DANIEL GUINDO
VALENCIA.
Miércoles, 31 de octubre 2018, 00:59
«Escuché gritos de una mujer, me acerqué y estaba siendo devorada por una hiena. Intenté defenderla y me atacó también a mí. Me arrancó la cara y los dedos, pero conseguí salvar la vida porque caí en un sitio donde no me podía alcanzar». La tragedia se cebó con Lonunuko hace ya seis años y ahora, gracias a las habilidosas manos del doctor Pedro Cavadas, tiene una segunda oportunidad. El prestigioso cirujano le ha reconstruido el rostro y una mano, por lo que este keniano ya puede comer y trabajar para facilitar el sustento a sus siete hijos. Con lágrimas en los ojos, Lonunuko no encontraba ayer palabras para agradecer la intervención de Cavadas, cirugía que fue posible gracias al convenio suscrito con el Hospital de Manises y la fundación que lidera el cirujano. Y así lo relataron ambos protagonistas en el salón de actos del centro hospitalario.
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El atroz suceso tuvo lugar en 2012. Después del ataque, la víctima fue trasladada a un hospital de esta zona de territorio Samburu, al norte de Kenia. Le faltaba el maxilar, el paladar, un ojo y un tercio de la cara, por lo que no podía tragar ni hablar y sufría graves daños en las manos. «Allí le hicieron lo que buenamente pudieron», reconoció Cavadas. Hace unos dos años, el cirujano detectó el caso «y vimos que tenía solución, pero requería una intervención microquirúrgica, un procedimiento complejo que allí es irrealizable», explicó.
Por ello, y junto con Cruz Roja, el equipo del doctor arregló el papeleo -visados, pasaporte, autorizaciones...- para que Lonunuko pudiera viajar hasta España, traslado que finalmente pudo hacerse posible hace un mes y medio, aproximadamente. Después de las tres cirugías a las que ha sido sometido, este keniano ya puede tragar y hablar, por lo que volverá a su país esta semana. «Le hemos reconstruido el paladar, el interior de la boca y el esqueleto para poder colocar la dentadura. El objetivo era regalarle una segunda oportunidad, una vida nueva», resumió Cavadas.
«El postoperatorio ha sido sorprendente, es gente dura y ya tiene prisa por regresar porque tiene que mantener a su familia», añadió. La vida de Lonunuko, hasta que el doctor Cavadas apareció en ella, se había convertido en una auténtica pesadilla desde el ataque del animal salvaje. Sólo podía tomar líquido y lo hacía con una pajita con mucho cuidado, ya que se le colaba por la nariz, mientras que con el daño que presentaba en las manos apenas podía cuidar de su ganado. Además, las graves lesiones que presentaba en el rostro le generaba un estigma en su aldea. «Ahora está encantado, contentísimo y muy agradecido", explicó Cavadas mientras actuaba de improvisado traductor, puesto que Lonunuko no sabe inglés -tampoco castellano- y se comunicaba con el doctor en suajili. Esas dificultades para comunicarse y la responsabilidad de volver para sacar adelante a sus familias también han hecho que estas semanas en Valencia hayan sido duras para el paciente.
En unos meses, probablemente en marzo, el doctor Cavadas y su equipo le someterán a nuevas intervenciones, pero ya en Kenia. «Faltan retoquitos, pero se harán más adelante, para Fallas más o menos», agregó el cirujano, quien destacó que tanto ésta como otras intervenciones impulsadas por la fundación que dirige, unas tres o cuatro al año, son posibles gracias al acuerdo de colaboración suscrito entre la fundación y el Hospital de Manises desde 2011. El centro hospitalario, además de correr con la mitad del coste de las operaciones, «nos da todas las facilidades del mundo y en sus instalaciones se pueden hacer cirugías muy complejas», subrayó Cavadas. Precisamente los equipos con los que cuenta este hospital, de gestión concertada, es uno de los aspectos que han hecho posible esta colaboración, así como la predisposición de los gestores del centro sanitario. Además, destacó el doctor, no se lleva a cabo cualquier operación, únicamente las que pueden cambiar la vida de los pacientes en 180 grados.
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Ahora Lonunuko sólo piensa en regresar con su familia, con la que durante este tiempo ha podido hablar por teléfono, y volver a cuidar de su ganado. «Hemos podido convencerle para que se quedara unas semanas más, pero está deseando volver a su aldea», detalló el cirujano. Sin embargo, no será una despedida, sino un 'hasta luego', puesto que este keniano volverá a recibir la visita del doctor. «Nos quedan retoques cosméticos, la nariz y mejorar la posición del ojo izquierdo, que es protésico, pero se puede hacer en Kenia», apuntó.
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