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Un cartel en griego antiguo preside la puerta de un aula que acoge a 16 alumnos de 4º de la ESO. La decoración interior, todavía ... sin terminar, evoca a lo clásico. Un maniquí con toga praetexta, un escudo de legionario, una representación de un mosaico romano y otro escudo ovalado con la lambda, el de la falange espartana, destacan en la pared del fondo.
Mario Díaz, el profesor, centra la sesión en las relaciones de parentesco, en el vocabulario típico (padre, madre, hermano). Como en cualquier clase de idiomas. Lo curioso es que se vehicula en la citada lengua. Y los alumnos lo entienden. La prueba es que en una respuesta un chico confunde el género (dice algo así como ‘el abuela’ y no ‘el abuelo’) y se escuchan algunas risas cómplices. Se han dado cuenta del traspié. Todo sucede en el IES Enric Valor de Picanya. El área se llama Taller de profundización de Griego Antiguo.
No es la única anomalía, entendida en su primera acepción de la RAE. En todos los cursos de la ESO hay un grupo de Cultura Clásica, la optativa que pese a ser de oferta obligada en el primer ciclo siempre acaba dependiendo de que los alumnos la soliciten. Y lleva varios cursos consolidándose.
El Latín de 4º en la rama académica y la modalidad de Humanidades de Bachillerato (con Latín y Griego) completan la oferta. Un itinerario que permite a un alumno disfrutar durante toda la Secundaria de una materia clásica. Ya es raro, pero lo realmente excepcional es el taller (tres horas semanales), del que no se conocen precedentes en la Comunitat o en España.
El centro es como la aldea gala de los guiones de Goscinny. No sólo por la pérdida de peso de las Humanidades en la enseñanza -es el ámbito con menos demanda en la universidad-, sino por los vientos que soplan desde el ministerio con la nueva propuesta de ordenación académica, que amenaza la presencia de las asignaturas clásicas en la Secundaria. Hasta el punto de que el profesorado está convocado a protestar este sábado ante el riesgo de que el futuro pase por la desaparición de materias como el Latín y el Griego de la mano del Bachillerato de Humanidades.
«Con el taller de profundización tratamos de dar una base lingüística y de vocabulario de cara al salto a Bachillerato. Utilizamos una metodología muy dialógica, con mucha oralidad. El escribirlo o el análisis sintáctico ya vendrá después. Creo que en la Comunitat somos pioneros en abordar así la asignatura», explica Mario Díaz, en referencia a que junto a otros compañeros han participado en cursos de formación para docentes de otras regiones y del extranjero.
«Es cierto que no vas a hablar griego en el mercado -ironiza-, pero la finalidad es aprender la lengua de la forma más natural posible, por ejemplo, para poder abordar a los clásicos. Incluso sirve para un alumno de Ciencias que quiera aproximarse a Galeno para una investigación. Se han estado escribiendo textos científicos en latín o griego hasta el siglo XIX, no hay que remontarse tanto en el tiempo», explica.
Julio y Jesús, dos de sus alumnos, coinciden en la importancia de la profundización. «Cogí el taller porque me vendrá muy bien para el Bachillerato de Humanidades», explica el primero, mientras que el segundo tiene intención de matricularse en una EOI para aprender griego moderno. «Conocer el antiguo creo que me ayudará», dice. Es la misma idea que destaca Juanvi, que ya está en 1º de Bachillerato: «Me gustaría estudiar un grado superior de Turismo, y cursar Griego y Latín, las lenguas madre, me facilitará el abordar otras».
La creación del taller también causa cierta sorpresa entre alumnos y familiares. «Cuando lo cuentas se quedan un poco sorprendidos, y preguntan si eso no se da más tarde en la universidad», tercia Ismael tras la sesión, en la que también hay representación del alumnado de 4º que cursa la vía que les encaminará al Bachillerato de Ciencias. Como Manuel. «Di clase con Mario y me interesó la mitología. No sé si me servirá para el futuro, pero es un gusto aprenderlo, me abre la mente», señala. Un motivo igual de importante que cualquier otro.
Díaz también imparte Cultura Clásica. Cuando llegó al centro no había ningún grupo, por lo que alcanzar la situación actual ha requerido años de dar a conocer la materia con esfuerzo y proyectos -exposiciones de mitología o recreaciones como el jardín de Flora-. Y gracias al boca a boca.
También insiste en la importancia del método. «Se empieza normalmente con la mitología, pero nunca aislada, sino enfocada hacia el arte, la astronomía, la gastronomía, la literatura... Por ejemplo, por qué Júpiter y sus lunas se llaman así. O conociendo que en Grecia y Roma ya utilizaba el almíbar o la conservación en aceite que han llegado hasta nuestros días. O identificando personajes y posiciones en un cuadro, o el mito de Mintha, que explica por qué se introducía menta en la boca de los muertos, o el de Croco, que se convierte en flor de azafrán, y lo relacionamos con un fresco minoico donde aparece un cultivo. Siempre de forma interrelacional y con mucho trabajo práctico», reflexiona.
«Obviar la cultura grecorromana y su influencia en nuestras vidas es como olvidar de dónde venimos. Y sería una pena», concluye. Hay esperanza para que el legado de Homero y Virgilio perviva. Al menos en las aulas de Picanya.
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