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Imágenes de la ciudad de hace un cuarto de siglo.
Imágenes de la ciudad de hace un cuarto de siglo. Fotos LP

De 2000 a 2025: Valencia, un cuarto de siglo después

La capital del Turia ha experimentado una transformación para afianzarse como la mejor ciudad del mundo para vivir

Sábado, 4 de enero 2025, 23:53

Hace 25 años, el mundo acababa de superar el temido Efecto 2000. La población de todo el planeta se sobrecogía al conocer las posibles consecuencias del fenómeno: un problema informático que podía generar el caos social y económico. El origen, un error de software relacionado con la configuración de las fechas instaurada por los programadores. El fallo, también conocido como 'bug del milenio', consistía en que, al registrarse los años con sólo dos dígitos, los ordenadores interpretarían el '00' como 1900 y retrocederían. Finalmente, los fatalistas augurios no se cumplieron. Todo se quedó en aislados y anecdóticos incidentes de seguridad. Ha transcurrido un cuarto de siglo desde aquel revuelo internacional. Actualmente, celebrando la entrada en el también emblemático 2025, resulta inevitable echar la mirada atrás y comprobar los extraordinarios avances a todos los niveles. No sólo tecnológico. Por ejemplo, Valencia se ha consolidado como una de las mejores ciudades para vivir según diversos informes internacionales. La capital del Turia ha experimentado una potente evolución que le ha llevado a alzarse como un referente internacional. Su fisonomía y su estructura han cambiado merced a los múltiples alicientes del viejo cauce, la eclosión de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el desarrollo de la Marina, las peatonalizaciones, las sostenibles tendencias en movilidad, las amplias rondas para conectar el norte y el sur de la ciudad, los nuevos barrios y una gestión de la huerta que genera debate.

Valencia se ha convertido en un imán para los turistas de cualquier punto del planeta. Expertos como el arquitecto Miguel del Rey, el catedrático de Transportes Tomás Ruiz y la profesora de Urbanismo María Jesús Romero analizan la transformación producida en la capital del Turia desde el año 2000 y las perspectivas con las que la ciudad ha entrado en 2025. Un cuarto de siglo que ha dado para mucho en una tierra moderna y cada vez más abierta al mundo.

Según el padrón municipal de habitantes, la población de Valencia ha crecido un 11,8 por ciento durante estos 25 años, pasando de 739.014 a 825.948. Y el ratio de extranjeros ha subido como la espuma. Si en el año 2000 apenas representaban un 1,56% de la población (11.560 personas), en 2024 han supuesto el 17,9% (148.580). Actualmente, lideran la clasificación los colombianos (17.755), los italianos (13.181), los venezolanos (9.694) y los chinos (8.178). Mientras, la esperanza de vida a los 65 años ha pasado del 18,17% al 21,20%.

La huerta sobre la que se construyó la nueva Fe. JAVIER PEIRÓ

Paralelamente, el turismo internacional en la Comunitat alcanza niveles de récord histórico. Los últimos datos de 2024 están actualizados hasta octubre y anuncian 10.590.149 visitantes. Pese a que todavía no están contabilizados los viajeros de noviembre y diciembre, la región ha superado sus mejores registros. Y es que 2023 terminó con 10.474.167. En el 2000 hubo 4.235.614. Un salto excepcional.

Un atractivo que ha acentuado en Valencia el generalizado y problemático incremento del precio de la vivienda. Según la base de datos de la tasadora Tinsa, el valor en la capital del Turia era de 710 euros el metro cuadrado a principios de 2001. En el tercer trimestre de 2024, llegó a los 2.140,8 euros. Cifras sólo superadas durante la burbuja inmobiliaria, que explotó en 2008 tras alcanzar un pico de 2.417. Una cuestión agravada por el factor del desempleo. Y es que la última tasa de paro de 2024 en la Comunitat, situada en el 13,04 por ciento y por encima de la media nacional, empeora el 11,6% del año 2000.

