![Pedro Cavadas: «¿Sanidad pública? Hay que pagar bien a la gente, pero a cambio de que trabaje»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/06/28/Imagen%201483030872-REX6WI6FiwnXqPrsdReTueN-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Pedro Cavadas: «¿Sanidad pública? Hay que pagar bien a la gente, pero a cambio de que trabaje»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/06/28/Imagen%201483030872-REX6WI6FiwnXqPrsdReTueN-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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F. Ricós
Valencia
Sábado, 29 de junio 2024, 00:44
Cirujano plástico, especialista en microcirugía reconstructiva. Un genio del bisturí sin pelos en la lengua. 58 años. Valenciano del mundo. ¿Quién no conoce al Doctor Cavadas? Su despacho en su fundación está plagado de motivos étnicos y unas grandes fotos de sus dos hijas. En ... su mesa, montañas de dcumentos. Vaqueros y camiseta. Enjuto y alto, un Don Quijote cuerdo que ataca males imposibles.
–Más que como médico se define como un gestor de tragedias. ¿Qué quiere decir?
–El tipo de pacientes que viene son personas con problemas que no les solucionan en ningún sitio, que son tragedias de verdad y que les altera la vida muchísimo. Vienen y te dan a ti la tragedia para que la gestiones. Vienen esperando que la puedas resolver y si no tiene solución, por lo menos que les gestiones sus últimos meses de vida. Al fin y al cabo muchos de los pacientes oncológicos vienen para que les des calidad de vida en los poquitos meses que les quedan. Eso es gestionar una tragedia.
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–¿Cómo se toma que le llamen doctor milagro?
– Me hace gracia.
–¿Y de divo, nada?
–No, por Dios. Si le prestas atención a la realidad te recuerda constantemente que no te debes creer nada especial porque te puede ir todo muy bien y mañana te pone en tu sitio. Y la estadística es tozuda. Cuando llevas una temporada sin ninguna complicación, que va todo fenomenal, lo único que indica es que la próxima complicación está más cerca. Y ocurre. Siempre.
–¿Cómo se siente cuando se utiliza su imagen para vender productos «milagro»?
–Pero mucho. Es imparable. Y los vídeos son cada vez más elaborados. ¡Hasta te clonan la voz! Te clonan todo. He visto uno que se nota que es falso porque digo video en vez de vídeo. Que si dietas para adelgazar, que si medicación para la diabetes, para la sordera... Sería milagroso si eso fuera verdad. Presenté una demanda hace un tiempo y el juez la inadmitió. Ya no sé por dónde hincarle el diente a esto. Y a parte del daño reputacional, engañan a la gente. Están vendiendo cosas falsas utilizándome como señuelo. Me molesta mucho pero el juez consideró que no es delito. A los jueces los respeto porque me dan mucho miedo. Me da mucho miedo alguien que tiene autoridad sobre tu futuro.
–¿Por qué decidió dejar de ser un cirujano plástico típico, adinerado con cochazo, yate, y darle un cambio total a su vida?
–Yate nunca he tenido. Donde no hago pie en el agua me da miedo. Llevar coches caros es ir insultando a la gente, es básicamente ir diciéndole a los demás: «Mira lo que tengo y tú, no». Y si te aparca al lado alguien con un coche más caro, ya te ha dado el día. Y te dices: pero qué tontería más grande. Era absurdo. Es una chiquillería demasiado cara que no va a ningún sitio. No es que viva debajo de un puente y vaya en bicicleta a los sitios. Llevo una vida cómoda, normal, pero he prescindido de algunas cosas que me parecían niñerías fuera de sitio.
