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José, vecino de Paiporta, apoyado sobre su bastón delante de su ascensor averiado. Irene Marsilla
Cinco meses sin ascensor: «Bajo a la calle porque tendré que comer»
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Cinco meses sin ascensor: «Bajo a la calle porque tendré que comer»

La Generalitat cuantifica en 311 los edificios de la zona cero donde todavía hoy viven personas con problemas de movilidad que están obligados a hacer uso de las escaleras para salir

Gonzalo Bosch

Paiporta

Viernes, 28 de marzo 2025, 00:41

El vicepresidente segundo de la Generalitat y conseller para la Recuperación, Francisco José Gan Pampols, siempre ha defendido que «lo primero que se hará -en materia de recuperación- será lo referido a personas». A este respecto, el conseller reconoció que una de sus mayores preocupaciones era la vulnerabilidad de todas aquellas personas con movilidad reducida que, cinco meses después, continúan sin ascensor en sus fincas. La Generalitat, en coordinación con las distintas entidades, ha identificado un total de 311 edificios en los que viven personas que se encuentran en dicha situación.

Cabe recalcar que serán más los edificios que todavía no han podido recuperar su elevador, debido a la saturación de cara a contar con el personal, piezas y tiempo necesarios para abastecer toda la demanda. En esos 311, según la Comunitat, viven personas con movilidad reducida. Por municipios, Paiporta lidera la tabla con más fincas sin ascensor (70), con mucha ventaja respecto al segundo, Catarroja (42). En tercer lugar se encontraría Massanassa con 40, y después ya otros como Aldaia (28), Sedaví (23) o Benetússer (22). Con personas vulnerables, la conselelria se refiere a que se tiene algún tipo de discapacidad o En su mayoría, viven personas mayores de 70 años que ven dificultada su vida normal por no disponer de ascensor.

A este respecto, LAS PROVINCIAS ha estado en Paiporta para conocer cómo se encuentran estas personas. José, de 84 años y que vive en un cuarto piso, sube y baja las escaleras cogido de la barandilla, ayudado por su bastón, y con mucha calma para no tropezar. «Bajo porque tendré que comer. no me puedo quedar en casa si tengo que hacer la compra», asegura. A la pregunta de cómo se encuentra tras cinco meses donde no le ha quedado otra que subir y bajar por as escaleras, José es muy directo: «¿Cómo voy a estar? Hecho polvo, pero si me quedo en casa, es peor».

El hombre asegura que él y su mujer, de 82 años, bajan para cumplir con las tareas esenciales: «Cuando toca hacer compra, se baja. Si tenemos alguna cita médica, pues también». ¿Y si no hace falta nada? «Pues no se baja, que tampoco vamos a estar aquí haciendo el tonto», contesta con humor. El jubilado asegura que él y su mujer se encuentran «más cansados que nunca», y que deben valorar cada día si dedican su esfuerzo para bajar. «Tenemos un hijo que se rompió la pierna y que lleva una semana operado, y todavía no nos hemos hecho la idea de ir a verlo», sentencia.

Irene Marsilla

Pese a ello, José trata de tomárselo con humor, pues «siempre se puede estar peor», según explica. «Nuestros vecinos de rellano son una pareja de mudos en silla de ruedas. Ellos llevan sin bajar los cinco meses que llevamos así. Tienen a alguien que les hace la compra y ayuda en casa, pero no han visto el sol en todo este tiempo. Yo por lo menos puedo dar paseos y que me de el aire», aclara.

En una situación similar se encuentra un matrimonio de jubilados de Paiporta, que no quieren dar su nombre ni salir en las hojas de este periódico. Aunque no les importa contar su situación. «Vivimos en un quinto, tenemos las piernas destrozadas. Pero ya no sólo las piernas Después de lo que nos tocó vivir, y ahora todos los días con la escalera, la cabeza se me va», cuenta la mujer.

El matrimonio atiende a este periódico recién llegado de hacer la compra. Mientras cuentan su experiencia de todos estos meses, su hijo, que vive con ellos, se encarga de realizar tres viajes -subir y bajar cinco pisos- para cargar con todas las bolas y que sus padres no hagan esfuerzos innecesarios. Antes de empezar una nueva subida se evidencia que le falta el aliento. «Así lo tenemos, ayudándonos todo el tiempo porque nosotros solos no podemos», cuenta la mujer.

Desde el inicio de la emergencia, El Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad de la Comunidad Valenciana (CERMI CV) ha denunciado la situación que viven multitud de personas con movilidad reducida de las zonas afectadas. Desde la organización, se asegura que estas personas se encuentran «devastadas y frustradas» con la situación actual. Otras entidades, como Cruz Roja, también tienen iniciados programas para identificar dónde viven personas dependientes para ofrecer servicios de asistencia y ayuda. La Generalitat asegura que se ha coordinado con todas estas entidades para poder realizar el mapeo de identificación de fincas con residentes que padecen movilidad reducida.

Desde la conselleria de Servicios Sociales se asegura que la vicepresidenta primera Susana Camarero ha enviado una carta al Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) para solicitar que priorice la valoración y pago en edificios afectados que cuentan con personas mayores, dependientes o con movilidad reducida, para que puedan restablecer el funcionamiento de los ascensores afectados.

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