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Donantes de vida

La Comunitat alcanza un récord de personas que dan sus órganos | Hay 94 coordinadores de trasplantes en la región y un equipo móvil que se desplaza a cualquier lugar para acelerar la llegada al hospital

JOSÉ MOLINS

Sábado, 15 de junio 2019

Cuando no hay más alternativa y el enfermo está al borde de perder la esperanza, surge el milagro de un trasplante. Un nuevo órgano sano que salva vidas. Gracias a que el número de donantes se está multiplicando en los últimos años, y en los primeros cinco meses de 2019 ha alcanzado un récord en la Comunitat. Un total de 139 valencianos han resultado vitales para salvar a muchas personas más al darles sus órganos vitales. No todos ellos habían muerto, ya que hay trasplantes que se pueden hacer en vida, y que están proliferando mucho con los avances científicos.

Cada individuo que dona sus órganos puede salvar directamente hasta a seis personas, con su corazón, hígado, dos pulmones y dos riñones, mientras que también se aprovechan otras partes como las córneas, que pueden conseguir que un ciego llegue a ver, la médula ósea, válvulas cardíacas o segmentos vasculares, que son muchos de los casos que contribuyen a una notable mejoría de la calidad de vida de un enfermo.

En concreto en este inicio de 2019 en la Comunitat ya son 27 donantes más que el año pasado y 64 más que en 2016. Y eso conlleva también un aumento de los trasplantes, que deja la segunda mejor marca de los últimos años y una progresión que lleva a pensar que se pueden superar los 600 en diciembre, lo que supondría un récord.

Sólo el 9% de las familias valencianas se niegan a que un fallecido se convierta en donante

El coordinador autonómico de trasplantes de la Comunitat, Rafa Zaragoza, asegura que están «muy contentos» con estas cifras. «Las familias en la Comunitat ayudan mucho, el número de negativas es bastante menor que la media nacional», comenta. Cuando fallece una persona y tiene las condiciones adecuadas para donar, los coordinadores preguntan a los familiares si están de acuerdo, «y del número total de entrevistas, sólo el 9% dice que no», apunta Zaragoza. «Es muy poco, aunque podía ser menos, en Alicante no llega al 5%, tenemos un programa muy activo para fomentar la donación, formamos a profesionales para transmitir las necesidades de quien le urge un trasplante, y hay que agradecer la generosidad de las familias, porque el dolor en esos momentos es muy grande, pero lo aparcan y son generosos», explica.

Y a quien le llega ese trasplante recibe la mejor noticia. Lo saben por experiencia propia Jaime Tormo y Antonio José Valls. A ambos les trasplantaron el corazón y su vida por fin es normal. El primero es el presidente de la asociación Avatcor. «No hay un período habitual de espera para lograr un donante. Te incluyen en el sistema 'código cero' según la urgencia que tengas, va por orden de gravedad. Suelen estar entre seis meses y dos años de espera, yo estuve ocho meses. Venía de una insuficiencia y tuve una parada cardiorrespiratoria, hasta que vieron que mi corazón ya no tenía solución», recuerda Tormo.

Pero aquella llamada le cambió la vida. «Estaba degradándome y cuando me trasplantaron, en 24 horas noté que algo latía dentro de mí y a los tres días ya bajaba corriendo las escaleras. De repente noté la vida dentro, que volvía a tener vitalidad, tenía un hambre voraz. Los primeros meses hay que tener en cuenta que no haya rechazo y tener cuidado con las infecciones», expresa.

«Estaba degradándome y a las 24 horas del trasplante noté la vida dentro de mí», recuerda Jaime Tormo

También Valls forma parte de esta asociación, que ayuda dos veces por semana a los que están en pre y post operatorio para ser trasplantados. «Nunca perdí la esperanza pero a veces sí me agobiaba mucho. Ha salido todo bien y puedo hacer casi vida normal. La operación duró siete horas, estuve cinco días en la UCI y he ido evolucionando bien. Me controlo la alimentación, salgo todos los días a andar y me cuido mucho. A partir del primer año es cuando empecé a notar una gran mejoría, que ya puedo subir escaleras», indica.