–Cuéntenos cómo divide su tiempo de trabajo: tantas semanas en África, tantas en su clínica de Valencia…
–Estoy intentando trabajar menos y tener algo más de tiempo, vivir algo más la vida. Ahora tengo 58 años y en cuatro días me voy a plantar con más edad de la que debería. Mi mujer me dice que no nos estamos haciendo más jóvenes, al revés. Cuando tienes 40 ni te lo planteas, pero estoy intentando trabajar menos. No lo consigo demasiado pero lo intento. Cuando estoy trabajando en Valencia son jornadas asesinas, matapersonas, jornadas de quirófano por la mañana, consultas por la tarde, urgencias… Son semanas que te quitan la afición, las ganas de todo, pero es lo que toca. ¿Viajes a África? Dos viajes al año de cirugía y otros dos de ir a ver a los pacientes . El próximo fin de semana voy a Tanzania: tres días. Iré a ver a los pacientes que operé en el último viaje y volverme. No voy a estar ni 24 horas allí. Y voy porque las cosas hay que hacerlas bien. Y el poco ocio que me queda, pues intentar hacer cosas de personas normales.
–¿Como qué?
–Dedicarle tiempo a mi mujer. Dedicarle tiempo a mis aficiones, la caza con arco. Me encantaría ver a mis hijas más pero ya son mayores y las veo poco. Las echo de menos.
–¿Sigue llevándolas a África?
–Cuando eran más pequeñas sí. Una acaba de terminar Medicina y se gradúa ahora. ¡Estoy muy orgulloso y contento porque termina Medicina! Y la otra estudia Psicología. Son ya mayores y los viajes los hacen ellas.
–Ha realizado miles de operaciones complejas. ¿Las tiene contabilizadas?
–Desde 1998 tengo una base de datos con todos mis pacientes y eso es lo que permite aprender y tener registro de todo lo que hago. Unas treinta y pico mil cirugías, sin contar las africanas donde habré hecho mil y pico en Kenia y unas 500 o 600 en Tanzania.
–¿Cuál es su mejor caso?
–Realmente mejor caso no hay. El mejor caso es el de un paciente que viene con algo muy, muy muy complicado, que te estrujas la cabeza, va todo bien, lo pones bueno y el tío te viene un día y te dice: me has cambiado la vida. Y ya está. Perfecto. Con eso se cierra el círculo; esa es la esfericidad de la medicina.
–Eso le llenará.
–Sí, lo que pasa es que llevo muchísimos millones de horas y miles de días trabajados y estoy muy cansado de trabajar. Pero soy campeón de España de apnea y soy capaz de aguantar la respiración y seguir trabajando. Me hace gracia el síndrome de estar quemado. Hay mucha literatura de cirujanos con este síndrome. Pues no sé, según los criterios de «burnout», yo lo estaría desde al menos hace 15 años. Pero mira, campeón de España de apnea. Aguantas la respiración y sigues trabajando.
–¿Cómo financia su actividad en África?
–Pues de lo que saco trabajando, básicamente. Gente bienintencionada hace aportaciones pero el grueso, de mi trabajo.
–En su fundación se indica que no es sólo medicina es también humanidad y dignidad profesional. ¿Qué es para usted la medicina?
–Básicamente eso. La medicina es un trabajo porque las facturas hay que pagarlas y el Ministerio de Hacienda no perdona, pero la medicina, al fin y al cabo, es ponerte en la piel de otra persona. Y cuanto menos conoces y menos te importa esa persona más mérito tiene ponerte en su piel. Y la quintaesencia de eso es cuando te vas a un país de África del Este y te viene un tío que no conoces absolutamente de nada, con un problema terrorífico y tienes la capacidad de arreglarle ese problema y regalarle una vida nueva. Le estás cambiado la vida a ese tío que además nunca va a entender porqué lo estás haciendo. Y lo haces porque sí, porque es tu trabajo y una vez aprendido es un placer regalarle una vida nueva a alguien. Y es más placer todavía si no lo entiende. Es más placer que el tío reciba ese regalo y no entienda por qué. Si no vas con una sotana… Normalmente la gente que regala cosas y que se deja la vida y la piel en países de estos suele llevar una sotana de algún tipo. Pero si no llevas ni sotana ni bandera y simplemente vas y sin montar mucho lío le arreglas el problema, no le cobras nada… No lo entienden pero se van con su problema solucionado.
