![La cesta de la compra: el resurgir de la marca blanca](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/01/repor_20230401192304-RLpV5cXpSCz9aq3tXR7asqL-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Los supermercados están repletos de gente. Jóvenes que comparan precios, familias en busca del formato ahorro y las ofertas, personas mayores miran de reojo la zona de la pescadería, pero sin acercarse a ella. Un día de esta semana, un niño ha corrido tras un bote de una crema de cacao de una conocida marca y se lo ha enseñado a su madre emocionado. Su madre, por el contrario, ha cogido el bote de marca blanca: «Mira, cariño, vamos a probar este que seguro que está igual de bueno».
Esta escena representa la situación actual de las familias valencianas para conseguir hacer frente a la crisis de precios que persigue desde hace ya varios meses a los ciudadanos. Así lo ha comprobado LAS PROVINCIAS en varios supermercados de la ciudad.
Como esta madre, miles de valencianos se han visto obligados a cambiar las marcas originales por marcas blancas. «Podríamos estar hablando de una diferencia de 30 euros en la cesta entre unas marcas y otras», explica Vicenta Madrid, una de las compradoras. Del mismo modo, aunque a Ángel Alonso, otro de los consumidores, se le salgan los ojos al ver la ternera, sabe que este mes no se lo puede permitir y opta por comprar pollo: «Aunque la carne blanca también haya subido no está tan cara», indica el consumidor mientras coge una bandeja de pollo y prefiere no mirar el precio.
Fernando Móner
Presidente de Avacu
Los nutricionistas recomiendan el consumo de pescado de dos a tres veces por semana, pero el elevado precio de éste hace que varias familias lo eliminen de su dieta u opten por comprarlo congelado. «Antes compraba mucho salmón porque a mis hijos les encantaba, ahora compro corvina que me sale mucho más barata», indica una de las consumidoras. Las marcas blancas, congelados o legumbres se convierten en la salvación de las familias valencianas para conseguir llegar a fin de mes. Muchos de ellos también han pasado de cocinar con aceite de oliva a hacerlo con aceite de girasol. «Antes llenaba la cesta por 70 euros y ahora por la mitad pago 100», comenta Vicen, quien no atraviesa por una situación económica favorable y durante estos meses tiene «que hacer malabares para conseguir cubrir todos los gastos, La mitad de nuestro sueldo se va en la compra», lamenta. Y al igual que la forma de consumo, los mercados también se han visto perjudicados durante este último tiempo.
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Hace varios años el Mercado Central de Valencia estaba abarrotado de gente un día entre semana. Ahora la realidad es muy distinta. Cualquier valenciano, haciendo memoria, podría recordar cuando en su infancia acompañaba a sus abuelas a comprar al Mercado Central y tenía que ir haciéndose hueco para conseguir llegar al puesto de venta. Aunque la calidad , los colores y el aroma sigan estando intactos en el mercado de Valencia, las personas cada vez tienen menos en cuenta este tipo de cosas. Manuel Giménez, tendero del puesto 412 en el Mercado Central, cuenta que cada vez hay menos gente que acude a comprar al mercado por diferentes razones. La primera, porque los hábitos de consumo han cambiado mucho durante este tiempo. «La gente ahora compra mucha comida preparada y no se molesta en venir a comprar la comida fresca del día. Ya no piensan en venir al mercado a comprar y cocinar una comida buena y sana», explica Giménez. Otro de los factores que también ha hecho que el mercado pierda gran parte de su clientela es su difícil acceso. «Las autoridades lo han puesto muy mal para venir al centro. El centro lo han hecho únicamente para el turismo y es una equivocación. No todo el mundo vive del turismo», indica el tendero.
Desgraciadamente, las buenas costumbres se van perdiendo por el camino. Antes las casas eran el punto de encuentro de amigos y familiares. «Ahora la gente prefiere reunirse en restaurantes porque le es más cómodo, pero nunca será igual», asegura Giménez algo decepcionado. Prueba de ello la tienen las terrazas de los bares y restaurantes que rodean el Mercado Central durante esta mañana.
