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La familia de María Casanova en la pista que lleva su nombre. Cober/Canarias7

Una doctora valenciana a título póstumo

María Casanova. La investidura de doctores de la Universidad de Las Palmas recuerda a la joven de la Comunitat que falleció en un accidente de submarinismo

LUISA DEL ROSARIO GONZÁLEZ

Sábado, 29 de enero 2022, 00:11

María no estará junto a los nuevos doctores, pero le han reservado el hueco que debía y merecía ocupar. La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) celebra hoy la investidura de los 59 nuevos doctores. El rector, Lluís Serra Majem, les entregará su birrete, el símbolo con el que se distingue a quienes alcanzan el máximo grado académico. Pero faltará uno de color azul marino, el que esperaba llevar María Casanova Masjoan, la joven valenciana que falleció en octubre de 2020 en un accidente de submarinismo en la trasera del muelle Reina Sofía. Para recordarla y reconocer sus méritos, la ULPGC entregará a la familia un diploma 'in memoriam'.

«A nosotros nos hubiera gustado ir y que ella estuviera allí, junto al resto de doctores. Que hubiera leído su tesis y que la hubiera investido el rector. Entonces estaríamos felices y satisfechos. Hoy no podemos estar felices ni satisfechos, pero sí orgullosos de sus logros, de lo que ha hecho y ha conseguido en el ámbito de la investigación», afirma José Casanova, padre de la investigadora del Instituto Universitario de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG).

La joven universitaria en el buque 'Ángeles Alvariño'. c7

La familia de María se ha trasladado desde Valencia para asistir a la ceremonia. «En poco más de tres años, el tiempo en el que hizo la tesis con Alonso Hernández Guerra (director del IOCAG), ha publicado cuatro artículos como primera autora en revistas del primer cuartil. Estamos muy orgullosos de ella. Y como persona se ha hecho querer, ha sido feliz en los últimos nueve años», explica su padre, que habla de María en presente. «Después de su fallecimiento», continúa, «mucha gente se ha dirigido a nosotros, y no solo los amigos o los compañeros con los que iba a hacer surf o a crossminton», añade.

Una de las cualidades que destaca Cananova de su hija es «que sabía organizar muy bien su tiempo. Llevó adelante todo ese trabajo (en investigación) y participó en todo, pero no renunció a sus aficiones. Además, le encantaba ayudar con los niños del club. Tenía un carácter que conectaba con los niños».

Entrenadora de delfines

Los tópicos infantiles sobre las profesiones llevan a los más pequeños a soñar con ser médicos, bomberos o policías. María, con seis años, «quería ser entrenadora de delfines». Una vez, dice su padre, «reunió dinero para inscribirse en una actividad en el Oceanogràfic de Valencia para pasar una jornada con quienes cuidaban a los animales».

Pese a su afición al mar, al terminar el bachillerato «le dio un poco de miedo irse a Canarias» y se matriculó en Ciencias Ambientales en Valencia. «A los tres meses dijo que quería hacer Ciencias del Mar», recuerda su padre. Ese año, aunque sacó «buenas notas», dejó la carrera y se trasladó a Gran Canaria. «Había buscado información y vio que la mejor facultad es la ULPGC», asegura Casanova.

María (Tortosa, 1992) tenía entonces 19 años. José Miguel, «un amigo de toda la vida» de su padre, la esperaba en el aeropuerto para llevarla hasta la residencia de estudiantes. «Ejerció de tío» en las islas, comenta su padre. María se adaptó tanto a la isla que no quiso marcharse.

«Mi hija estuvo muy bien. Tenía muy buena relación con la Facultad de Ciencias del Mar, con su director de tesis, con el que tuvo una suerte extraordinaria: Alonso Hernández Guerra. Personalmente creo que es el director del tesis que cualquier doctorando hubiera querido tener. Te ayuda cuando hace falta y te deja correr libre cuando hace falta. Con el doctor Pedro Vélez, la doctora Lola Hernández, los compañeros del laboratorio, los profesores de Geología y con los que hizo el trabajo de final de grado».

«Pasaron por el tanatorio muchos profesores a los que conocíamos de nombre porque hablábamos con María todos los días. Después de terminar la tesis y seguir unos años en el extranjero en estancias posdoctorales esperaba poder volver a la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC», abunda su padre.

María hizo estancias en otras universidades, e incluso se unió a la ONG Natura 2000, que se dedica a la conservación de la tortuga verde y estuvo en Cabo Verde, ayudando a evitar que destruyan los nidos de tortugas. Su padre recuerda que «al final del confinamiento, cuando empezaron a dejar salir, María iba a las 7.30 a la playa de Las Canteras a bucear y fotografiar peces, gusanos y todo lo que encontraba, y lo colgaba en YouTube explicándolo».

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