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La revista National Geographic es una referencia en lo que a viajes y recomendaciones se refiere. Esta prestigiosa entidad suele publicar varios artículos relacionados con el turismo en los que aconsejan destinos para los viajeros. En esta ocasión han elaborado un listado con los 100 pueblos que, en su opinión, son los más bonitos de visitar de toda España. Todos están ligados por dos características: su pequeño tamaño y su riqueza cultural y paisajística. Podemos encontrar lugares Patrimonio de la Humanidad y degustar algunos de los principales platos de nuestra gastronomía. Dentro de este centenar de municipios, destacan cinco valencianos. Son los siguientes:
1
Este pueblo alicantino uno de los epicentros turísticos de la Comunitat Valenciana. Mantiene ese aroma a pueblo mediterráneo, su casco antiguo ha sabido protegerse de edificios mastodónticos, por lo que la estampa sigue siendo igual de idílica si miramos hacia la zona antigua. Justamente esa imagen, esas calles, las casas blancas y el mantener la «esencia de pueblo mediterráneo».
Desde el magazine aconsejan visitar su iglesia de Nuestra Señora del Consuelo: «Sus dos cúpulas, cubiertas de tejas vidriadas azules, raciman a su alrededor las calles blancas tan típicas del Mediterráneo, rodeadas por la Torre de Galera y la de Bellaguarda y los accesos de Portal Nou y Portal Vell».
2
Habitado desde el neolítico, se trata de un lugar al que los árabes aportaron su «entramado urbano de callejuelas y casas encaramadas». También se caracteriza por su Ruta Mágica, en la cual se recorre todo el perímetro del casco histórico. Entre sus calles se pueden encontrar las ermitas de San Juan Bautista, de la Virgen de los Desamparados y de Agosto, y se cubren bajo portales y antiguos accesos como el de Agosto, el de San Blai o el de la Calzada Excusada.
«Podemos encontrar casas de origen medieval excavadas en la roca que, tras ser halladas en 2008, se han convertido en la voz narrativa del pasado textil de la zona, que le llevó a ser reconocida con el título de Real Fábrica de Paños en 1587. Y todo ello aderezado con regalos en forma de fuentes y de flores que decoran los balcones.», explica la revista.
3
En el norte de la provincia de Alicante, algo retirado en el interior en la comarca de la Marina Baja, se localiza este pequeño pueblo de origen árabe, situado en una especie de fortaleza natural inexpugnable. Su núcleo antiguo está declarado Conjunto Histórico-Artístico. Desde la plaza del Castillo, en lo más alto del bastión de origen musulmán, se contempla una panorámica del entorno.
Este enclave está dominado por su Castillo, mimetizado con la roca gris de la sierra alicantina. Además, seduce desde hace siglos a quien llega desde la cercana Costa Blanca. Su calle principal asciende hasta la fortaleza de Sant Josep (siglo XI), el fuerte erigido por los árabes para controlar el valle del río GuadalesT.
4
Ubicado a los pies del Parque Natural dels Ports, Morella es conocido por su castillo y a sus impresionantes murallas. Con casi dos kilómetros de baluarte, dieciséis torres y seis portales, no cabe duda de que este pueblo del Maestrazgo es un enclave especial. Ya lo fue para los primeros pobladores que pasaron por aquí y en sus faldas pintaron escenas de caza rindiendo culto a la vida, en lo que hoy son las pinturas rupestres de Morella La Vella.
La historia ha construido la Morella actual, en la que el castillo racima a su alrededor un centro histórico donde varias iglesias abren sus puertas al visitante. Descendiendo por las angostas callejuelas, se suceden casas solariegas y palacios entre restaurantes, bares y tiendas antes de alcanzar las murallas, las torres y los portales. El acceso principal al pueblo se hace por las Torres de San Miguel, donde se encuentra una exposición de juegos tradicionales, aunque también se puede entrar por el Portal de San Mateo, el del Rey y el del Consell. Cerca de esta última torre se halla uno de los tesoros mejor guardados de Morella: el Jardín de los Poetas, que homenajea a grandes figuras de la poesía como Vicent Andrés Estellés.
5
Este pueblo costero del litoral de Castellón parece una isla desde el mar. Lo fue en el pasado, cuando los temporales borraban la estrecha franja de arena que lo conectaba con tierra firme. Desde lo alto de la peña sobre la que se erige la ciudad, el castillo templario domina la bahía de Peñíscola y el horizonte azul. Construida entre 1294 y 1307, esta fortaleza fue la residencia y biblioteca extraordinaria del papa Luna –Benedicto XIII por la Iglesia de Aviñón–, desde 1411 hasta su muerte en 1423.
Al otro lado se abre un núcleo abigarrado de callecitas que desembocan en escaleras o frente al mar y, de vez en cuando, en una placita como la de San Roque o la del Mercado. El paseo de Ronda, en la parte alta de las murallas de la plaza Santa María, ofrece vistas de las playas que abrazan el peñón, la Nord y la Sud. Otro mirador magnífico es el parque de la Artillería, desde el que se contempla toda la bahía. Aquí se ubicaban los cañones de la fortaleza y ahora se extiende un jardín botánico con palmeras, matas de espliego y flora del litoral castellonés.
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