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La demora de una semana para pedir cita en el centro de salud, la espera de meses para visitar al especialista y de medio año más para una operación hacen que cada vez más gente busque alternativas a la sanidad pública. En la provincia de Valencia se está produciendo un 'boom' que cada año va a más y que provoca que ya uno de cada cuatro valencianos tengan un seguro privado de salud. La rapidez en la atención es uno de los principales motivos que persiguen los ciudadanos para explicar esta tendencia. Antes de la pandemia había menos de un 19% de valencianos con seguro privado y ahora la cifra es de un 24%.
Son ya 625.000 los valencianos asegurados de forma privada según los últimos datos disponibles de 2023 en la Unión Española de Entidades Aseguradoras (Unespa), una cifra que en la provincia se ha disparado en los últimos años. De hecho, en sólo un año ha aumentado en 30.000 personas y desde la pandemia se ha incrementado en 140.000 ciudadanos. Y en comparación con hace una década ya es abrumador, con 210.000 personas de diferencia.
Una circunstancia que se intensifica especialmente en las grandes ciudades, como ocurre en Valencia capital, donde están creciendo los hospitales privados, así como las clínicas y centros para asegurados. Y en toda la Comunitat se supera el millón de asegurados (1.108.000), lo que significa que en una década se han sumado al sector privado 400.000 valencianos. La mayoría de ellos tienen entre 30 y 60 años, que suponen el grueso principal de asegurados, aunque también está creciendo la cifra de menores de 30. Sin embargo, entre los mayores de 65 años las cifras caen en picado y prefieren mayoritariamente la sanidad pública, ya que el coste de sus seguros se multiplica por el riesgo de patologías que tienen.
Hay ya 12 hospitales de titularidad privada en Valencia, de los que dos de ellos están ultimando sus obras para abrir sus puertas y otro más se encuentra en proyecto, lo que demuestra que la apuesta es firme y con vistas a un futuro muy próximo de seguir aumentando. A lo largo de este año comenzarán a funcionar el Vithas Valencia Turia, que ya se encuentra prácticamente acabado junto a la rotonda de los anzuelos y abrirá de forma inminente, y también tiene previsto quedar finalizado tras el verano el Biomédico Ascires, en la misma avenida que se están concentrando casi todos los centros hospitalarios de la ciudad.
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Precisamente en esa vía, que cambia de nombre varias veces (avenidas Tres Cruces, Tomás Sala, Abril Martorell y Antonio Ferrandis) en sus diversos tramos, otro de los principales grupos sanitarios privados va a construir un hospital. Se trata de Quironsalud, que a su centro de Blasco Ibáñez sumará otro junto a la nueva La Fe, que de momento está en proyecto y no han comenzado a edificar todavía. Serán por tanto nueve hospitales privados sólo en Valencia ciudad cuando estos tres estén acabados, más el IMED de Burjassot, que está en el área metropolitana, y ya más alejados, el Vithas Aguas Vivas de Carcaixent y el IMED en Gandia.
Una apuesta que ante ese crecimiento de los asegurados es por tanto muy rentable para los inversores y que aporta muchas posibilidades sanitarias a la ciudad, con tecnología y equipamiento tecnológico de última generación. Y todo esto, lógicamente, lleva consigo una dotación importante de profesionales. Ya son 29.077 los trabajadores en el sector privado en Valencia, entre médicos, enfermeros, auxiliares y demás categorías, para asegurar una adecuada calidad asistencial.
No obstante, los médicos se enfrentan a un problema en ciernes. El Ministerio de Sanidad, en su proyecto de reforma del estatuto Marco quiere exigir a los facultativos que tengan dedicación exclusiva a la sanidad pública en los cinco primeros años posteriores a finalizar el MIR, lo que está provocando críticas de todos los sectores. Si esto acaba siendo así, el sector privado puede notar una falta de profesionales en el futuro.
Precisamente esta proliferación de centros y su rapidez de actuación para realizar intervenciones conlleva dos cosas. Por un lado, motiva a los ciudadanos a pagar una cuota mensual (que varía mucho en función de la edad de la persona y la compañía aseguradora, pero está en torno a 35 euros al mes) para ser atendido con rapidez. Y por otro, la propia Conselleria de Sanidad cada vez echa mano con más frecuencia de las clínicas privadas para derivar a los pacientes, en un plan de choque para reducir la lista de espera.
Los datos del propio gobierno autonómico así lo demuestran. En el último año han aumentado en 10.000 personas estas derivaciones a la privada, cuyo coste lo asume la conselleria. Al paciente se le dice que en la pública tardará cinco meses en ser intervenido de la rodilla, por ejemplo, pero se le ofrece un listado de centros privados para que en dos semanas puedan operarlo. Esto, que ya lo puso en práctica el Botánico y que sigue aumentando con el actual gobierno, ha aumentado en todas las especialidades y las cifras actuales triplican a las de 2020 y duplican las de 2021.
