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Estudiar una carrera universitaria implica más oportunidades de dar el salto al mercado laboral, y con trabajos de mayor calidad. La premisa ya era asumida ... por muchos, aunque lo novedoso es que esta tendencia se ha intensificado en los últimos años. En una década ha aumentado la tasa de ocupación mientras que ha bajado la de paro y la que mide la sobrecualificación y el subempleo, entendidos como el desempeño de puestos para los que no se requiere una cualificación acorde a los estudios cursados. Una buena noticia para el sistema, para los jóvenes en general y también para los futuros estudiantes que ya preparan, casi de forma monográfica, las pruebas de la selectividad.
La (buena) evolución se analiza en el informe 'La inserción laboral de los universitarios 2013-2023', publicado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Se han evaluado diferentes indicadores y factores (también la brecha de género, la titularidad o el peso de los postgrados) mediante grupos de alumnos españoles que acabaron sus estudios entre 2013 y 2018, centrándose en su situación durante los cuatro años posteriores a su titulación. La década analizada no es casual, pues coincide «con un periodo en el que paulatinamente la economía española se aleja del patrón de crecimiento anterior y de la Gran Recesión». O lo que es lo mismo, de la crisis económica y financiera.
El estudio identifica los factores que implican mayores ventajas en el acceso al mercado laboral, destacando los estudios cursados. «Aunque cuando se analiza la inserción por ramas de estudio en todas se aprecian mejoras a lo largo del tiempo, cada una parte de niveles distintos en los indicadores y las diferencias se han mantenido», se recoge, antes de destacar que «los egresados en Ciencias de la Salud y en Ingenierías y Arquitectura siguen disfrutando de una mejor inserción laboral, especialmente debido a sus mayores porcentajes de empleo y salarios más elevados, mientras que los de Artes y Humanidades se enfrentan a mayores dificultades».
Toda la información, agrupada por campos de estudio (equivalentes a las carreras) y por universidad, se podrá consultar en las próximas horas en la herramienta U-Ranking, diseñada por ambas entidades y que será actualizada con los nuevos resultados obtenidos en los indicadores analizados -tasa de afiliación, ajuste entre formación y empleo o base media de cotización-, además de incluir por primera vez el porcentaje de graduados con contrato a tiempo completo, con relación laboral indefinida o la tasa de autónomos, que también se tratan en el informe.
El estudio se basa en estos seis parámetros, destacando que en los últimos diez años cinco de ellos han mejorado. Solo el último se reduce, lo que se explica por el «rápido aumento de los trabajadores por cuenta ajena».
A nivel global, la tasa de afiliación a la Seguridad Social, a cuatro años vista, ha pasado del 70,6% entre los que titularon en 2013 a 77,8% entre los que lo hicieron en 2018, mientras que el ajuste del nivel de estudios (lo contrario a la sobrecualificación) evoluciona de un 58% a un 61,9%. Además, crece la base media de cotización, que permite aproximar la mejora de los salarios (de 25.583 euros anuales a 29.559), así como el porcentaje de afiliados con contrato a tiempo completo (+0,9%) y el que mide a los indefinidos (56,5%-62,4%).
Por ramas de conocimiento, en términos de afiliación se sitúan por encima de la media Ciencias de la Salud (83,2%) e Ingeniería y Arquitectura (83,5%), quedando las restantes por debajo: Artes y Humanidades llega al 65,8%, Ciencias Sociales y Jurídicas al 75,9% y Ciencias al 76,3%. Lo mismo sucede con la base de cotización media. Además, el ámbito de Ingenierías y Arquitectura también destaca en afiliados a tiempo completo (94,9%) y con contratos indefinidos (83,5%), aspectos en los que flaquea Ciencias de la Salud (78,9% y 39,8%), lo que se explica por la temporalidad o los periodos de formación especializada de algunas de sus titulaciones.
