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Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia
En la primera imagen, botellón Jóvenes se desplazan al parque tras el cierre de las terrazas. En la segunda, sanitarios preparados para hacer una ecografía.

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En la primera imagen, botellón Jóvenes se desplazan al parque tras el cierre de las terrazas. En la segunda, sanitarios preparados para hacer una ecografía. I.A. / Jesús Signes

Las dos caras de la noche valenciana

El toque de queda se retrasa y anima el ambiente nocturno a las puertas del verano mientras en los hospitales sigue la lucha contra el virus

Jueves, 3 de junio 2021, 01:37

La noche recupera sus esencias paulatinamente. El horario del toque de queda se atrasa a la una de la madrugada la ciudad de Valencia vuelve a tener vida nocturna. Hace apenas unas semanas el escenario era muy distinto, las calles estaban vacías incluso antes de que anocheciera, ya con todas las terrazas y bares cerrados, dejando aún palpable la presencia de ese virus que lo cambió todo. Sin embargo, ahora que todo empieza a volver a su sitio, la noche sigue teniendo esas dos caras de la moneda, que durante el día no se aprecian con tanta nitidez como se dejan ver cuando todo está a oscuras. El horario del toque de queda está fijado entre las 01.00 y las 06.00 horas y, si la evolución epidemiológica lo permite y se cumple el plan anunciado por Ximo Puig, desaparecerá a partir del 7 de junio. Se permite estar de nuevo en las terrazas, quedar con amigos, y volver a las largas sobremesas tras la cena. Aunque para los bares el cierre sea media hora antes del toque de queda, los hosteleros lo agradecen y también los clientes. En Urgencias del Hospital La Fe de Valencia se puede ver que aún no se ha superado la pandemia. Siguen ingresando pacientes de Covid. Mientras, la noche en la ciudad está a medio camino de recuperar el ritmo que conocía antes de la pandemia, el mismo que se puede llevar de vuelta al encierro. Son las dos caras de la moneda que ahora mismo deja la pandemia.

22.00

Goteo en Urgencias y las terrazas llenas en el Cedro

Es una noche tranquila en Urgencias del Hospital La Fe de Valencia. Aún así ya se han atendido a más de 60 pacientes y son sólo poco más de las 22.00 horas. La gente sigue llegando en un lento pero continuo goteo. Afortunadamente no hay ninguna patología grave. En las últimas 24 horas han ingresado tres pacientes por Covid. El equipo de guardia trabaja a pleno rendimiento mientras miles de personas se divierten en las zonas de ocio. Son seis médicos más el jefe de la guardia, los residentes y las enfermeras y celadores. «Poco a poco vamos volviendo a las patologías que eran habituales antes de la pandemia», explicó Javier Millán, jefe del Servicio de Urgencias de La Fe. Y es que durante lo peor de la crisis sanitaria cayeron las atenciones quizá por temor a los contagios o prevención de los ciudadanos. «La gente ya está saliendo y no tiene miedo a venir», recalcó Javier Millán. Aunque han bajado los enfermos de Covid en Urgencias de La Fe sigue habiendo espacios reservados para ellos tanto en la zona de espera como en las de tratamiento y observación. «Cualquiera que venga con problemas respiratorios o fiebre los aislamos», señaló Ander Goitia, médico de Urgencias.

En la zona de tratamiento hay 16 sillones para los pacientes que necesiten que se les administren fármacos por vía endovenosa. En un espacio vecino hay 31 camas monitorizadas que durante lo peor de la pandemia han tenido que guardar una estricta separación. Hoy sólo seis están ocupadas.

Mientras, en la ciudad se había recuperado ya el ambiente nocturno, y de ser así era algo que sólo se podía comprobar en la zona universitaria. En la plaza del Cedro era complicado encontrar una mesa libre. Las terrazas estaban llenas y los jóvenes volvían a llenar de vida las calles. «Estamos de exámenes pero un descanso es necesario después de todo lo que ha pasado», comentó una chica sentada en una mesa con cerca de una decena de amigos.

