Los tesoros del bosque

Miles de valencianos se lanzan estos días al bosque en busca de setas ya que la fascinación del hombre por ellas existe desde que se tiene conocimiento. En los asentamientos prehistóricos hay restos identificados y en el antiguo Egipto se les atribuyeron múltiples propiedades. Los egipcios las consideraban un 'alimento de dioses' que aportaba inmortalidad a quienes la consumían y los sibaritas romanos las consideraban un manjar gastronómico sólo apto para los más privilegiados aunque en tiempo de guerra se les daban a las tropas para aumentar su vigor.

La ancestral costumbre se agudiza en otoño en los que grupos de amigos y familiares que se encaminan hacia el bosque motivados por el contacto directo con la naturaleza que tal vez les proporcione estos codiciados tesoros. Aunque si la búsqueda resulta infructuosa siempre pueden consolarse con un copioso almuerzo como rezan las tradiciones

Pepe, Juan, Paco y José María llevan años yendo juntos a buscar rebollones. Este grupo de amigos de Bétera, buscadores aficionados pero expertos por el tiempo, ya tienen sus zonas de recolección que se encuentran a más de cien kilómetros de sus hogares. Una distancia considerable que recorren al menos dos veces al mes durante en temporada para conseguir estos manjares. «Este año está siendo bueno si sabes dónde buscar porque aunque en agosto hizo mucho calor, también llovió», sentencia Pepe. Efectivamente las precipitaciones veraniegas son claves para que los hongos que viven en simbiosis con las raíces de los árboles florezcan en otoño en forma de setas.

En principio cualquier persona puede recoger setas en el bosque pero hay que tener en cuenta que la cantidad a recolectar está limitada. Si coges hasta 6kg de setas y otros hongos (por persona y día) no es necesario solicitar autorización expresa siempre que sea para consumo propio pero si recolectas más se considera que es es para comercializar y en ese caso requiere de permiso.«Otra cosa muy importante para ir a recoger setas es saber orientarse», nos cuenta Pepe. «En el bosque estás mirando el suelo buscando robellones y es fácil despistarse. En muchas zonas no hay cobertura así que si perdemos de vista a alguien le llamamos a voz en grito. Si no, no queda otra que esperarle un rato o bajar al pueblo para avisar a la Guardia Civil».

El incumplimiento de estas normas también está tipificada. La Ley 3/1993, de 9 de diciembre, Forestal de la Comunidad Valenciana recoge en su capítulo III las multas por sanción. Las leves pueden ser de 50€ pero las muy graves pueden costar la nada desdeñable cantidad de 180.303,6 euros cuando implican reincidencia, grado de intencionalidad así como irreversibilidad del daño o deterior producido. «Con 50 euros multaron el otro día a uno que iba con una bolsa de plástico en lugar de una cesta», nos cuenta nuestro grupo de recolectores de Bétera.

Los robellones, setas de cardo, perretxiko y boletus son especies de la Comunitat que se disputan la atención de los buscadores y también de los más exigentes comensales. Es importante conocer bien los ejemplares que recolectamos y ante la duda no cogerlos. Para ello es imprescindible una buena identificación comparando las setas con folletos, con imágenes en internet e incluso en alguna de las apps especializadas en ello. Eso sí, cabe recordar que las zonas boscosas no suelen tener buena cobertura.

Algunas especies de setas son venenosas y pueden causar diferentes síntomas dependiendo del tipo ante el que estemos. Sus toxinas tienen distintos efectos incluso dentro de la misma especie, ya que el potencial de intoxicación puede variar en diferentes momentos de la temporada dependiendo del crecimiento de la seta y según el tipo de cocción al que se someta.

Las muertes por intoxicación en la Comunitat no son frecuentes. De hecho, en la última década sólo ocurrió una relacionada con la ingesta en un reputado restaurante. La mayoría de los casos son tratados como una intoxicación digestiva y ni siquiera se registran en urgencias con una etiqueta especial. Así que no debe convertirse en un motivo disuasorio para acudir al bosque y disfrutar de los magníficos tesoros que nos ofrece.

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