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El rastro de Isaac G. T., un conquense de 45 años afincado en Valencia, se pierde el 1 de diciembre en el barrio de la Luz donde fue visto por última vez. Sus familiares han interpuesto dos denuncias de desaparición que se traducen ya en la disfusión de su imagen y datos personales a través de las dos principales asociaciones de desaparecidos españolas.
El hombre nació en el pueblo de Cardenete, donde vivió durante unos años hasta su traslado a tierras valencianas. Ejerció como policía local de Catarroja y sufre, una enfermedad neurodegenerativa que ya afectó a su abuela y a su madre, ambas fallecidas. Se trata una ataxia cerebolosa «en estado muy avanzado», como corrobora su prima hermana. Padre de dos hijos, es hoy un gran dependiente que precisa silla de ruedas y tiene serias dificultades para poder hablar, lo que agrava la preocupación de los suyos «por su especial vulnerabilidad».
Según la familia paterna del desaparecido, «tuvimos conocimiento de su ausencia a través de su mujer». La pareja aseguraba que le acompañó hasta una de las calles del barrio porque Isaac quería ir a celebrar el cumpleaños de un amigo. A raíz de estos hechos tanto la mujer del hombre como su familia paterna interpusieron sendas denuncias de desaparición el jueves 5 de diciembre y la Policía Nacional está interrogando a todos los familiares para aclarar las cosas.
Según Patricia, a pesar de su ya limitada capacidad de expresarse, había mencionado en alguna ocasión el nombre de Suiza en lo que interpretan como un cierto interés por la eutanasia. «Pero no nos encaja que se haya ido a buscarla por su cuenta, en solitario, entre otras cosas porque precisa de ayuda para todo». El jueves recibió un mensaje con fallos de tecleeo propios de su escasa movilidad que pretendía expresar que estaba bien y que cesara su búsqueda. «¿Pero cómo sabemos a ciencia cierta que lo está escribiendo él?». Y añade: «Tampoco podemos saber al cien por cien que su desaparición ha sido voluntaria».
En esta tesitura, apela a la colaboración ciudadana para localizarlo y confía en la investigación policial. El hombre vestía un pantalón de chándal azul marino, una chaquetilla roja y un abrigo también azul. Tiene el pelo canoso y los ojos marrones.
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