Terrazas llenas En la zona universitaria estos espacios están llenos de jóvenes. Iván Arlandis

22.30

Primera cardioversión y ronda de copas de la noche

Ha entrado en Urgencias un paciente que necesita una cardioversión. Es decir, suministrarle una breve corriente eléctrica para devolver el corazón a su ritmo habitual. «Es un procedimiento relativamente frecuente en Urgencias», recalcó Millán. El enfermo ha pasado después a ocupar una de las camas para permanecer en observación.

El personal de Urgencias recuerda con sentimientos encontrados los meses de enero y febrero que no dudan en calificar como los peores de la pandemia. «No podías acercarte a los pacientes ni tener contacto humano, era muy duro», recalcó Millán que añadió que «nuestra misión es insistir en que esto no ha terminado».

«Lo peor era la incertidumbre. No sabías lo que te ibas a encontrar. Y esa sensación te la llevabas a casa», indicó Marian Panadero, una de las enfermeras del servicio nocturno. En ese mismo instante en una de las terrazas de la plaza Honduras un grupo de seis se pedía «la primera ronda de copas de la noche, sin duda ya era hora, creo que estamos en una buena situación y nos hemos comportado», comento uno de ellos.

23.30

Segunda cardioversión y empieza el botellón

La noche sigue tranquila en La Fe. «Ayer fue mucho peor», aclaró Marian. Es el ritmo que parece habitual. A un día movidito le sigue otro más plácido. Pero ahora un paciente que acaba de entrar sufre una fibrilación auricular y necesita una cardioversión, la segunda de la noche. Pasa también a ocupar otra de las camas en observación. «Había momentos en enero o febrero en los que salías llorando», señaló Ana Jarque, otra de las enfermeras. Marta Forner, mientras consulta unos datos en el ordenador, comparte esta apreciación. «Ha sido muy duro. Llegaban dos o tres pacientes a la vez de madrugada y con necesidad de ventilación», recordó e hizo también una llamada a la precaución: «Esto sigue». También en el parque de Honduras. A esta hora los grupos de amigos saltan de unas mesas a otras, a penas llevan la mascarilla puesta y el alcohol empieza a hacer mella en algunos. Los camareros intentan controlar la situación. «A veces es complicado estar pendiente de todo, y parece raro por todo lo que hemos pasado pero realmente esto está permitido, tenemos que volver a la normalidad y lo mejor es que estemos nosotros para evitar cosas peores», comenta uno de los empleados de un bar, cuando mientras el ambiente se desplaza a los bancos de un parque cercano. «No estamos haciendo nada malo, solo hablamos, y pasamos lo que queda de noche. Creo que hemos sido responsables y lo seguimos siendo, en cuando se acerque el toque de queda, a casa, no hay más», dijo uno de los chavales que estaba en un grupo formando un círculo en el parque. La noche empezaba a recordar a aquello que se vivía antes de que la pandemia lo cambiara todo. También había grupos de jóvenes extranjeros. Unos, franceses, comentaron que habían venido para quedarse el resto del verano. «Ahora que todo está más calmado, nos quedaremos, y ya, si todo va bien, empezamos el curso en la universidad en septiembre», explicó una de ellas.

Imagen. Varías profesionales trabajan en una sala.

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Imagen. Varías profesionales trabajan en una sala. Jesús Signes

00.30

Nuevo paciente y llega la actuación policial

Uno de los celadores llega con una nueva paciente en silla de ruedas. Ocupa la séptima cama. Mientras, el equipo de médicos y enfermeras se prepara para hacer una ecografía al enfermo que ha necesitado la cardioversión. Ninguno de los enfermos tiene Covid. «Ya hay hasta borrachitos», aseguró una de las enfermeras, «aunque sobre todo los fines de semana». Son, en cambio, frecuentes los enfermos con patologías crónicas.Isabel Terol, una de las residentes del servicio, recordó que en la tercera ola «hubo muchos pacientes jóvenes» y alguno entró en una situación muy apurada . «Nos estamos relajando y esto no ha acabado», apuntó Lucía Escabias, otra de las residentes.

A esta hora, cuando los bares ya recogen mesas y sillas es cuando empieza el baile. Y la tensión se palpa. Algunos de los jóvenes se quedan en los bancos, sentados en aceras, o en grupos. Justo cuando agentes de la Policía Nacional aparecen para controlar la situación.

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