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Jun Carlos Izpisúa. lp
El comité de bioética de la UCV se interroga sobre la creación de embriones de humano y mono

El comité de bioética de la UCV se interroga sobre la creación de embriones de humano y mono

Entre otros investigadores en el proyecto participa el científico Juan Carlos Izpisúa, formado en la Universitat de València

manuel garcía

VALENCIA

Viernes, 16 de abril 2021, 14:59

El comité de Bioética de la Universidad Católica de Valencia ha puesto el foco en el reciente proyecto que contempla la creación de embriones híbridos de humano y mono y donde participan, entre otros, el científico Juan Carlos Izpisúa, quien se formó en la Universidad de Valencia y que ha tenido relación con la Comunitat.

Además de producir órganos humano-animales, estas experiencias, según señalan desde el comité, persiguen estudiar las primeras etapas del desarrollo embrionario, e incluso ser utilizadas para profundizar en el mayor conocimiento de algunas enfermedades y en su tratamiento.

El pasado 15 de abril de este 2021, se publicó en la revista Cell el primer trabajo en el que se describe la producción de híbridos humano-mono. Se inyectaron en embriones de mono (Macaca fascicularis) un tipo particular de células pluripotenciales humanas, células pluripotenciales expandidas (hEPSCs, por sus siglas en inglés), que fueron desarrolladas en 2017 y tienen un potencial quimérico mejorado, es decir, mayor capacidad de desarrollarse en el embrión animal huésped. En este trabajo, se ha comprobado que las hEPSCs sobreviven, proliferan y generan varias líneas celulares en el embrión de mono in vitro. Hasta ahora, el grupo de Izpisúa y otros grupos, habían demostrado la producción de embriones quiméricos humano-animales, como ratón, cerdo o vaca, pero a pesar de los esfuerzos de los diferentes grupos de investigación, no se han podido producir quimeras en las que se genere una cantidad de células humanas suficiente para pensar que éstas pueden ser la base para crear tejidos y órganos en los animales con componente humano. Esto, al parecer, ha podido ser debido a que la distancia de la línea evolutiva de los animales utilizados está muy distante de la línea evolutiva humana. Para solventar esta dificultad, los autores utilizan aquí monos, cuya línea evolutiva es mucho más próxima a la humana.

Refiriéndose especialmente a los resultados, los autores comprueban el desarrollo de las quimeras producidas hasta la fase de gástrula. Llegado a este momento evolutivo eliminan, en el híbrido producido, la zona pelúcida y de él obtienen las células humanas-animales, que trasferidas a un disco externo continúan desarrollándose. Por esta vía obtienen 132 líneas celulares de las cuales 3 sobrevivieron 19 días.

Consideran "indudable" que estas experiencias susciten problemas éticos: "Los mismos autores, en la discusión de su artículo, comienzan afirmando que han consultado con instituciones y expertos en bioética a nivel internacional, quienes al parecer han dado el visto bueno a su trabajo".

En relación con ello, "habría que saber, en primer lugar, qué expertos bioéticos han sido consultados, pues, a nuestro juicio, estas experiencias tienen un evidente carácter utilitarista, por lo que, si los expertos navegan por esa vía, es natural que no encuentren dificultades éticas".

Pero, al margen de ello, "a nuestro juicio, son claras las dificultades éticas que este trabajo presenta. En primer lugar, y esencialmente, por las dificultades éticas que van unidas a la producción de quimeras humano-animales, que nosotros hemos tratado con anterioridad, y que se pueden resumir diciendo que es difícil de determinar qué grado de humanización alcanza el embrión quimérico producido, pues en función de ello, puede no ser ético generar y manipular estos embriones, ni mucho menos destruirlos.Como en informes anteriores comentábamos, en los tejidos y órganos quiméricos producidos puede existir una colonización de células humanas de distinto grado, con la posibilidad de que dicha colonización se extienda más allá del órgano que se quiere producir y pueda incluso llegar al cerebro, lo que sin duda puede plantear problemas éticos difíciles de solventar".

En algunos de los trabajos anteriores, los autores, agregan desde el comité, "intentan solucionar este problema produciendo animales transgénicos en los que se habría suprimido el gen generador de órganos que se quiere producir, por lo cual, en su opinión, este órgano solamente se colonizaría con células humanas, sin que hubiera opción de que se colonizara otros órganos, entre ellos el cerebro, pero esto dista mucho de estar fehacientemente comprobado. De todas formas, en el artículo que se está comentando, los monos utilizados no habían sido genéticamente modificados, por lo que la colonización de células humanas de distintos órganos permanece factible".

Por otro lado, además de producir órganos humano-animales, otra finalidad de estas experiencias, según sus autores, "es poder estudiar las primeras etapas del desarrollo embrionario, e incluso ser utilizadas para profundizar en el mayor conocimiento de algunas enfermedades y en su tratamiento. Para conseguir ello, posiblemente sería suficiente utilizar embriones de monos, cuyo uso no presenta ninguna dificultad ética, pero si con estas experiencias se quieren acercar a lo humano, creando las quimeras que se están comentando, dichas dificultades éticas no parece que puedan obviarse.

En trabajos anteriores se planteaba "una dificultad bioética adicional, pues en ellos se utilizaba embriones humanos, cosa que al parecer aquí se ha solventado pues las hEPSCs utilizadas proceden de humanos adultos".

Agregan que, estas experiencias, al no poder determinar el grado de colonización humana de los tejidos y órganos producidos, "no son éticamente aceptables, por lo que parece razonable aplicar un principio de prudencia antes de proseguir con estas investigaciones".

De todas formas, los autores en gran parte, "justifican la eticidad de su trabajo afirmando que él puede dar lugar a la creación de órganos cuasi humanos, que pueden ser utilizados en trasplantes. Dado que en el momento actual existe una evidente carencia de órganos humanos para trasplantes, la posibilidad que aquí se alumbra de crear cuasi-órganos humanos en animales podría estar bióticamente justificada. Sin embargo, esta fundamentación bioética se sustenta en criterios claramente utilitaristas, con los que no estamos de acuerdo, pues nuestra línea de pensamiento es la bioética personalista, la que debe presidir las experiencias que se realizan con quimeras humano animales".

Respuesta de Izpisúa

El propio Juan Carlos Izpisúa, en recientes declaraciones, explicó que la finalidad de esta investigación "no es la de crecer órganos humanos en monos, sino entender cómo las células se comunican unas con otras. El conocimiento detallado de este proceso podría ayudarnos a generar células, tejidos y órganos que puedan ser transplantados a aquellas personas cuyos órganos han dejado de funcionar. Asimismo, estas investigaciones podrían mejorar nuestro conocimiento, no sólo sobre la aparición y desarrollo de muchas enfermedades y la búsqueda de nuevos fármacos para su tratamiento, sino también sobre el envejecimiento. Sin duda, el mayor factor de riesgo de cualquier enfermedad".

En definitiva, considera que estos trabajos, "realizados en colaboración con la Universidad Católica San Antonio de Murcia, con la universidad de Kunmimg en China y el Salk Institute han sido realizados cumpliendo las más estrictas normas legales y éticas y exclusivamente nuestro interés es ayudar a mejorar la salud humana".

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