Luis Miralles lleva al frente de Casa Caridad desde el año 2016 aunque su colaboración con ella se remonta a 1993. La institución celebró el pasado 6 de marzo, Día de Casa Caridad, su 115 aniversario. Está en marcha desde 1906 y en estos años no ha cerrado "ni un día. Ni durante la Guerra Civil, ni durante la Riada ni ahora con la pandemia".
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–¿Qué balance hace del año?
–Ha sido un año especial, diferente Con sorpresas y aspectos positivos y negativos. En las circunstancias extraordinarias sale lo mejor de cada uno pero también se producen las peores consecuencias. En esta caso son los fallecidos. Y no sólo por eso sino también por las circunstancias en que han muerto, solos, sin compañía y sin poder despedirse de sus familiares.
–¿Cómo han sido estos meses para Casa Caridad?
–Hace ahora casi un año tuvimos que tomar medidas difíciles. El 12 de marzo dijimos a los voluntarios que se fueran a casa, cerramos las Escuelas Infantiles y explicamos a los usuarios que íbamos a cerrar el albergue y que si se quedaban no podrían salir.
–¿Cómo han hecho frente a las nuevas necesidades?
–Hemos hecho lo mismo, pero de otra manera. Nos dimos cuenta de que no podíamos atender a los usuarios en el comedor y empezamos con el reparto de alimentos. También tuvimos que reaccionar cuando en la primera semana del confinamiento de los 120 empleos de los padres de las Escuelas Infantiles sólo diez conservaban el puesto de trabajo. Muchos se quedaron sin nada. En ese momento acordamos que a esas personas y a los que venían a por ayuda alimentaria habría que darles una aportación económica.
–¿Ha supuesto cambiar mucho?
–Por primera vez estamos dando ayudas directas. Hemos gastado 175.000 euros para que los usuarios pudieran pagar alquileres, medicinas, luz, agua, gas... Si no muchos se hubieran quedado en la calle. Los más necesitados son los sin techo y son los que más hemos intentado ayudar. Por eso reabrimos el comedor, con máximas medidas de seguridad, para que alguna vez puedan comer caliente. Y hemos empezado el reparto de alimentos.
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–¿Cómo ve la situación?
–Cada vez atendemos a más gente. 600 personas se benefician del reparto de alimentos cada día. En febrero hemos repartidos 965 kits de alimentos frente a los cerca de 800 de enero. Desgraciadamente están subiendo. Y cada vez se acerca gente más normalizada. Personas que estaban trabajando y que se han quedado en la calle; mayores que con lo que tienen no llegan a fin de mes; jóvenes que no han accedido al mercado laboral; autónomos que necesitan ayudas... El 25% de la gente que hemos ayudado son sudamericanos, especialmente de Colombia y Venezuela. En el reparto de alimentos la mitad son españoles y de ellos el 50% valencianos. El año pasado atendimos a 2.500 personas.
–¿Son más o menos que el año anterior?
–Nosotros tenemos nuestras limitaciones en los de albergue y en el comedor. Hemos atendido a más personas más que el año pasado pero son los que podemos atender. Estamos trabajando al máximo de nuestra capacidad. Hacemos lo mismo de siempre de forma diferente. Haciendo esfuerzos sobre la marcha en beneficio de los necesitados para que nadie se quede sin la ayuda que necesite.
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–Habla de que cada vez atienden a más mayores.
–Son personas que tendrían que estar en una residencia de la tercera edad, pero ahora no pueden entrar por el Covid-19. Por ello hemos tenido que habilitar el módulo de convalecientes, que no es el lugar más adecuado. Tenemos a unas diez personas.
–¿Cuál es el perfil?
–Es gente ya muy mayor que se han quedado solas y que por razones de salud o económicas no pueden vivir sin ayuda. A estas personas se destina el reparto de alimentos a domicilio. Era un servicio que hacia Cruz Roja pero ahora con la pandemia también lo hemos puesto en marcha. Se trata de una medida extraordinaria. Estos ancianos no deberían estar ahí en el albergue sino en una residencia pero Casa Caridad no los va a dejar en la calle.
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–Más necesidades, ¿pero también más apoyos?
–Todo lo que hacemos es gracias a los proveedores de Casa Caridad, al Banco Europeo de Alimentos y a la respuesta de la sociedad valenciana, de particulares y empresas. Hace unos días nos estábamos quedando sin bolsas de arroz. Hicimos un llamamiento y rápidamente una empresa envió un camión con un palet de productos.
–Entonces, ¿la gente responde?
–La generosidad de los valencianos es muy grande. Por ejemplo nosotros hemos llegado a un acuerdo con Consum para productos frescos. Entregamos unos cheques para carne, huevos u otros productos que pagamos a un precio muy razonable. Tenemos más socios, son ya cerca de 4.200, y también las aportaciones económicas han aumentado. Gracias a estas hemos podido hacer frente a las necesidades y poner en marcha las ayudas directas. Con este apoyo hemos visto que lo teníamos que hacer y lo hemos hecho.
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