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J. A. M.
VALENCIA.
Lunes, 15 de enero 2018, 23:30
Quienes han conocido a Nathaly Salazar destacan de ella su «honda humanidad», «bondad» y «disposición al trabajo y a ayudar en todo a los demás», mezclado con un gran amor al deporte y a la naturaleza. Curiosamente, es su altruismo lo que le costó la vida, ya que poco antes del supuesto accidente mortal, la valenciana cedió su puesto en la tirolina a una madre y su hijo que estaban angustiados porque se había puesto a granizar en la zona de Maras y había cierta urgencia en ponerse cuanto antes a refugio.
Esta mujer fue precisamente quien contactó con las autoridades peruanas hace pocos días después de que la fotografía de Nathaly se difundiera por las calles y medios de comunicación. Había quedado marcada por ese gesto. «Esa chica era un ángel», ha llegado a afirmar conmovida por su acción en la situación de apuros. Como es lógico, ese día, el 2 de enero, no supo del fatal desenlace y de la deleznable conducta de los guías de la atracción turística.
Pero su información fue clave: permitió, en primer lugar, situarla en la zona, además de orientar las sospechas policiales hacia los dos presuntos responsables de la desaparición. «Probablemente nos salvó la vida», expuso esa mujer que vio a Nathaly por última vez. Considera que quizá, si ella o su hijo hubieran estado en el lugar de la joven en la tirolina probablemente hubieran corrido su fatal destino.
Su colaboración de esta testigo con la policía peruana ha sido fundamental en la resolución del caso. Sin su advertencia, admiten personas próximas a la familia, «habría sido mucho más dificil saber dónde estuvo por última vez y qué pasó realmente».
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