Analizando la evolución por campos de estudio (que se puede asimilar a carreras universitarias), destaca el crecimiento de la inserción laboral (tasa de afiliación) de los títulos de Enfermería (+24,3%), Estadística (+10,9%), Matemáticas (+8,4%), Ingeniería de Computadores (+12,1%) o Eléctrica (+8,4%).
«Entre 2013 y 2023 se han creado 437.000 empleos netos nuevos para jóvenes entre 22 y 29 años, de los cuales 345.800 (79%) han sido ocupados por universitarios de esa franja de edad», dice el informe, que destaca que el crecimiento entre estos últimos ha sido del 58%. Y la tendencia se ha dado, especialmente, entre los puestos altamente cualificados: el 91% de esos trabajos (+76% en el mismo periodo).
«Esa mejora sustancial, en cantidad y calidad, requiere un cambio de perspectiva de las debilidades que tradicionalmente se señalan sobre la inserción laboral de los titulados», se defiende. También se hace referencia «al fuerte descenso» de la tasa de desempleo -del 29,2% al 12,5%- y a la reducción de los subempleados -del 30% al 22%, contando las seis cohortes de estudiantes analizadas en el estudio-.
En cuanto a las causas, se apunta a la demanda, en el sentido de que en la última década el mercado de trabajo ha experimentado una creación de 3,9 millones de puestos de trabajo (como se ha dicho, con especial incidencia en las ocupaciones altamente cualificadas), sin olvidar el aumento de universitarios (+27%), «que cuentan con el perfil de cualificación que precisan muchos de los nuevos puestos creados».
El estudio también recurre al incremento de titulados en másteres (del 22% al 42%) para explicar la mejoría en términos laborales, que se observa en el ajuste del puesto de trabajo al nivel de estudios cursados (77,1% frente al 61,9% en los egresados de grado) y en los salarios obtenidos, con una base de cotización media un 11% superior.
La titularidad de la universidad es otro de los factores tenidos en cuenta, pues los titulados de centros privados aventajan en inserción, en algunos aspectos, a los que se forman en la red pública. Aunque apenas hay diferencias en tasas de afiliación, contratación a tiempo completo y contratación indefinida, a cuatro años vista sí se aprecian en la tasa de ocupados cuyos puestos se ajustan a los estudios realizados (72,2% frente a 59,9%), así como en las bases de cotización (+12%).
«Estas diferencias se deben a factores que las universidades privadas potencian, como la mayor adaptación de su oferta de estudios a las demandas del mercado de trabajo, la localización de sus centros en áreas metropolitanas dinámicas y la captación de estudiantes provenientes de entornos socioeconómicos favorables, que ofrecen conexiones que facilitan la inserción», dice el estudio.
El estudio también analiza las diferencias en las oportunidades de inserción según el sexo de la persona titulada. Aunque en las tasas de afiliación y el ajuste del puesto a la formación recibida se han reducido hasta llegar a la práctica equiparación, las mujeres sí presentan peores resultados en sus bases de cotización (anualmente cobran de media 1.768 euros menos que los hombres), en el porcentaje de empleos a tiempo completo (la diferencia porcentual es un 9,4% favorable a ellos) y en el de contratos indefinidos (+12,2%). En este último indicador ellas sólo quedan por encima en el ámbito de Artes y Humanidades.
Además, en el análisis detallado de la brecha salarial por titulaciones, el estudio revela que los hombres cobran más que las mujeres en 74 de los 92 campos de estudio sobre los que se dispone de información. Y en 57 la diferencia es superior a los 1.000 euros anuales a favor de los primeros.
Sin embargo, las mujeres representan actualmente el 57% del estudiantado de grado y máster, «acceden a las universidades con iguales o mejores cualificaciones que los hombres y tienen mejor rendimiento en sus estudios, con menos abandono y mayor porcentaje de finalización de sus estudios en la duración teórica de las titulaciones», señala el informe.
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