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Lunes, 4 de octubre 2021, 00:33
El Ministerio de Transportes defendía el aumento de la puntualidad de los trenes de Cercanías en la Comunitat Valenciana hasta un 97% en la contestación a una pregunta parlamentaria unos días antes de que el jueves y el viernes pasado se sembrara el caos con una huelga de maquinistas en la que no se respetaron los servicios mínimos.
Miles y miles de trabajadores y estudiantes llegaron tarde a sus puestos de trabajo o a sus centros de estudio porque de los 208 trenes que debían circular cada uno de los dos días, más de la mitad se quedaron parados.
Hubo cientos y cientos de pasajeros que esperaron desde una hora y media a dos horas a que pasase un tren. Y decenas y decenas de usuarios se agolparon en la Estación del Norte para tratar de volver a sus casas en un convoy. Los vagones, además, iban atestados.
Renfe ya ha abierto expediente a 31 maquinistas de Valencia y Barcelona por faltar a los servicios mínimos, más de la mitad en la Comunitat. La compañía, en contra de la versión de los profesionales, asegura que comunicó legalmente a los trabajadores su obligación de acudir a cubrir servicios esenciales. Y lo hizo a través del correo electrónico certificado de lleida.net cuyo valor y constancia es «similar a un burofax».
Lo sucedido el jueves y el viernes fue negativamente extraordinario y más exagerado de lo habitual pero es lo que en muchas ocasiones se encuentran los pasajeros sin necesidad de que haya declarada una huelga por parte de los maquinistas: o falta el conductor de un tren por una baja inesperada del conductor que se queda sin cubrir, o una máquina no ha salido a tiempo del taller y se tiene que cancelar el servicio o se retrasa su prestación.
Alrededor de 40.000 valencianos son usuarios cada día de las líneas de Cercanías. Unen comarcas enteras con el cap i casal y las suspensiones de servicios y los retrasos afectan, por tanto, a la vida diaria de decenas de municipios. En muchos casos, especialmente en los más alejados de Valencia, no hay un servicio alternativo de transporte que no sea el vehículo particular. El metro no cubre el territorio de los Cercanías y las líneas de autobuses no disponen de las frecuencias que puedan hacer sombra al transporte ferroviario.
«La semana pasada tuvimos 122 cancelaciones. No se cubren los trenes que se estropean ni las vacantes de personal y todo eso influye en el servicio», apunta José Ramón Adsuara, alcalde de Alfafar. Esta localidad de l'Horta tiene la mala suerte de disponer de la última parada antes de que los trenes crucen el nuevo cauce del Turia para llegar a Valencia y en hora punta muchos usuarios se quedan plantados sin poder subir a los convoyes porque van llenos. Adsuara, como sus antecesores en el cargo, sigue clamando en el desierto por el soterramiento de las vías a su paso por Alfafar y de la construcción de una tercera vía que evite el paso de los trenes de mercancías, especialmente los de productos peligrosos, por el casco urbano del pueblo.
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«Hacen falta inversiones en este servicio», señala el alcalde de Catarroja, Jesús Monzó. «Sabemos que son importantes la alta velocidad y el corredor mediterráneo pero el tren lo utiliza a diario la gente de a pie y es imprescindible que se hagan inversiones para mejorarlo», reclama.
La línea C3 -conecta la capital con ciudades como Buñol- tampoco consigue la aprobación de los usuarios. Su alcaldesa, Juncal Carrascosa, califica de «desastre total» el servicio. «El Cercanías se tendría que llamar Lejanías», resume.
«Me parece muy absurdo que de Buñol a Valencia, separadas por poco más de 30 kilómetros, se tarde una hora y cuarto», afirma la alcaldesa. Reconoce que se ha realizado alguna inversión en la vía, pero lamenta que ni se haya electrificado la línea (las máquinas funcionan con gasóleo), «es tercermundista», y tampoco haya doble vía. Además, las plataformas de la estación y la de los vagones están a distinto nivel, lo que da idea de los antiguos que son esos convoyes que, según Juncal Carrascosa, «se estropean y dejan a los pasajeros tirados». Eso, a su juicio, conlleva que la gente deje de utilizar el tren, «pues no tiene la seguridad de llegar al destino y eso es grave».
Gandia dispone de una de las líneas de Cercanías más utilizada y, por tanto, más afectadas a la hora de que se suspendan servicios y haya retrasos. Su alcalde, José Manuel Prieto, asegura que «no solamente compartimos, sino que damos total apoyo a las reivindicaciones de los usuarios», pues afectan a su día a día. Señala que se encuentra «muy preocupado por esta situación cuando he visto un incremento progresivo de los mensajes de queja de los usuarios».
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Las frecuencias de la Ciudad Ducal con el cap i casal son algunas de las más afectadas en los últimos días. Prieto afirma que ha denunciado la situación a Renfe y Adif y señala el traspaso de competencias de las líneas de Cercanías como una de esas soluciones, aunque considera que tendrá que ser a medio plazo.
