El 24,1% de los estudiantes valencianos que iniciaron en el 2016-2017 un grado superior de FP habían dejado sus estudios cuatro años ... después, lo que implica una de las tasas más altas de España, sólo superada por Aragón (24,3%) y las ciudades autónomas de Ceuta (39,5%) y Melilla (27,7%). Por contra, si se observa el indicador referido a los ciclos básicos (40,4%) y medios (30,1%), los niveles previos, la Comunitat está ligeramente por debajo de la media estatal (41,7% y 30,7% respectivamente).
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Los datos se extraen del informe 'El abandono en la Formación Profesional en España: diagnóstico y propuestas de mejora', elaborado por Caixabank Dualiza y la Universitat de Baleares. Se trata de una primera aproximación a un fenómeno poco explorado hasta el momento a partir de los datos de seguimiento de los estudiantes que publica el Ministerio de Educación. Además del análisis global y por comunidades, profundiza en las causas que están detrás de la decisión -sus tasas son superiores a las de los estudios de régimen general- y propone una serie de medidas de mejora para mitigarlas. Para estos apartados, además del análisis de explotaciones estadísticas, se ha contado con la aportación de profesionales de diferentes comunidades a través de grupos de discusión.
En cuanto a la comparación territorial, en todas las regiones los porcentajes son más altos cuanto más bajo es el nivel de FP, destacando la situación de los grados básicos, donde cuatro de cada seis estudiantes deja los estudios, situación que en los medios afecta a algo menos de un tercio y en los superiores a uno de cada cinco (a nivel estatal). No deja de ser llamativa la tasa de los primeros, teniendo en cuenta el perfil que atienden. «Se trata de un alumnado con un itinerario previo de dificultades en lo académico, con frecuencia asociadas a otras, y que no ha encontrado respuesta en la etapa obligatoria. En este grupo el abandono se añade a abandonos y dificultades anteriores, lo que hace especialmente difícil que puedan cursar con éxito otras formaciones», se apunta en el documento. No es casual que, en el apartado de recomendaciones, se incida en medidas de detección temprana de necesidades o en planes de atención a la diversidad.
El estudio establece agrupaciones de comunidades en función del indicador que presentan en cada nivel, considerando que entre ellas no hay diferencias significativas. En los grados básicos las que presentan mejores rendimientos son País Vasco y Galicia, que también los consiguen en los medios (junto a Navarra y Extremadura) y en los superiores (se añade Andalucía). Los resultados más discretos se detectan en Canarias, Asturias y Madrid (básicos), en Canarias (medios) y en Castilla y León, Comunitat Valenciana y Aragón (superiores).
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Además de esta ordenación, con el fin de tener una visión más global, se clasifica a las regiones siguiendo la definición académica de abandono temprano, según estableció el Centro Europeo para el Desarrollo de la FP (Cedefop). Se refiere «a las personas que no han conseguido una cualificación correspondiente a la educación secundaria superior, han abandonado una FP conducente a una cualificación más elevada de la que tienen y no están estudiando». Es decir, no se toma como referencia el valor de los ciclos superiores.
Así, contando tanto las tasas por nivel como la referida al abandono temprano, se establecen tres grupos. En el mejor posicionado están País Vasco, Galicia, Navarra y Extremadura, en el peor Canarias, Asturias, Madrid y las ciudades autónomas y en el intermedio las regiones restantes, entre ellas la Comunitat, que pese a su elevada tasa en el nivel superior presenta resultados inferiores a la media estatal en los dos previos, los que se valoran en la citada definición.
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El trabajo también analiza el abandono en función del sexo del alumno (es mayor entre los hombres en todas las regiones y niveles, salvo en Aragón y Extremadura en los Básicos) y de la nacionalidad, con tasas más bajas de titulación entre los extranjeros. También se valora el tipo de centro (se promociona más en los concertados que en los públicos, lo que el informe vincula con el nivel socioeconómico, más desfavorable en los segundos) y se analiza qué familias profesionales destacan en términos de abandono: Edificación y obra civil (en Básicos, Medios y Superiores) y Madera, mueble y corcho (en Medios y Superiores). Eso sí, son estudios con un porcentaje menor de matriculados. Cabe destacar que el informe recurre a datos de titulación cuando no puede utilizar los de abandono al no existir en la estadística ministerial (caso de la nacionalidad y del tipo de centro).
En relación a los factores que influyen, se alude a tres grupos. En los que tienen que ver con la organización de la educación, se habla de que en los estudios previos parte del alumnado ya presentaba bajo rendimiento, de las limitaciones para cursar el ciclo deseado en primera opción (por falta de oferta), del desconocimiento de estos estudios, con mayor carga teórica de la prevista, de ratios demasiado elevadas y de falta de orientación profesional.
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En lo que se refiere a situaciones personales y familiares, se destaca que no sólo influye el género o la nacionalidad, también lo hacen el perfil educativo y socioeconómico de los padres, las dinámicas de apoyo en el proceso educativo de los hijos o los niveles de autoestima y emocionales del estudiante. Por último, en los factores relacionados con el mercado de trabajo se apunta a aspectos como el modelo productivo (menos abandono en los más industrializados, con mayor exigencia de perfiles cualificados, y más en los más enfocados al sector servicios), a casuísticas como una alta contratación de jóvenes no cualificados o a condiciones laborales «poco favorables a la motivación del alumno para finalizar sus estudios».
En cuanto a las propuestas de mejora, se aboga por «un trabajo conjunto de toda la sociedad para poder reducir las tasas a través de una mayor coordinación de centros educativos y de trabajo», y se pide más cooperación con los servicios sociales y comunitarios «para abordar de manera integral los factores externos que pueden influir en el rendimiento del estudiante». En este sentido, se habla de facilitarle «información real sobre los distintos perfiles ocupacionales de cada especialidad formativa, las competencias necesarias para su realización y los posibles itinerarios de continuación dentro del sistema».
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Además, se plantea dotar a los centros de más recursos de orientación. Es decir, más especialistas docentes que ayuden a guiar formativamente a los alumnos y también para poder diseñar «programas de apoyo educativo y emocional en la FP», una de las mayores debilidades de los estudios profesionales. También contribuiría a alcanzar el objetivo una reducción de las ratios de alumnos por grupo a un máximo de 18 por clase (ahora son 30), o un apoyo más intensivo en materia de becas, sobre todo para desplazamiento. Los deberes para las empresas pasan por asumir una mayor responsabilidad en las contrataciones, «adecuando los salarios a las competencias demandadas por cada puesto y exigiendo una titulación acorde para ejercerlo».
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