J.S.
Jueves, 31 de marzo 2022, 00:22
Eva Guzmán lleva varios años cuidando a su madre, su hermana y su hija, las tres con distintos grados de dependencia. Era cuidadora, por lo que percibía una ayuda por parte de la Generalitat. Pero ahora la situación ha cambiado. Tanto su hija como ... su hermana han ingresado en una residencia. «No podían estar más tiempo en casa por sus problemas y el médico recomendó su ingreso», afirma, pero todo ello le ha acarreado un problema que puede afectar a otras personas con sus mismas características.
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Eva se ha quedado sin trabajo y ha perdido cualquier tipo de ingreso. «¿Es que cuidar a tres personas con dependencia no es trabajar?. Estamos trabajando sin ningún tipo de reconocimiento», afirma Guzmán. «No puedo pedir el ingreso mínimo vital ni la renta valenciana de inclusión y yo sigo siendo la persona responsable de las dos y tampoco puedo trabajar», destaca.
Únicamente le ha quedado una ayuda puntual de 280 euros que recibirá en una única ocasión. Es su único ingreso y después ya no recibirá más ayudas. «Me han dicho que no me darían ni el ingreso mínimo vital ni la renta valenciana de inclusión», afirma.
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Guzmán señala que en su situación es muy complicado trabajar ya que cada vez que cualquiera de las dos ingresa en el hospital «la tengo que acompañar yo». Y sus visitas al centro sanitario son bastante frecuentes por lo que esta actividad es incompatible con ejercer una profesión. Así, considera que tendría que haber algún tipo de ayuda para las personas que se encuentran en su situación.
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Su hija tuvo un derrame cerebral al poco tiempo de nacer y este ha tenido consecuencias que le han llevado a tener un 89% de dependencia. Le ha quedado una epilepsia que no se puede contener con medicación, tiene un trastorno de bipolaridad y no dispone de movilidad. Cuando perdió su capacidad motora es cuando el médico sugirió su ingreso en una residencia.
Su hermana presenta una discapacidad física sensorial y psíquica. Además, al tiempo que se hacía cargo de ella también cuidaba de su madre que padecía alzhéimer.
Con su hermana tuvo una pequeña odisea para conseguir que le dieran plaza en una residencia. Entró en lista de espera en 2019 y llegó la pandemia. Inexplicablemente fue excluida de la lista de espera. «Tuve que ponerme fuerte para que la admitieran», señala Eva Guzmán.
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