Día de la Madre de hace 60 años: mujeres y cruces, relación si la hubiere

TAL COMO ÉRAMOS ·

El periódico del primer domingo de mayo de 1964 incluía una selección de publicidad muy de la época: el eterno femenino, recluido en su versión doméstica

Jorge Alacid

Valencia

Sábado, 4 de mayo 2024, 01:02

El Día de la Madre de hace 60 años fue el 3 de mayo, primer domingo de aquel lejano 1964 que sirve como resumen del rol que entonces aún se reservaba en gran parte del imaginario público a la mujer. El eterno femenino se encarnaba ... para la sociedad de la época limitado en la mayoría de las mentalidades a su versión doméstica, como ama de la casa. Era un papel que se reservaba a ellas sobre todo en las numerosas páginas que este periódico dedicaba a la publicidad del día, del Día de la Madre. Anuncios que convivían con noticias también muy del momento, cuya cabal comprensión exige pensar en la naturaleza de la España de entonces: un país donde era posible que llamara la atención ver a un hombre hacer la compra en el supermercado. Claro que ese hombre era el príncipe Bernardo de Holanda, lo cual permitía a las páginas de huecograbado titular la imagen con esta perogrullada: 'El príncipe en el supermercado'. Obvio.

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Tan obvio como que la foto se acompañara de otras ilustraciones en las páginas interiores de LAS PROVINCIAS donde los almacenes Ademar de Valencia, de enorme popularidad en aquella década, presumieran de la nueva línea de ropa dedicada al sector premamá bajo este reclamo: «Monísimas, cómodas, sencillas y primorosas». Una colección de adjetivos que enmarca otra publicidad muy reveladora: «Casa de primer orden» (sic) «necesita taqui-mecanógrafa muy diestra». Así, en femenino y singular para evitar confusiones. Varones, abstenerse, sobre todo los menos diestros en aquel oficio que ya ha pasado a otra vida, no se sabe si mejor. Por cierto, el sueldo era de 4.500/5.000 pesetas al mes. Y por si quedaba alguna duda al respecto de esta tesis de conmemorar el Día de la Madre bajo preceptos de orden viril, la siguiente página de publicidad despejaba cualquier sospecha al respecto: 'Ella es como usted la quiere'. ¿Ella? Ella resulta ser el nuevo modelo de persiana graduable Levolor, que se promocionaba con una imagen donde entre sombras se percibía en efecto un par de siluetas: un hombre de rodillas ante una mujer. Ella.

'¡Ya llega Persil! era el siguiente anuncio, que eludía expresamente cualquier referencia a ellas aunque el subtexto de su eslogan («Lava como usted desea») apuntaba también a la mujer como reina del hogar de la España de los 60. Señor, qué cruz, pensaría alguna de aquellas valencianas: y así invocaba tal vez sin saberlo la información que aparecía acto seguido, con protagonismo para las cruces. Las cruces de mayo. ¿Casualidad? Hum, no lo creo. La lectura de esa noticia sobre una tradición que ahora recupera el Ayuntamiento de Valencia era reveladora: junto a una imagen de la Cruz Cubierta, ubicada en «el camino de Barcelona», porque fue la primera construida en la ciudad, el periódico informaba de que la celebración fundía la ciudad, la huerta y el mar, relataba cómo se erigieron las distintas cruces repartidas por la periferia urbana y llamaba a participar en la procesión del Cristo de las Aguas. También dejaba aquel maestro del periodismo, Vicente Vidal Corella, de un enigmático moro de Mislata: una expresión que hoy no pasaría el filtro de la corrección política.

Sería con seguridad el mismo destino que aguardaría a quien mañana quisiera publicar, coincidiendo con el Día de la Madre, otros anuncios que también amenizaban en 1964 estas páginas: el bazar Gay lanzaba su 'Operación Sympatía' (con i griega, en efecto: un guiño a su propia nomenclatura, la i griega de Gay) mediante la imagen de una azafata de Iberia que animaba a comprar los artículos que en la página siguiente se publicitaban: una combinación de nylon, un camisón bikini (también muy sugerente, también de nylon), la falda de señora confeccionada en tergal, un bolso (de señora, también), el vestido de verano (de señora, claro) y un pantalón de espuma que hoy estaría de plena moda, como la prueba de todo vuelve tal vez porque nunca se va del todo.

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En apoyo de esta tesis convoco a otra página también muy propia de la prensa de aquel tiempo: la que se dedicaba a promocionar los estrenos de la cartelera de cine, donde brillaba un anuncio que sirve como precedente de toda esa literatura de autoayuda que hoy también nos marea hasta el aburrimiento. Atención: «Destinada a los que saben vivir la vida con optimismo». Sabias palabras que animaban a sentarse en las butacas de los cines Lys para asistir a la proyección de 'Fiebre en la sangre', con un reparto de lujo encabezada por Henry Fonda y Maureen O'Hara, a las órdenes de Delmer Daves, otro mito de Hollywood. «Para los que amaron alguna vez», era el eslogan elegido para promocionar la película: nada que no veamos ahora. El sello diferencial, la frase que nos permite concluir que estábamos en la España de hace 60 años, venía a continuación: «Un mensaje de amor que conmoverá a todas las mujeres». Los hombres españoles de 1964, ya se sabe: debían ser inconmovibles.

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