La población ha pasado de 739.014 a 825.948 habitantes. Y el ratio de extranjeros crece como la espuma: del 1,56 al 17,9%

En la región, al mismo tiempo, se observa un claro cambio de tendencia en cuanto a los campos de estudio escogidos por los universitarios. Toca adaptarse a los nuevos tiempos y a la demanda profesional. Hace 25 años, en el curso 2000-01, las diez carreras con más matriculados en la Comunitat eran Derecho (11.559), Administración y Dirección de Empresas (8.183), Empresariales (7.899), Maestro (6.635), Filología (5.335), Relaciones laborales (5.246), Ingeniería Técnica de Industriales (4.139), Psicología (4.124), Arquitectura Técnica (3.875) y Arquitectura (3.796).

Los últimos datos oficiales hacen referencia al curso 2023-24, en el que los grados con más estudiantes en la Comunitat fueron Administración y Dirección de Empresas (10.405), Derecho (9.371), Educación Primaria (8.574), Psicología (6.160), Enfermería (5.770), Educación Infantil (5.057), Medicina (4.833), Informática (4.612), Arquitectura (3.313) y Fisioterapia (3.200).

En cuanto al número de matriculados, apenas ha habido variación. De los 141.458 del curso 2000-01 a los 136.402 del 2023-24. Sin embargo, sí se percibe un claro auge de la rama sanitaria. Con una preocupación creciente por la salud mental, Psicología ya ocupa el cuarto puesto del ranking. Hace 25 años, Fisioterapia apenas contaba con 692 estudiantes. En Enfermería, había 1.980. Y en Medicina, 2.520. Incrementos significativos. Algo que también se refleja en Odontología, que ha pasado de 382 a 2.982.

Movilidad

220 kilómetros de carril bici en busca de la sostenibilidad

En 1986, se celebró la inauguración del primer carril bici de Valencia. Un tramo de nueve kilómetros pintado sobre la acera con color verde y que conectaba la Plaza del Ayuntamiento con el campus universitario de Blasco Ibáñez. Sin embargo, todavía no existía cultura de la bicicleta en la capital del Turia. Tardaría en llegar. El auténtico auge se ha producido a lo largo del presente siglo. Una tendencia que, con mayor o menor controversia, ha transformado la estructura de gran parte de las calles de la ciudad en busca de la sostenibilidad. Un objetivo en el que también juega un papel clave la apuesta por el transporte público, el desarrollo de las líneas de metro experimentado a lo largo de los últimos 25 años y las modernas peatonalizaciones.

Precisamente, con el cambio de año, Valencia ha despedido su etapa como Capital Verde Europea, un reconocimiento que le concedió la Comisión Europea durante 2024. Uno de los argumentos para otorgárselo a la capital del Turia fueron sus iniciativas de movilidad sostenible.

«Cómo repartir el espacio público para los diferentes usuarios es todo un desafío. Tradicionalmente, como la mayoría de las grandes ciudades, en Valencia la preferencia la tenía el coche. Pero en los últimos años se le está intentando dar una vuelta a esta prioridad», comenta Tomás Ruiz, catedrático de Transportes de la Universidad Politècnica de València. Y destaca un punto de inflexión en la segunda década del siglo XXI. «Antes se colocaba el carril bici en medio de una acera porque la calzada era intocable. A partir de 2010 o 2012, se empezó a quitar carriles de circulación al coche y eso ha supuesto un shock. En algunos lugares se ha intentado mantener el statu quo. En la calle Colón, por ejemplo, se mantuvo el uso del vehículo privado y el aparcamiento a pesar de ser la calle con más flujo peatonal de largo en Valencia. Todo no puede ser. Esta calle está pidiendo a gritos desde hace mucho tiempo que sea peatonal, con acceso para los vehículos de los vecinos, carga y descarga y emergencias», reivindica.

 

En 2008, había 75,5 kilómetros de carril bici urbano. «Más de la mitad eran tramos localizados de forma muy inconexa y estaban en zonas poco desarrolladas como jardines, rondas periféricas, campus universitarios… Tenían problemas de diseño. Era una red amplia para la época pero tenía muchas deficiencias, como tramos con diferentes pavimentos y colores y un mantenimiento pobre», recuerda Ruiz.

