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Las chimeneas de Valencia se ponen guapas

Las chimeneas de Valencia se ponen guapas

El Ayuntamiento termina de restaurar algunas de las últimas supervivientes de la industrialización y planea la señalización de algunas ubicadas en la zona del Grao

Viernes, 26 de enero 2024

Forman parte del paisaje urbano de Valencia. Se alzan imponentes, salpican en vertical parques y plazas, otras están más escondidas. Son las chimeneas industriales, las últimas supervivientes de los albores de la industrialización valenciana a comienzos del siglo XX. Un rescate a tiempo ha podido salvarlas de la extinción en algunos casos, otras en cambio han perdido la batalla del tiempo. El Ayuntamiento ha finalizado recientemente la restauración de dos de ellas: la que perteneció a la destilería de la Unión Alcoholera Española y la de la antigua fábrica de papel Layana. Además, está ultimando la señalización de algunas ubicadas en el Grao, dentro de una ruta que pondrá en valor el patrimonio industrial de esta zona.

A finales del siglo XIX y principios del XX, las chimeneas industriales echaban humo en la capital del Turia y en muchas otras poblaciones de la provincia de Valencia. Empezaron a construirse como sistema de evacuación ante las quejas de los vecinos por los malos olores y gases que generaban las industrias. Las fábricas de fundición de hierro y cobre llevaban chimeneas de serie, pero también las alcoholeras, harineras y fábricas metalúrgicas. Las necesidades de agua sitúan la mayoría de ellas próximas a ríos y acequias.

Pese a la increíble resistencia de muchas chimeneas que han sobrevivido a sus fábricas, el desarrollo urbanístico ha acabado sentenciando numerosos ejemplos. La ley de patrimonio valenciano protege las chimeneas anteriores a 1940 como Bien de Relevancia Local.

En Valencia hay más de 40 chimeneas industriales. Y si hay una persona que las conoce bien es Gracia López, que lleva estudiándolas décadas. La arquitecta recuerda cómo empezó su pasión por ellas: «Estaba en el Gulliver haciendo una foto y de pronto me fijé en las chimeneas de la Alameda. Tuve que elegir un tema para la tesis doctoral y me decidí por este tema», recuerda. Este trabajo es ahora una referencia para su estudio.

Si López tuviera que destacar algunas chimeneas de Valencia ciudad serían la chimenea de la papelera Layana de 1903 (que tiene una gemela en Alzira), las de la prolongación de la Alameda, la de Aceites Vidal en la calle Noguera, la de cervezas el Turia y la de Alamar en la Torre. Pese a todo advierte de que algunas de las más bonitas ya se han perdido: «La restricción temporal hasta el año 40 está haciendo mucho daño a auténticas maravillas de fustes, que se han derribado, como la chimenea de Azulejos Tovar en Manises».

La Guía Repsol realizó una ruta en 2020 en las que destacaba también la de la fábrica de vinagres March en el Cabañal, que en su capitel parece tener un pararrayos. Asimismo pone el foco en otras como la regia chimenea de la fábrica Vidrios Belgor en Serrería y la chimenea de Bodegas Garrigós que ahora reposa sobre una acera de un moderno «hall».

Las chimeneas de la C/ Escultor Octavio Vicent. Irene Marsilla

La arquitecta considera que a través de las chimeneas industriales se puede conocer todo un periodo. Se puede aprender sobre economía pues van asociadas a un tipo de industria, sobre arte por su decoración, sobre química a la hora de analizar su funcionamiento, sobre arquitectura al aprender sobre su construcción y con ello sobre toda la historia de Valencia.

¿Cómo se puede ayudar a su protección? López lo tiene claro: «Hay que hacer pedagogía, desde bien pequeños. A veces los niños ven una chimenea y se acuerdan de mí, las valoran porque las conocen», explica. Y añade que hay que hacer más por protegerlas porque «pese a que se ha avanzado, queda mucho por hacer».

Cómo se construían

Las chimeneas industriales tienen tres partes diferenciadas: la base o pedestal, la caña, fuste o tubo y la coronación, coronamiento, capitel o remate. Se puede incluir en estas partes también lo que no está directamente a la vista, como el conducto que une la zona donde se produce la combustión y la propia chimenea, y la cimentación.

Las comunes en la Comunitat Valenciana tienen sus características propias, como su planta octogonal, frente a las del resto de España. La forma de la corona valencia viene determinada por cada uno de los constructores, aunque hay una tendencia a abrirla en forma de campana invertida que recibe el nombre de 'hoja de tabac'. «Otra de las señas de identidad es que las esquinas de muchas de ellas están bordeadas de ladrillo rojo», detalla López.

Cada construcción de este tipo tardaba entre tres meses o incluso menos en alzarse, a razón de tres o cuatro hiladas de ladrillo por día. Y era el resultado del trabajo de cinco personas: dos eran más técnicas, las que colocaban los ladrillos con aparejo adecuado y otra que suministraba el material a estos dos, que se encontraban en un nivel inmediatamente inferior, en el interior mismo de la chimenea. En tierra, otra se encargaba de subir el material mediante polea a esta última. El resto de personal era el encargado de preparar las pastas, transportar ladrillos hasta la entrada en la base misma de la chimenea y accionar el torno que subía la polea. «Arriba trabajaban los expertos y abajo las personas más jóvenes», señala la experta.

Una de las curiosidades en su construcción es que las chimeneas industriales se mueven. Su movimiento es ligero y constante debido a las fuerzas del viento, al que resisten gracias a su estructura.

«El empresario expresaba todo su poderío tanto en la altura como en la decoración», comenta la López. No obstante, el tamaño también dependía de la necesidad de la fábrica. Así eran un símbolo de poder y riqueza: cuanto más alta era la chimenea, mayor prestigio social. El aumento de la altura de la chimenea favorecía además el tiro de la misma y por tanto beneficiaba la combustión, reduciendo la cantidad de combustible necesario para generar vapor.

Varias sagas familiares destacaron en la construcción de chimeneas industriales en Valencia. El equipo formado por la familia alcireña Goig y sus trabajadores puede que sea uno de los más prolíficos. También la familia Mir de Mislata, la familia Alfonso de Massanassa, y los Crespo de Burjassot destacan en la construcción.

Para conocer estos tesoros del pasado valenciano, basta con darse un paseo por la ciudad con los ojos bien abiertos.

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