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El invierno demográfico ya está vaciando los colegios, pero el problema se intensificará en los próximos 15 años, hasta el punto de que en 2037 ... la población escolar se reducirá un 5%. Puede parecer poco, pero si el fenómeno se expresa en datos absolutos la percepción cambia: 38.479 alumnos menos, que son los que caben en 85 colegios tipo, más o menos la mitad de los que tiene Valencia ciudad.
El impacto será desigual, tanto a nivel provincial como territorial, con una afectación mucho mayor en el ámbito rural. Y lógicamente incidirá en toda España, donde las diferencias serán especialmente acusadas, con algunas regiones que, de mantenerse las actuales tendencias demográficas, corren el riesgo de perder hasta el 44% de su población escolar (de cero a 15 años).
El análisis de la situación se aborda en el estudio 'Las escuelas se están quedando sin niños: una oportunidad para transformar el sistema', publicado esta pasada semana por Lucas Gortazar y Jorge Galindo, investigadores de la universidad Esade. El trabajo va más allá de una síntesis de datos basados en las cifras de población y en las proyecciones que hace el Instituto Nacional de Estadística. También abunda en las causas y plantea medidas para que el nuevo paradigma se convierta en una ventana de oportunidad que sirva para mejorar la educación.
España, en 2013, alcanzó su máximo histórico de población escolar potencial: 7,5 millones de personas menores de 16 años, lo que incluye las dos etapas de Infantil, Primaria y la ESO. En la actualidad la cifra se sitúa en 7,06 (-442.000) y en 2037, según el INE, caerá hasta los 6,45. Un millón menos durante todo el periodo. En clave valenciana se ha pasado de los 808.484 de hace un década a los 777.780 de 2023, cifra que en 2037 bajará hasta 739.301. La caída global es de 69.183, de los que 38.479 se perderán en los próximos 15 años.
«Si como parece probable la inversión pública no desciende y se mantiene en los niveles actuales, el gasto (medio) por alumno va a crecer sustancialmente. La pregunta relevante entonces es: ¿qué hacer con ese excedente de recursos públicos, en qué lo invertimos?», se plantean los investigadores justo antes de trasladar dos escenarios posibles. «No hacer nada, manteniendo el mapa actual hasta que los recursos lo permitan, lo que implica no cambiar el número de aulas ni de escuelas para proteger en teoría la cercanía a la escuela y a los pequeños municipios», o «aprovechar el excedente de recursos de manera estratégica».
Ellos apuestan por la segunda opción, considerando que la primera implica «un gigantesco coste para producir un sistema menos eficiente y equitativo», por no hablar de que «pospone decisiones que a futuro tendrán que ser drásticas, en lugar de darse tiempo para manejarlas gradualmente». De ahí que propongan intervenir ya, pero de manera quirúrgica, sin dejar en la estacada a los alumnos perjudicados por los cierres de aulas que sean inevitables. «Hay que asumir de manera activa la reestructuración de la red, con mecanismos de compensación suficientes (transporte y comedor gratuito para los que tengan que desplazarse), redirigiendo el excedente de inversión «donde pueda producir un impacto más justo y productivo» a través de seis ejes.
Les Corts Valencianes ha reanudado la tramitación de la iniciativa legislativa popular (ILP) que pide la aprobación de una ley que permita reducir las ratios máximas de alumnos por aula, lo que favorecería la atención del alumnado, tal y como proponen los investigadores de Esade. «El descenso de la natalidad posibilita la reducción en todos los niveles educativos para mejorar las condiciones de la enseñanza, sin necesidad de un aumento inasumible de inversión en personal y en infraestructuras», dice el articulado de una proposición que partió del sindicato docente mayoritario en la red pública, el STEPV. Consiguieron reunir 22.206 firmas, el doble de las necesarias para que el parlamento valenciano la tomara en consideración. Como norma general establece un tope de veinte estudiantes por unidad en Primaria, ESO y Bachillerato, en lugar de los 25, 30 y 35 actuales, y de 15 para Infantil, etapa en la que ahora se llega hasta los 20.
Los investigadores dedican un capítulo a analizar la situación actual, y cómo tras el máximo histórico de 2013 gracias al baby boom de finales de los 90 y el saldo migratorio positivo en los años previos a la crisis - «en la era de la expansión crediticia e inmobiliaria»- las proyecciones de población apuntan a una caída general en 2037, que es el límite de la estimación del INE.
Eso sí, se espera un repunte a finales de esta década, cuando los nacidos antes de 2013, durante los últimos estertores de la anterior expansión demográfica, tengan hijos. En cualquier caso la natalidad no será suficiente para que la población escolar vuelva al récord histórico.
El estudio de Esade compara el escenario de máximos de 2013 con el previsto en 2037 en las diferentes regiones, con un claro declive en las dos castillas, el interior de Andalucía y el noroeste peninsular en contraste con las zonas más densamente pobladas. En la Comunitat la reducción será del 12,5% en la provincia de Valencia, del 15,3% en la de Castellón y de 0,77% en la de Alicante. Y si el punto de partida se sitúa en el año actual, la variación será la siguiente: -7,3%, -11% y +0,2%, respectivamente.
Por etapas, se pasará peor en la ESO, teniendo en cuenta que aún no se ha visto afectada por la crisis demográfica, a diferencia de Infantil (de primer y segundo ciclo) y Primaria. En Secundaria la pérdida será del 18,6% respecto a 2023 y en Primaria del 9,33%, mientras que en Infantil se espera un crecimiento gracias a ese repunte de las nuevas generaciones con padres nacidos antes de 2013: +13,7%. Se crece sí, pero en cualquier caso las cifras serán inferiores a las de hace una década.
Para Gortazar y Galindo hay que empezar a trabajar en seis ejes: reducir la ratio de alumno-profesor y el tamaño de las aulas; ampliar la permanencia en la escuela y el refuerzo, lectivo y extralectivo, especialmente con los más vulnerables; mejorar las condiciones del profesorado (retributivas, burocráticas y de estabilidad de plantillas); facilitar su colaboración (codocencia o trabajo por ámbitos); seguir apostando por reforzar el primer ciclo de Infantil y la FP (desarrollo temprano e inserción laboral); y luchar contra la segregación, evitando la concentración de alumnado de similares características sociales en un mismo centro.
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