-pass, que conectarán entre sí los enlaces actuales y permitirán separar el tráfico de trayectos cortos del de largo y medio recorrido.
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