 

En 2013 ya había 123 kilómetros. Actualmente, Valencia cuenta con más de 220 y 37,57 en ciclocalles: «Los carriles recientes tienen mejor diseño y muchos están separados tanto de los peatones como del resto del tráfico rodado». Cabe recordar que, en junio de 2010, nació el servicio público de alquiler de bicicletas Valenbisi. Y en 2017, se inauguró el anillo que circula por la ronda interior de la ciudad: «Además, el viejo cauce es un centro tractor de movilidad por ocio».

En 1994, Valencia fue pionera en España en la reimplantación del tranvía al poner en marchar el primer tramo de la Línea 4. Antes, en 1988, había llegado el metro a la ciudad.

«Desde el año 2000 ha mejorado mucho la red ferroviaria en Valencia y su área metropolitana», subraya Ruiz. Se han producido numerosas inauguraciones de tramos y estaciones. Actualmente, la red cuenta con seis líneas de metro y cuatro de tranvía.

 

La dana paralizó el servicio de metro durante cinco semanas. Aun así, antes de la trágica riada, estaba a tiro de piedra el récord histórico de viajeros logrado en 2023, cuando se alcanzó los 90 millones. En el año 2000 transportó a 37,9 millones y en 2019, a 69,4. «El uso de metro ha crecido muchísimo y se debe en gran medida a las ayudas y los abonos gratuitos», comenta.

Esta última década, la irrupción del patinete eléctrico genera «bastante sensación de inseguridad», según apunta Ruiz, quien valora la protección que se está dando al peatón con peatonalizaciones como las plazas del Ayuntamiento, de la Reina y de Brujas o el puente de Serranos.

Turismo

Una Valencia más cosmopolita con la Ciudad de las Artes como epicentro

El máximo exponente de la Valencia moderna es, sin lugar a dudas, la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Este complejo arquitectónico, cultural y de ocio fue diseñado por Santiago Calatrava y Félix Candela. En pleno año 2000, estaba en fase de construcción el Palau Reina Sofía, mientras que ya habían sido inaugurados L'Hemisfèric y el Museo Príncipe Felipe. Actualmente, se alza como una parada obligatoria para los más de diez millones de turistas nacionales y extranjeros que llegan cada año.

«Ha habido una transformación y Valencia se ha convertido en una ciudad más cosmopolita. Una cuestión a favor es el cambio en la percepción de la ciudad a nivel internacional. Y la transformación de varias zonas a nivel económico, social y cultural», destaca Miguel del Rey, arquitecto y catedrático de universidad, quien observa otra cara de la moneda: «En contra de esta condición cosmopolita está la pérdida del carácter del comercio. Un comercio más local se ha convertido en un comercio más estándar, más internacional y más de firmas. Es decir, menos carácter. Y a la vez esa condición puede haber afectado a la estructura social de algunos barrios».

 

Miguel del Rey habla de diferentes motores: «La cultura se ha consolidado en varias facetas. El Palau de les Arts está funcionando culturalmente muy bien. Y el Palau de la Música sigue con una tendencia muy buena. También hay bastante teatro e interés por lugares culturales. Por ejemplo, la Albufera. Estos últimos años ha habido una mejora en los aspectos medioambientales de la Albufera. No hay ninguna ciudad en Europa que tenga dentro un parque natural de la calidad de la Albufera. Y han aparecido otros elementos culturales como el Bioparc. Luego ha habido restauraciones de interés en el patrimonio». Sin embargo, se muestra preocupado por una dinámica negativa: «Hay aspectos que han ido a peor. Hay museos estupendos que ahora están en decadencia, como el IVAM. Sólo se mantiene como museo con cierto interés el San Pío V».

 

Las dotaciones del viejo cauce del río Turia han mejorado ostensiblemente durante los últimos 25 años, con diversos carriles e instalaciones deportivas. Sin olvidar el Parque de Cabecera.

«Ha sido muy importante la puesta en valor del río como eje verde de la ciudad. Es una pieza de referencia nivel nacional e internacional. Es un parque lineal como pocos hay en Europa», resalta el arquitecto, cuyo equipo redactó el proyecto ganador para la reforma integral de la Plaza del Ayuntamiento.

 

Recientemente han arrancado los trabajos de ampliación de la terminal norte del puerto de Valencia tras años de bloqueo. Entre 2008 y 2012, se llevaron a cabo las obras de abrigo. Y alrededor, ha crecido una atractiva zona de ocio: la Marina.

