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Vacunación profesores Astrazeneca | «Si me dijeran que me puedo poner la vacuna, la aceptaría en el momento»

«Si me dijeran que me puedo poner la vacuna, la aceptaría en el momento»

Los expertos instan a superar las posibles reticencias y a confiar en la seguridad de los fármacos: «El beneficio supera al riesgo»

Joaquín Batista

Valencia

Sábado, 20 de marzo 2021, 20:30

La crisis de AstraZeneca ha afectado a la imagen de las vacunas, la gran esperanza frente a la pandemia. No tanto por dar alas a los argumentos negacionistas que suenan desde el principio de la crisis –muy minoritarios– sino porque ha aumentado la incertidumbre entre perfiles normales, los que se preguntan por qué el lunes se impuso el principio de precaución pero en las jornadas previas el mensaje era de rotunda seguridad. De tranquilidad.

Aquel día las dudas entre el personal educativo que esperaba para recibir la dosis eran palpables. Incluso hubo lágrimas nerviosas entre los que salían, entre los últimos vacunados. La misma idea se desprendía, horas más tarde, de los comunicados de los sindicatos docentes, pidiendo seguridad y un seguimiento de los afectados. Se hablaba de inquietud. Los trombos descritos –sin que se haya confirmado una relación de causalidad– y el foco mediático han abonado el terreno para que arraiguen las dudas. O la preocupación.

LAS PROVINCIAS ha recogido el punto de vista de varios expertos, el de la ciencia frente a la creencia, que se puede sintetizar en dos ideas. La suspensión es una prueba de seguridad y el beneficio, en base a los datos, es muy superior a los posibles riesgos.

«Tenemos que leer bien las cifras», explica el doctor Sergi Maicas, profesor titular del departamento de Microbiología de la Universitat de València. «Siempre hay gente que por ideología no se quiere poner la vacuna. No hacen ningún bien a la sociedad, pero si la inmensa mayoría nos vacunamos llegaremos a la inmunidad de rebaño», añade en relación al posible rechazo a las dosis.

«Supongo que habrá algo más de miedo. Cualquier fármaco puede tener efectos secundarios, pero hay que valorar los datos con una mente científica. Es horrible sufrir un trombo, pero han sido casos mínimos entre millones. Y una cosa es la causalidad y otra la casualidad, y darle un sentido parecido es muy negativo de cara a la opinión pública. Es mil veces más seguro vacunar porque estaremos muchísimo más protegidos. Aunque es complicado hacer el cálculo, habrá personas que se van a contagiar por no haber podido recibir la dosis. Muchísimas más que los que pueden sufrir trombos. Es algo que va a pasar, sobre esta cifra sí que hay certezas», señala.

«La vacuna de AstraZeneca es tan segura o más que el resto. Si me la ofrecieran, si me dijeran que me la puedo poner, la aceptaría en el momento, yo y toda mi familia. Estoy seguro de que si dieran la opción de ponérsela a quien quisiera habría colas, la inmensa mayoría lo tenemos claro», ejemplifica.

«Es muy importante transmitir a la ciudadanía que la paralización es por prudencia y para analizar los acontecimientos producidos», explica María Teresa Pérez, catedrática de Microbiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera. «Demuestra que tenemos sistemas de farmacovigilancia potentes y que funcionan», añade.

Además, recuerda que el tromboembolismo venoso es la tercera enfermedad cardiovascular más común a nivel mundial, y que «en las campañas de vacunación masiva es habitual que se detecten acontecimientos adversos», lo que indica que los planes de los organismos reguladores y los países «están siendo capaces de detectar señales de alerta, informar de ellas y desplegar las medidas necesarias y su investigación rigurosa».

«Si no es con la vacunación masiva este virus no desaparecerá. Llevamos 2,68 millones de fallecimientos, y hasta el 10 de marzo se habían notificado 30 casos de episodios tromboembólicos entre cerca de cinco millones de personas vacunadas con AstraZeneca en la UE. Estos datos deben ser conocidos por la población para que se siga confiando en las vacunas porque el beneficio supera a los riesgos», continúa.

Amós García, presidente de la Asociación Española de Vacunología, aludió a estos mismos datos para sustentar su llamada a la calma en un mensaje publicado en un red social. Horas antes recurría a otro: los 41 muertos notificados desde marzo en su comunidad, Canarias. «Escenifica nuestro principal y más grave problema de salud pública», escribió. 324 es la macabra estadística valenciana en el mismo periodo. 7.038 desde el inicio de la crisis. Para quien quiera leer bien las cifras.

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