Elvira Giménez
Pensionista
Una tendencia que han adoptado los jóvenes durante estos últimos años y que parece que ha venido para quedarse. Por eso mismo llama la atención ver a un joven comprar en uno de los puestos del mercado. Arnau Soler es uno de los tantos jóvenes que busca trabajo. Se independizó hace varios años con los pocos ahorros que había conseguido al trabajar como chef en algunos restaurantes de la ciudad.
Ahora este joven se ha visto obligado a cambiar su forma de consumo, aunque prefiere seguir comprando en el mercado como ha hecho siempre. «Yo evito ir a los supermercados. Es un buen recurso para días puntuales, pero la calidad del mercado no la tienen», explica. Su secreto para conseguir llegar a fin de mes es buscar siempre productos de temporada, hacer dos compras grandes y aprovechar cualquier alimento para cocinar. «Si hago caldo luego aprovecho toda la carne del cocido para hacer croquetas o salsas», explica Arnau, quien prefiere privarse de algunos caprichos e invertir el dinero en la alimentación.
Elvira Giménez y Pilar Guillem son dos pensionistas que tenían como tradición venir a comprar al mercado. Desde hace tres años, únicamente vienen de vez en cuando para comprar algo puntual. «Antes veníamos y llenábamos el carro de la compra, ahora no nos lo podemos permitir con lo que cobramos», indica Elvira, quien asegura que este año no va a poder probar ni las fresas. «Ni en Navidad se ven estos precios», afirma Pilar.
Vicenta Madrid
Consumidora
Las cuentas no salen. Llenar la cesta de la compra sigue siendo un reto mientras que los precios de los alimentos continúan al alza. El encarecimiento de vida durante estos últimos años ha provocado que ir al supermercado se haya convertido en una odisea para miles de familias valencianas que luchan por conseguir llegar a final de mes.
La crisis de precios en la que nos encontramos hace que las marcas blancas vuelvan a ser las protagonistas en la cesta de la compra y sean la solución para muchas familias valencianas.
Un panorama duro que obliga a los consumidores, independientemente de su edad o situación, a modificar sus hábitos de consumo para conseguir llegar a final de mes. La mayoría de los compradores valencianos comparte que ha cambiado sus hábitos al respecto durante estos últimos años.
Si hace tres años el precio estaba como tercer factor a tener en cuenta a la hora de comprar un producto, pasó a a ser el segundo en 2022 y posiblemente este año sea el factor más relevante a la hora de realizar la compra. Los consumidores ya no compran por preferencias personales ni por calidad, sino por precio. Según los últimos datos que maneja la encuesta anual de Avacu el factor precio pasará a ser el más relevante en 2023. «El precio está siendo un elemento esencial en la actualidad. La gente se va a establecimientos que tienen mejor precio porque el poder adquisitivo no da para más», indica Fernando Móner, presidente de la asociación Avacu.
Por esta razón, los supermercados siguen siendo el formato más utilizado por los ciudadanos valencianos ya que consideran que en estos lugares «se encuentran los precios más competitivos. No la mejor calidad, pero si el mejor precio», explica Vicen.
Manuel Giménez
Tendero
Pero la forma de consumo no ha cambiado únicamente en la alimentación, en otros sectores también está pasando lo mismo. «Ya no compramos vehículos nuevos, cada vez más personas optan por comprar vehículos de segunda mano e intentamos alargar la vida de los productos al máximo», indica el presiente de la asociación.
Todas estas son posiciones derivadas de la incertidumbre de no saber cuándo va a acabar este periodo inflacionista. Este miedo como telón de fondo trae de vuelta algunos hábitos que parecía que habían quedado en la historia. «Desde la crisis de 2007 no me veía obligada a comprar marcas blancas. Es muy triste estofen vez de avanzar, retrocedemos», concluye Vicenta.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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