El concejal de Movilidad del Ayuntamiento del l'Alcúdia de Crespins, Pepe Garrigós, es, además de político de Compromís, usuario del tren. «Llevamos año y medio de cancelaciones de trenes, lo que está haciendo que cada vez más gente coja el coche», subraya. «Todos los días es una sorpresa. No sabemos si saldrá el tren o si tendremos que bajarnos porque hay una avería», afirma. El nacionalista, además, se queja del precio del billete.
«La mejora del servicio de trenes tanto para el transporte de viajeros como de mercancías es una asignatura pendiente y un problema de primer orden, así como uno de los objetivos estratégicos al que ni queremos ni podemos ni vamos a renunciar y vamos a seguir reivindicándolo», asegura el alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà. Considera que el tren «es fundamental para el desarrollo futuro de la ciudad» e indica que así se lo han transmitido a la dirección de Renfe.
Xàtiva sirve de conexión para la línea de Ontinyent y Alcoy. «Se habla de que esta línea tiene pocos usuarios, pero el problema es que hay pocas frecuencias y eso desincentiva el uso del tren», explica el alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez. E insta al Gobierno a tomarse en serio esta línea, que da servicio al campus universitario de la ciudad, porque parece evidenciarse que para el Estado «es residual».
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La solución de las Cercanías pasa por la cesión de la gestión al Consell, pero no a cualquier precio: con dotación económica, material rodante modernizado y personal. O al menos eso es lo que quieren desde el departamento del conseller Arcadi España. Hace 20 años el entonces conseller de Obras Públicas, José Ramón García Antón, ya pidió la cesión de las Cercanías. El ministro del ramo, Álvarez Cascos, no cedió.
Consideran que es algo «complejo» y que llevará tiempo. Un tiempo que quieren empezar a descontar antes de Navidad con la primera de las reuniones técnicas con el Ministerio. Consideran que una gestión más próxima sería más eficiente y que habría una mejor coordinación con el transporte público de la Generalitat.
«No hace falta que haya una huelga para ir como sardinas en lata»
La protesta de los maquinistas incrementa el malestar de los pasajeros que sufren en su día a día el deterioro del transporte ferroviario
La huelga de los maquinistas del sindicato Semaf, que aúna a un 85% de estos trabajadores de Renfe, ha motivado que se disparen las protestas. Los usuarios, en general, entienden que un grupo de trabajadores planteen y hagan huelga para reivindicar mejoras en sus puestos de trabajo. Pero por lo que no pasan es por que no se cumplan los servicios mínimos y les dejen en la estacada, como sucedió el jueves y el viernes, cuando más de la mitad de trenes que tenían que haber prestado servicio no lo hicieron. Y todavía quedan otras seis jornadas de paro: mañana y los días 5, 7, 8, 11, y 12 de octubre.
En las estaciones se han escuchado frases como «no respetan los servicios mínimos», «esta huelga es contra la gente», «qué poca vergüenza», «llego tarde a clase», «no llego al trabajo» o «mañana cojo el coche, no vuelvo a pasar por esto». Vicente Doménech es un hombre de mediana edad y bromea al decir que no es la reencarnación del Palleter. Trabaja en la oficina de un centro oficial en Valencia y es de quienes coge el tren todos los días. Lo hace en Catarroja, aunque no vive en esa localidad. «Sí, el primer día de la huelga llegué tarde a trabajar. El segundo fui en coche con un compañero. El jueves iba a coger el tren a eso de las 7 de la mañana y no llegó hasta las 8.30 horas. Yo entro a las 8 de la mañana a trabajar y claro, llegué tarde», relata Vicente.
El último día que tomó el Cercanías, el tren iba hasta la bandera, tanto para ir a hacia su trabajo como para volver a su casa. «No nos podíamos mover. Y gracias que pude subir a la ida, porque en las siguientes paradas se tuvieron que quedar esperando el siguiente», relata. «A la vuelta tuvimos que esperar un buen rato en la Estación del Norte. En los paneles aparecía todo cancelado», lamentaba.
«Pero no creas; no hace falta que haya una huelga de maquinistas para ir en el tren como sardinas en lata. Últimamente está pasando más de lo que nos gustaría. Se cancelan trenes y cuando llega el siguiente, como esté cerca de la hora punta o en hora punta, si no tienes suerte de pillar un asiento vas agobiado, rodeado de gente, espalda con espalda o cara a cara en el pasillo», cuenta Doménech.
Inés también es usuaria habitual de los trenes de Cercanías y sin haber hablado con Vicente muestra un relato muy similar. «El resto del año también hay retrasos y cancelaciones injustificables. Es como si se tratara de una huelga encubierta». Estas cancelaciones se están dando con mayor brío desde la vuelta de las vacaciones de verano. Es una percepción de esta joven que el jueves se cansó de esperar la llegada del tren que la tenía que devolver a su pueblo y decidió llamar a un taxi.
Y desde el Semaf, el sindicato convocante de las ocho jornada de huelga, advierten de que esta situación va a ir a más porque se van a producir más jubilaciones de maquinistas que van a seguir sin cubrirse de manera suficiente por parte de Renfe. Sostienen que actualmente faltan en Cercanías una veintena de maquinistas y que el año que viene faltarán hasta 40 conductores.
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