«Me parece un referente. Antes la ciudad estaba de espaldas al puerto y ahora la ciudad se ha abierto al puerto. O el puerto se ha abierto a la ciudad. En esa relación me parece que hay un futuro prometedor. Es una cuestión básica que tendrá que resolver los aspectos medioambientales, pero es irrenunciable. El puerto como factor económico es esencial para la Comunitat».

 

Y el fútbol siempre supone un reclamo. En el año 2000, curiosamente, el viejo Mestalla se encontraban en obras. Estaba en marcha la última fase de ampliación, la de la construcción de la grada que mira a la avenida Aragón.

Urbanización

La eclosión de nuevos barrios en una capital que se queda con escaso margen

Volar sobre Valencia y viajar en el tiempo a través del visor cartográfico de la Generalitat permite comprobar su transformación morfológica. La urbanización ha dado paso a la eclosión de nuevos barrios mientras han menguado tanto l'Horta Sud como la Nord. En ese acelerado proceso, han aflorado en el paisaje el moderno hospital la Fe, el pabellón Roig Arena o el campus universitario de Tarongers. Teniendo en cuenta el plan de ordenación, la capital del Turia se ha quedado con escasísimo margen para seguir expandiéndose.

María Jesús Romero, profesora de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València, recuerda que el plan general de ordenación urbana de Valencia de 1988 se presenta como el vigente instrumento de planeamiento municipal. Delimitó los sectores de suelo urbanizable considerado como el suelo de crecimiento de la ciudad. Y explica que su desarrollo se vio impulsado por la aprobación en 1994 de la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística (LRAU).

 

«Introdujo una figura pionera en el panorama legislativo español: la figura del urbanizador, que cambió las reglas del juego en materia de gestión urbanística. La aplicación de la LRAU fue el pistoletazo de salida para el desarrollo de aquellos sectores de suelo urbanizable que, hasta el momento, estaban en una situación de aletargamiento», explica.

 

Entonces, a partir de 1994, comenzó a gestarse el nacimiento de áreas residenciales como Avenida de Francia, Ademuz, Orriols, Campanar Norte, Benimaclet, Camino de las Moreras... Nuevos barrios que, actualmente, se encuentran completamente consolidados.

 

«El suelo de crecimiento de la ciudad de Valencia está prácticamente agotado y flanqueado por la huerta. En 2018, fue aprobado el Plan de Acción Territorial de Ordenación y Dinamización de la Huerta de Valencia como un instrumento de ordenación del territorio que ha condicionado, en especial, los nuevos crecimientos urbanos tanto residenciales como industriales, así como las áreas de actividades terciarias o de servicios y la implantación de infraestructuras. La huerta protegida flanquea cualquier posibilidad de crecimiento de la ciudad», avisa.

 

Una gestión que deja disconforme al arquitecto Miguel del Rey. «Se ha producido una ruptura en las relaciones entre huerta y ciudad. Es evidente que la ciudad, en parte, se iba a desarrollar sobre la huerta, pero se podría haber desarrollado de muchas maneras. Se podría haber trabajado de una forma un poco más dulce la relación«, comenta el catedrático, quien incide además en el impacto de la ronda norte.

 

«La expansión de Valencia no ha sido cuidadosa con la huerta. La ha utilizado como materia prima sobre la cual construir la ciudad. No ha querido utilizar la huerta como un espacio de valor. Con el agravante de una especie de autopista perimetral que limita la ciudad y la separa completamente de la huerta. Y eso es un fallo horroroso del plan general», añade Miguel del Rey, quien también lamenta que el estado de las alquerías.

«Las alquerías, que están catalogadas como bienes de relevancia local y tienen mucho interés histórico, están absolutamente abandonadas. Sólo se han restaurado dos o tres con cierto interés. Por ejemplo, la alquería de Barrinto, que se ha convertido en la biblioteca municipal de Marxalenes. Pero muy pocos elementos que vienen de lo rural, y menos los que están en lo rural, se han intentado restaurar. Quitando aquellos que se han hecho para restaurantes y sitios de bodas», concluye Miguel del Rey.

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