Una de las claves es que poco a poco la gente se va concienciando de la importancia de ser donante y desaparecen las antiguas creencias. «Se está eliminando el miedo y el tabú sobre este tema, la población contribuye mucho, y cuando se solicita un órgano la familia lo dice incluso antes, la donación espontánea es muy frecuente. Ha cambiado esa mentalidad, la mayoría dice sí a la donación, y las intervenciones quirúrgicas que se hacen son muy delicadas», explica el coordinador.

No todas las personas pueden ser donantes, deben cumplir una serie de condiciones. Que el órgano a trasplantar disponga de unos criterios de calidad y funcionalidad, que no tengan enfermedades transmisibles, tumorales, ni cáncer o infecciones. «En cuanto a la edad casi no afecta, no hay limitación, se han llegado a implantar hígados de personas de 80 años y funcionan muy bien, pero el corazón sí está más limitado de edad, con más de 60 ya no se hacen», asegura Zaragoza.

Antonio José Valls y Jaime Tormo, en la sede de Avatcor. I. Marsilla

Para Tormo, ese 9% de familias que se niegan a la donación es porque «culturalmente aún hay miedo, aunque ninguna de las tres grandes religiones prohibe el trasplante, sino que tiene más que ver con no estar preparado en el momento que se produce la muerte». En España por normativa no se puede saber la procedencia del donante, para conocer quién te ha salvado la vida, como sí ocurre en algún país. «No aporta nada y se pueden crear vínculos viciados», dice Jaime.

Los enfermos suelen esperar entre seis meses y dos años para que haya un órgano compatible

La máxima que manejan en este ámbito es que si no hay donante, no hay trasplante, aunque los médicos siempre intentan otras alternativas y el trasplante es el último recurso, cuando ya no queda otra. «Tenemos más probabilidades de ser receptores que donantes, y no hay tantos órganos como quisiéramos para la población que lo necesita. Cuesta porque cuando uno está sano no piensa que esto existe», apunta Tormo. Una persona debe firmar un acta notarial si quiere ser donante al morir, aunque al final los médicos siempre preguntan a la familia para evitar problemas, y son los que tienen la última palabra.

Una vez el paciente fallece entran en escena los coordinadores de trasplantes hospitalarios, que hay uno como mínimo en cada hospital, y un total de 94 en la Comunitat. «Es una red muy bien formada, organizan la donación y el trasplante de órganos, que se haga rápido, son figuras clave, sin donante no hay trasplante pero sin coordinadores tampoco», indica Zaragoza.

Los de riñones e hígado son los trasplantes mayoritarios porque se pueden hacer en vida, entre familiares y por supuesto sin dinero de por medio. En lo que llevamos de año ya ha habido más de 200 en la Comunitat. Además, en la región se ha implementado la donación en asistolia (en parada cardiorrespiratoria) y este método ya supone el 30% de las donaciones de todos los órganos. Y también se dispone de un equipo móvil (sólo existe en Madrid y Andalucía) que se desplaza a cualquier lugar de la Comunitat para obtener un órgano y mantenerlo bien oxigenado hasta que llega al hospital para hacer el trasplante.

El trabajo de las asociaciones para convencer y visualizar

Ellos han pasado por ahí y les cambió la vida. Los miembros de las asociaciones de donantes fueron trasplantados hace años y ahora tratan de hacer más visible este asunto. Jaime Tormo preside Avatcor, dedicada a los enfermos de corazón. Tienen un piso con habitaciones para que pueda pernoctar gente que está en la fase previa al trasplante o cuando van a ingresar.«Visitamos a la gente en el pre y el post trasplante, tenemos psicólogos, porque hay quien no está preparado. Vamos por colegios, institutos, España es numero uno del mundo en donación y trasplante. Ayudamos a hacerlo visible y que la gente no le tenga tanto respeto», señala.Desde Avatcor trabajan con 6 asociaciones de trasplantados, quieren crear una federación con los trasplantados de riñón, hepáticos, pulmonares, fibrosis quística y leucemia. «Somos consumidores de casi los mismos medicamentos y llevamos una vida muy similar», apunta Tormo, que explica su objetivo: «Queremos devolver a la sociedad el favor que nos ha hecho con su ayuda y transmitir que se haga más normal hablar de donación. El trabajo de la asociación es altruista, queremos llegar al paciente directamente».

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