«Por mucho que les digas, los niños no esperan 20 minutos para cruzar las vías»

Flores blancas, lazos negros y rojos recuerdan el trágico accidente ocurrido el miércoles en el paso a nivel de Alfafar. Toda la comarca de l'Horta ha amanecido este jueves conmocionada, rota, triste, con rabia por un número, el 76. Suman 76 los arrollamientos en este punto negro en las últimas cuatro décadas, en la que los vecinos de Alfafar y Sedaví, este jueves con el alma rota, comentaban en los puntos cercanos a las vías del tren.

Rabia, pero sin escarmiento, sin embargo. Este jueves, según ha podido comprobar LAS PROVINCIAS, los vecinos seguían pasando con las barreras bajadas y la señalización en rojo entre las vías que separan el núcleo urbano de la localidad «porque la mayoría de las veces están bajadas más de veinte minutos» explicaba un vecino, lo que, según su versión, impacienta a los viandantes que tienen que cruzar todos los días el paso a nivel para acceder a la otra parte del pueblo. De este modo, no hay que esperar mucho para ver cómo se comete una imprudencia que, en la grandísima mayoría de los casos queda en eso, pero no así en el de Luciana, la joven de 19 años de Sedaví fallecida.

Guadalupe es una madre de una niña, algo más joven, de 15 años, y que acude al colegio María Inmaculada de Alfafar, al otro lado de las vías. Su insistencia es que su hija cruce por la pasarela, pero sabe, que atravesar las vías a nivel es inevitable. Este miércoles su hija se enteró del accidente al salir de clase, junto con sus compañeras, donde una de ellas, rompió a llorar al saber la identidad de la fallecida, Luciana, una de sus amigas del equipo del Club Voleibol Sedaví, donde ambas practicaban su deporte favorito. Guadalupe sabe que ahora irán todavía con más cuidado «porque ahora ya conocen a alguien que ha fallecido cruzando las vías, no como antes que era de oídas». Pero su sufrimiento seguirá, porque hay un punto donde no hay visibilidad en la trayectoria de los trenes, y la gente se inquieta y cruza, y más los jóvenes y adolescentes, por lo que el sufrimiento seguirá.

Cristina vive justo al lado de las vías y el colegio. Vive con miedo porque sabe que las barreras suelen estar bajadas, muchas veces, más de veinte minutos, y «por mucho que esperes, que le digas que no cruces, van a pasar cuando se cansen de esperar».

Ambas acudirán a la concentración convocada por el ayuntamiento «porque esta es la gota que colma el vaso, por desgracia. Con una víctima, una joven, y no queremos que hayan más». Su desesperación se multiplica al tener que soportar los pitidos de los trenes, que alertan de su llegada al punto negro ante la impaciencia de los peatones que se atreven a transitar sobre las vías del tren.

Todo el día, lo que acarrea molestias y problemas de salud para los vecinos, pero también para los estudiantes del colegio María Inmaculada de Alfafar, ubicado en la calle del Furs, pegado a las vías del tren y donde también se escuchan los ruidos de los trenes y los pitidos. Y no cesa, los trenes de mercancías circulan por la noche, lo que muchas veces «impide hasta que escuche la tele o pueda dormir con tranquilidad a pesar de tener la habitación en la parte más alejada de la casa» comenta Cristina, angustiada por partida doble, porque también tiene un hijo de doce años con amigos al otro lado de las vías.

Incluso hay vecinos, según han explicado, que han de tomar medicación por el estrés derivado de la presencia junto a sus casas de estas vías con trenes pasando en un sentido u otro cada pocos minutos.

Dos localidades con una barrera que dificulta la movilidad, la vida normal de las personas, y que lamentablemente, se cobra vidas, como Luciana, la de la joven de 19 años, que ayer perdió la vida cruzando las vías. Alfafar, Sedaví y toda la comarca se concentrarán para dar ánimos a su familia. El silencio en su memoria de Luciana se mezclará con un grito ahogado que clama el soterramiento de las vías. Su equipo de voleibol en la etapa infantil aún le recuerda y lamentó lo ocurrido a través de un mensaje en las redes sociales.

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