ÓSCAR DE LA DUEÑA
Domingo, 15 de mayo 2022
Año 1933. La familia Cremades compra una casa, con patio, jardín y árboles frutales en primera línea de la playa de Bellreguard. Era la partida ... Rodafam y junto a la vivienda de verano que adquirió Abelardo Cremades había 20 más. Además un paseo marítimo, construido por todos aquellos propietarios y escaleras para bajar a la arena. Un paraje idílico.
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De forma paralela, el puerto de Gandia ya se había construido. Desde 1890 estaba en marcha con inversión británica, al igual que la línea de tren desde Alcoi hasta el puerto. Todo enfocado al comercio, la llegada de materias primas y la exportación de naranja. Décadas de creación económica que escondían la catástrofe.
Nadie podía pensar hace un siglo que la construcción de puertos y diques en las playas traería la desaparición de tramos de costa, como ocurre en estos momentos en Piles, por ejemplo, donde las olas rompen contra el muro como si de un puerto se tratara. «Llegó 1947 y un temporal que, seguramente fue diez veces más potente que Gloria, en el 2020, engulló todo este barrio marítimo», precisa Javier Cremades, descendiente de la familia que compró una casa en los años 30 y poco más de una década después se la tragó el mar, literalmente.
Cremades, vecino de Bellreguard, todavía tiene las escrituras. Bonitos documentos con tipografía de la época. «Los más mayores de Bellreguard cuentan que fue un maremoto, pero realmente nadie puede asegurar nada, ya que fue en pleno invierno y no había gente en las casas. El caso es que desapreció el muro, el paseo y las casas de primera línea», agrega con nostalgia.
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Eran los primeros efectos en la costa de la construcción de infraestructuras portuarias. Más de medio siglo después de la puesta en marcha del puerto de Gandia, el proceso de regresión de la costa en el sur de la Safor ya estaba en marcha. «En aquel momento el mar avanzó y ocupó 70 metros de tierra seca», afirma.
Casas de primera línea
Los efectos fueron devastadores y sólo quedó la plaza de la Roda, llamada así por el pozo y la fuente que había allí, en el campo, donde ahora hay arena de playa. No había marcha atrás y la Font de la Roda se quedó en primera línea, tras ella había una tercera fila de casas. Todavía hay algunas de aquella tercera fila frente al mar. Ahora están en primera. Se distinguen entre las construcciones más modernas.
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El mar siguió avanzando y se iban perdiendo metros de arena en Bellreguard. Tanto es así que los restos de la parte trasera de todas aquellas viviendas que existían antes del temporal del 47 están dentro del agua.
«Bellreguard perdió entre 300 y 500 metros de fachada litoral, de viviendas, se calcula que había cerca de veinte casas», asegura. Llegaron los años 60 y el fenómeno del turismo. Se decidió crear otro paseo por dos motivos, ha explicado Cremades, que lleva años estudiando documentación del pasado de la localidad y de instituciones cartográficas.
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«En 1974 se creó el primer paseo, se llevó por delante la Font de la Roda y un hostal que había. Llegaron los edificios y se optó por un paseo para prevenir daños del mar y tener un lugar de encuentro para turistas», relata. Pero desde entonces ha habido varios temporales que han destrozado paseos marítimos en la Safor y han engullido arena, unos 30 metros de costa más. Los hubo en los años 80 y 90 y el pasado 2020. Gloria es sinónimo de zarpazo a la costa. Este temporal del mes de enero de hace dos años arraso con el paseo marítimo de Bellreguard, además de destrozar playas como La Goleta de Tavernes o Piles. Este temporal si se vivió casi en directo por redes sociales, no como el del 47, donde sólo se vio que «un poblado marítimo había desparecido: Rodafam». «En total el mar ha ganado más de cien metros de tierra seca».
En 2021 se finalizaron las obras de reparación relacionadas con Gloria y el Estado obligó a Bellreguard a retranquear el paseo. Por todo lo vivido Cremades es uno de los impulsores del manifiesto Mediterrania. En pocas semanas este escrito ha volado por toda España, ya que quiere sumar a colectivos ambientales y municipios: «De momento es un movimiento pero queremos que se cumpla la Ley de Responsabilidad Ambiental que obliga que quien cometa el daño lo repare e impida que se repita».
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Entienden que los daños vienen motivados por la creación de puertos y la modificación de las corrientes. «Pero hay más. Desde los años 50 se construyeron más de 1.200 embalses, para generar economía y garantizar el agua, pero impiden que lleguen los áridos y sus nutrientes a las playas. Hay 6.000 millones de áridos atrapados en los embalses que no llegan a las playas».
El ya experto ha puesto un ejemplo: «El pantano de Beniarrés, al principio del cauce del Serpis acumula seis millones de metros cúbicos de arena y restos. Con ellos las playas del sur de la Safor, desde Bellreguard a Piles aumentarían en 150 metros hacia el mar».
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