![El curso arranca sin que las familias sepan si sus hijos tendrán más castellano](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/09/07/1471006733-RkHSnbpUY4odS4vPhkspERN-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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El próximo lunes iniciarán el curso 2023-2024 802.198 alumnos, cuatro mil más que en el 2022-2023. Y será de «transición», parafraseando al conseller José Antonio Rovira, pues aunque soplen nuevos aires en la conselleria quedó prácticamente planificado por el Botánico. De ... ahí que la rueda de prensa organizada ayer para presentar el ejercicio se centrara en las grandes cifras y no en las novedades, que aunque existen se conocían ya. Más jugosas fueron las intervenciones del responsable del departamento en el turno de preguntas, dando algunas pistas sobre los cambios de calado que se van a producir, ya con vistas al 2024-2025, y los que se pueden estudiar.
Lo que es seguro es que los alumnos empezará sin variaciones, ni siquiera para casos puntuales, en los programas lingüísticos que aplican los centros, los que determinan el peso de las lenguas oficiales en la enseñanza y que con el Botánico se inclinó claramente hacia el valenciano en detrimento del castellano.
Es lógico que se mantenga el modelo general, derivado de una ley aprobada por Les Corts (la de Plurilingüismo) que no se puede modificar o derogar en tan poco tiempo -Rovira llegó a la conselleria el 18 de julio-, pero tampoco se ha concretado aún lo que anunció el conseller pocos días después en una entrevista concedida a Europa Press: una «medida transitoria de modificación puntual» para que este mismo ejercicio que empieza, en las zonas castellanohablantes, los consejos escolares de los centros pudieran reducir el porcentaje de valenciano. De momento no llegará para el inicio del curso, así que las familias que pudieran albergar alguna esperanza en este sentido tendrán que esperar a que Educación mueva ficha.
El conseller no dio más información ayer. Preguntado por si existía alguna novedad sobre la cuestión y si se podría aplicar incluso con el ejercicio empezado -pese a que los horarios de las asignaturas están cerrados y los libros de texto comprados-, Rovira dijo que se está estudiando su viabilidad y quiso poner contexto a su planteamiento.
«Incidí en la incongruencia, de la que se dan pocos casos, de que en zonas castellanoparlantes donde se permite la exención de Valenciano y los alumnos no la cursan se les esté obligando a dar un porcentaje de otras asignaturas en esta lengua. Que en estos sitios y con acuerdo del consejo escolar se pueda tomar alguna medida es lo que estamos estudiando», dijo, antes de insistir en que sería algo «provisional».
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Otra cosa será la revisión de la ley botánica, que se abordará a lo largo del curso con la vista fijada en siguiente. Como pronto. «Para este ejercicio no podíamos hacer grandes modificaciones, estaba ya organizado, y los experimentos sólo con gaseosa», ejemplificó, para destacar a continuación que en los próximos meses «se acometerá la reforma de la ley, basada en la libertad». Tampoco se sabe qué idea tienen los nuevos gestores (modelo de doble programa lingüístico o sistema único con castellano y valenciano equilibrados), aunque hay margen para plantear una nueva ley que derogue la actual o la modifique antes del siguiente ejercicio. El Botánico pudo hacerlo. Presentó su proyecto de ley en septiembre de 2017, entró en vigor al febrero siguiente, los centros se adaptaron antes de la admisión de alumnos y tuvo efectos desde el curso 2018-2019.
Las primeras palabras de Rovira en la rueda de prensa sirvieron para sintetizar las ideas claves de su gestión: «Recuperar la calidad, sacar la ideología de las aulas, la libertad educativa y la prevención de la salud mental del alumnado». Se concretarán, continuó, en un mayor peso del inglés, en reforzar la autoridad del profesorado, en volver al distrito único (medida plasmada en el programa electoral que sería efectiva de cara al ejercicio 2024-2025), en facilitar la elección de lengua y la conciliación familiar y en reducir la burocracia. Sobre el bienestar emocional del alumnado, se abordará de la mano de la Conselleria de Sanidad.
Sobre la conciliación, y preguntado por si está sobre al mesa la posibilidad de adelantar algunos días la vuelta a las aulas -la Comunitat es de las autonomías más tardías-, no cerró la puerta de cara a ejercicios futuros pese a reconocer que es un asunto complejo. «Tendremos que entablar un diálogo con los representantes de los padres de alumnos y con los directores de centros. Es una polémica que viene de lejos. Los profesores tienen sus vacaciones en agosto y los centros piden unos días para facilitar la incorporación», explicó, antes de recordar que en los primeros compases de septiembre también se producen los últimos ajustes de las plantillas docentes, como la primera adjudicación continua de plazas, resuelta ayer.
«Por un lado está el interés de los profesores de tener unos días de preparación y por el otro el de la conciliación familiar. Muchos padres tienen sus vacaciones en agosto y en los primeros días de septiembre hay que colocar a los niños. Habrá que intentar conciliar y tratar de llegar a los mejores consensos», reflexionó.
En cuanto a las grandes cifras, la subida de alumnado se explica por el auge de la Formación Profesional, que ganará 6.000 estudiantes respecto al curso pasado, compensando la caída que desde hace años se nota en el segundo ciclo de Infantil (-2.400) y en Primaria (-1.428) como consecuencia del desplome de la natalidad. Rovira también destacó el incremento del personal docente: 3.077 más en los centros públicos y concertados, consecuencia del acuerdo de plantillas que cerró el Botánico poco antes de las elecciones.
Por último, y en relación a su planteamiento de «sacar la ideología de las aulas», fue interrogado sobre a qué se refería. Por ejemplo, si la trasladaban los docentes. «He visto imágenes de centros que sacaban a los niños a manifestarse por cuestiones que nada tenían que ver con la educación. Yo no quiero ideología, quiero Matemáticas e Inglés», dijo para salir del paso. Y a la vez para poner en valor la recuperación de las horas lectivas entre 1º y 3º de la ESO, que se puede considerar el primer cambio de calado con ADN popular.
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