En concreto, cuatro de cada diez resonancias magnéticas y también cuatro de cada diez mamografías se hacen en la sanidad privada en toda la Comunitat, así como tres de cada diez tomografías PET. En total 42.755 personas en la región fueron derivadas desde los hospitales públicos a centros privados en 2023 para diversas especialidades e intervenciones. Una situación que, lógicamente, también resulta rentable para los grupos privados, tanto en el plano económico como a nivel reputacional, y prueba de ello es que no para de aumentar esa presencia de centros en Valencia.
Las listas de espera, pese a ello, siguen aumentando en los hospitales públicos, y según hizo público Sanidad en enero, el promedio es dos semanas superior a los anteriores datos de junio de 2024, para un total de más de tres meses de demora (93 días), aunque en algunos centros como el General de Valencia rozan los cuatro meses. Casi 75.000 valencianos se encuentran a la espera de una operación, y ante la falta de médicos y de quirófanos públicos disponibles, la solución está siendo, de nuevo, y esta vez con más motivo por la proliferación de centros privados, las derivaciones.
Y además de los hospitales, lo que se ha multiplicado de forma más que evidente son las clínicas y centros de mediano tamaño, que se dedican sobre todo a hacer pruebas diagnósticas, especialmente resonancias. Y esto ya no es sólo cosa de las grandes ciudades, sino que en muchas localidades más pequeñas de la Comunitat están abriendo y desarrollándose estos centros.
Mamografías, resonancias, pruebas oftalmológicas y demás procedimientos que dan servicio a los ciudadanos y que también aligeran las listas de espera de Sanidad. Porque las derivaciones y el plan de choque no consisten sólo en operaciones quirúrgicas, sino también en esas pruebas diagnósticas que atascan los centros de especialidades y que, al derivarse a estas clínicas privadas, permiten que no se eternicen las esperas. Después de la prueba, ya es el médico especialista de la sanidad pública el que vuelve a recibir al paciente y se encarga de analizar el resultado y decidir el tratamiento que necesita.
Además de la imparable y creciente implantación de la sanidad privada, los hospitales públicos también se están desarrollando en la provincia de Valencia. Sin duda el proyecto de referencia es la ampliación del hospital Clínico, que acaba de abrir su nuevo edificio de consultas externas y que a principios de 2027, tras un nuevo retraso que debe ser ya el definitivo, tendrá al fin listo su flamante edificio de hospitalización, de 8 plantas y dos sótanos, que ampliará el hospital en más de 200 camas y por tanto dará un servicio de mucha más calidad que el actual, que está saturado continuamente.
Y un año más tarde, en 2028, es cuando está previsto que finalicen las obras del futuro edificio de consultas externas en el hospital General, lo que permitirá aumentar la capacidad de hospitalización del centro con 100 camas más y llegar a las 600 en total, con las que podría solucionar los problemas de saturación que tiene todas las semanas, con decenas de pacientes esperando una cama en las salas de observación. Además, se están realizando en la actualidad reformas para ampliar las Urgencias.
Precisamente también el área de Urgencias es lo que transformará por completo el hospital Doctor Peset, aunque las obras todavía están por licitar y adjudicar a alguna empresa y el proyecto aún va para largo. Mientras tanto, se acumulan periódicamente pacientes en la sala de espera e incluso en picos de virus tienen que habilitar camas en los pasillos.
Además, Sanidad ha iniciado este mes las obras del centro de Protonterapia en Valencia, cuyo equipamiento donó Amancio Ortega, que paga a medias con la Generalitat los 50 millones que costará este edificio. Irá ubicado junto al hospital La Fe, con el que se podrá comunicar de forma subterránea, y la conselleria espera atender a pacientes en el verano de 2027, con tratamientos más precisos y menos invasivos, indicados para pacientes oncológicos pediátricos, así como para tumores de difícil acceso.
Otro de los proyectos en marcha es la reforma del hospital Militar de Mislata, que abrirá en verano tras una década de continuos parones, con más de 70 camas para crónicos y salud mental. Aunque tras lograr unos terrenos, el proyecto se va a ampliar con un futuro Punto de Atención Continuada que atienda a la población general en este complejo sanitario.
Y junto al hospital d'Ontinyent, que de forma casi inminente debería ya abrir sus puertas tras acabar su construcción, hay otros proyectos pendientes de ejecutar en otros centros comarcales valencianos, como es la ampliación del área quirúrgica en el hospital de Requena o el futuro edificio de consultas externas en el de Sagunto para dar servicio a la población de la zona.
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