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P. Alcaraz
Domingo, 3 de diciembre 2023, 19:18
Mario, de 13 años, y Ania, de 15, son dos alumnos saguntinos que se encuentran en 2º de la ESO del IES Clot del Moro y ambos han vivido en primera persona cómo se ha ido implementando esta normativa interna en su centro de estudios. ... Mientras que él todavía no ha entrado en contacto con el universo del móvil ni las redes sociales, porque no tiene un dispositivo en propiedad, ella reconoce hacer un tiempo de uso diario de siete horas.
«Veo excesivo e incluso algo raro que algunos compañeros pasen tanto tiempo con el móvil», comenta Mario que dice ser más seguidor de la televisión convencional y advierte de que la soledades uno de los grandes peligros de estar ausente en las rede sociales. Ania cuenta que emplea el teléfono para diversas funciones que van desde hacer deberes a comunicarse con otras personas a través de redes sociales como TikTok, Instagram o WhatsApp: «Es cierto que en las plataformas de entretenimiento el tiempo pasa volando», relata esta estudiante que apunta ver pasar las horas muy rápido cuando consume contenidos de ocio en la pantalla de su móvil.
Preguntados sobre si implementarían las mismas medidas restrictivas en caso de dirigir un centro educativo, ambos jóvenes coinciden en que las llevarían a cabo: «Estás más concentrado y atiendes mejor cuando no utilizas el móvil en clase». Sin embargo, ninguno de ellos ve mal que los menores puedan tener acceso a un teléfono móvil pese a no haber cumplido los 18 años. Sobre las actividades que el profesorado pone a su abasto en los recreos, Mario se decanta por jugar al ajedrez mientras que Ania prefiere los juegos de pelota.
Adrián Pérez ejerce como profesor de Geografía e Historia en el IES Clot del Moro desde hace cuatro cursos y cree que la nueva regulación beneficia al equipo docente. «Nos ha ayudado a recuperar algo de autoridad dentro del aula», explica Pérez aunque lamenta que el colectivo todavía se mantiene «muy desacreditado». Otro aspecto que resalta el docente es que en el patio, los alumnos «se han redescubierto a ellos mismos y se miran a la cara en lugar de fijarse en las pantallas».
Pérez apunta, por último, al peligro potencial que tienen los grupos privados creados por los menores en las plataformas de mensajería fuera de los centros, ya que pueden tener afecciones negativas dentro del ámbito educativo. «Muchas veces se nos exigen responsabilidades a los profesores cuando los problemas se han generado fuera de las aulas», sentencia.
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