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No todos comemos igual. Un estudio de una investigadora de la Universidad Católica de Valencia (UCV) concluye que las personas que residen en las ciudades llevan una dieta más saludable que aquellos que viven en los pueblos.
La profesora de la Facultad de Medicina y ... Ciencias de la Salud de la UCV, Elena Sandri, establece múltiples factores que explican los resultados de su estudio: «Podría deberse al hecho de que las ciudades concentran una población más joven dentro del segmento de edades que hemos investigado«. La teoría es que los jóvenes son personas más activas que dedican más tiempo al deporte o a interesarse por su alimentación. Ya sea por energía vital o porque se ven constantemente amenazados por los cuerpos esculturales que ven en Instangram.
«Cabe señalar también que en las grandes localidades es más fácil encontrar una amplia gama de establecimientos que ofrecen productos alimentarios variados y de calidad, y existe un mayor acceso a centros deportivos, gimnasios y profesionales que ayudan con el ejercicio físico o con la nutrición», comenta la investigadora. Un argumento que resuena acorde a las reivindicaciones históricas de la denominada »España vaciada«.
Otra de las variables que influyen en llevar una dieta sana es el nivel de estudios, que se impone por encima del poder adquisitivo en las «decisiones nutricionales». La investigadora lo tiene claro: cobrar un mayor salario y tener unos mejores hábitos de descanso son variables trascendentales para poder llevar una vida saludable. Si uno dispone tiempo (un bien del que nunca se tiene suficiente) es más fácil que se dedique a cocinar un plato elaborado que que compre comida para recalentar.
Múltiples son los factores decisivos que determinan qué apuntamos en la lista de la compra cuando vamos al supermercado. La experta determina que también hay muchas diferencias entre aquellos que han estudiado una carrera de la rama de las ciencias de la salud y los que no la han hecho. Es decir, aquellos que tienen más conciencia sobre lo que se están metiendo en el cuerpo son más cuidadosos a la hora de elegir el menú.
«Quizás este resultado responde a que los trabajos menos cualificados tienen un horario fijo, en general. Aunque algunos de esos puestos laborales sean muy duros y exigentes físicamente las horas de la jornada laboral suelen estar más delimitadas que otras tareas profesionales que suponen«, matiza Sandri. Esto implica a que por norma general las personas menos cualificadas tienen que alargar las horas de trabajo o seguir trabajando una vez llegan a casa. Sin momento para el descanso.
La profesora de la UCV ha realizado esta investigación para su tesis doctoral sobre el estilo de vida y perfil alimenticio de la población joven adulta (de 18 a 45 años) de España en el que han participado más de 18.000 personas. Entre las conclusiones obtenidas, Sandri desmiente los mitos. Paradójicamente, en el norte de España es donde llevan una alimentación más equilibrada, desbancando a la zona del mediterráneo.
El género también influye en cómo se cuida uno. Los hombres consumen más alcohol que las mujeres. Eso sí, luego hacen más ejercicio y consiguen dormir mejor que ellas. ¿La hipótesis de la investigadora? Aunque se supone que hemos avanzado en la sociedad, suelen ser las mujeres las que se desvelan por las noches para el cuidado de los hijos. Ellos, la mayoría de las veces, se dan la vuelta y siguen durmiendo.
La profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UCV también sopesa que las mujeres tienden a pensar más en las cuestiones del día a día cuando se acuestan en la cama, lo que hace que para ellas sea más difícil conciliar el sueño. Ellos duermen más a pierna suelta aunque algo les aflija.
A medida que nos hacemos mayores nos preocupamos más por las calorías que lleva cada comida en un esfuerzo de mantener el metabolismo que teníamos con 18 años. Los jóvenes se alimentan peor, sí, pero también hacen más actividad física.
Comer en compañía alimenta el alma, y también hace que estemos más sanos. La soledad es una carga muy pesada en todos los aspectos de la vida. «Cuando uno come solo suele tener estar menos motivado para cocinar, incluso tener más vacía la nevera. La estructura familiar, en cambio, ordena nuestros horarios y estilos de comida», explica Elena Sandri. Unas declaraciones que nos hacen recordar aquellos platos elaborados de nuestras madres. Además también influye la elección de los productos. Decantarse por alimentos ecológicos o de kilómetro cero también influyen en llevar un estilo de vida más sano.
El estudio pretende volar lejos de España y aplicarse en otros países como Italia y Chile. En el segundo de ellos, adaptando las preguntas a sus modismos y también a la cultura de ambos países.
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