–Usted trata, en la medida de sus posibilidades, de hacer un mundo mejor. ¿No se ha planteado, con perdón, dedicarse a la política?
–No. Lo que pasa es que la segunda parte de la pregunta no tiene mucho que ver con la primera. Con todo mi respeto no acabo de ver mucho la relación entre política y hacer un mundo mejor. O por lo menos lo que se ve; no hablo sólo de España, lo que pasa es que España está muy cerca. Pero en casi todos los sitios, me da la impresión, se cuecen las mismas habas. La política es otra cosa.
–¿Alguna vez le han propuesto entrar en política?
–Me lo han sugerido pero si soy médico y sé hacer mi trabajo pues me dedicaré a lo que sé. No me metería en política jamás. Con todo mi respeto a quien se mete. No quiero ser irrespetuoso.
–Faltan médicos, personal sanitario en general. ¿Qué haría usted para solucionarlo?
–Yo conozco muy poco la sanidad pública. Trabajé en la sanidad pública, evidentemente, porque hice la residencia en un hospital público y luego trabajé en hospitales públicos. Pero hace ya muchos años. No sé como está ahora. Llama la atención que no haya médicos. Si no hay médicos, pues será por algo. Cuando en una empresa quieres tener gente lo primero que hay que hacer es pagarles bien, pero claro, si les pagas bien tiene que ser a cambio de que trabajen. Entonces, una de las dos cosas no está funcionando. No sé cuál de ellas, pero la fórmula suele ser: si quieres contratar talento lo tienes que pagar. Si pagas talento tienes que tener talento. Claro, no puedes estar pagando y luego que se tomen cafés, porque la tomadura de café no requiere un pago desorbitado, pero el talento sí.
–En la pandemia de Covid'19 recibió críticas por advertir sobre lo que iba a suceder.
–Aquello fue una mezcla de cosas medio sacadas de contexto. Fue una época muy convulsa en la que una veces llevaba toda la razón del mundo y otras veces me equivoqué. ¡Yo qué sé! A final pensaba: que me dejen en paz. Y luego me meten por medio de las vacunas. ¡Pero si yo soy cirujano! De las vacunas sé lo justo. Parecía que tenía que opinar de todo. Ahí me liaron tontamente y a lo mejor fui un pardillo y me dejé liar.
–¿La investigación está maltratada en España?
–Pues no lo sé. No tengo mucho contacto con las instituciones o los centros de investigación básica. No sabría contestar a eso. Es facilísimo contestar que está súper maltratada y se debería pagar más y se debería invertir más… No sabría contestar a eso. Me da la impresión de que no está súper bien tratada porque si no la gente vendría de fuera. Tendríamos gente brillante de la India, gente brillante de Pakistán o de cualquier otro país. Pero qué curioso que en vez de venir aquí se van a otros países. Por algo será. Pero desconozco los detalles.
–¿Y la que hace usted?
–Lo que pasa es que la investigación que hago yo es investigación quirúrgica. Me refiero a describir técnicas quirúrgicas nuevas. Es básicamente torturar la anatomía para sacarle un poco más, para hacerla trabajar para ti. Eso sí, modestamente sí que he descrito unas cuantas técnicas quirúrgicas. Pero ese es un tipo de investigación que no requiere enormes recursos para hacerse. Eso no es «la investigación».
–¿Qué hay detrás de las intervenciones imposibles, como aquel trasplante de cara, mandíbula y lengua de 2009?
–Lo que pasa es que lo que sale en los medios es un porcentaje mínimo de las cirugías. La que he hecho esta mañana (el jueves) es súper espectacular desde el punto de vista quirúrgico, porque lleva detrás un planeamiento tremendo, que va a conllevar muchas más cirugías todavía, pero eso no sale en los medios ni tiene por qué salir.
–¿Y qué ha hecho?
–Una reconstrucción de cara de una paciente que se quemó de pequeña y le falta media cara. Lo que salta a los medios es un porcentaje mínimo de las cirugías. El pan nuestro de cada día es de ese calibre.
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