Educación inicia el programa de desayunos gratis en 42 colegios a menos de un mes de elecciones

Casualidad o no, se da visibilidad a este proyecto piloto a poco menos de un mes de que lleguen las elecciones autonómicas, una estrategia que ha ganado protagonismo en las últimas semanas, ya sea con el envío masivo de cartas a la ciudadanía para dar a conocer proyectos realizados y cambios por llegar (caso de la concejala de Valencia Sandra Gómez y de la consellera Aitana Mas), con la presentación de nuevas infraestructuras sanitarias -el nuevo hospital Arnau de Vilanova de Paterna- o con planeamientos urbanísticos con llamativas figuraciones virtuales -el nuevo Grao, ejes verdes o el parque de desembocadura de Valencia ciudad-. En resumen, da la sensación de que se aprovechan los últimos coletazos del mandato, antes de las limitaciones de la campaña, para trasladar la idea de que se han hecho cosas. Y de que se harán más.

Aunque el plan piloto de Educación es nuevo ya se conocían los puntos básicos, pues fue anunciado hace poco menos de un año, después de que la actual consellera accediera al cargo en sustitución de Vicent Marzà. Exactamente el 25 de mayo de 2022, a finales del curso pasado, cuando compareció ante Les Corts para informar de las líneas estratégicas de lo que quedaba de mandato. Entonces se dijo que se pondría en marcha de cara a este ejercicio y que se centraría en escuelas que atienden a una mayor población en situación de desventaja socioeconómica. Finalmente se activa en el tramo final del ejercicio y al calor de la cita electoral. El otro gran anuncio de la intervención de Tamarit, los talleres para prevenir problemas de salud mental, especialmente conductas autolesivas y suicidas, está en funcionamiento desde finales del curso pasado.

La iniciativa experimental tiene dos objetivos básicos: fomentar los hábitos saludables de alimentación entre todo el alumnado, incluyendo actividades formativas para estudiantes, familias y profesorado, y prevenir el absentismo, mejorando la asistencia regular a clase de los alumnos más vulnerables, que podrán disponer de una primera comida de calidad en las aulas sin coste alguno. Incluso puede convertirse en un almuerzo si así lo prefiere el centro, pues la resolución reguladora sólo dice que se debe organizar en la primera mitad de la jornada escolar y tener una duración de al menos 30 minutos.

Los menús se basarán en la dieta mediterránea, con productos de proximidad, ecológicos y de temporada. Se incluirá fruta fresca, pan integral, cereales -preferentemente integrales y sin azúcares y edulcorantes añadidos-, leche y productos derivados -yogur, cuajada o requesón, también sin endulzantes artificiales- y bebidas vegetales. Además se puede recurrir a verduras y hortalizas, queso fresco, huevos, legumbres o pescado en pequeñas cantidades. A la hora de elaborarlos se debe tener en cuenta la comida de después, para que se complementen, hay que moderar el uso de sal y se tiene que utilizar aceite de oliva tanto como complemento como para cocinar los alimentos, si es el caso.

Como mínimo el 15% de los ingredientes procederán de agricultura ecológica (convenientemente acreditada) y la mitad de las frutas, verduras y hortalizas servidas se adquirirán a productores primarios y en canales cortos de comercialización. Lógicamente quedan prohibidos alimentos como bollería industrial -salvo que no tenga azúcares añadidos o edulcorantes artificiales-, caramelos, aperitivos fritos, bebidas refrescantes con un exceso de azúcar (sí se permite la horchata) o aquellas que contengan más de 150 miligramos por litro de cafeína.

Según informa la conselleria a través de un comunicado, los 42 centros se han escogido teniendo en cuenta la situación socioeconómica del alumnado matriculado, su participación en el programa PROA+ (ideado para facilitar la organización de planes de refuerzo para el estudiante que lo precise) y su disponibilidad para ofrecer el servicio.

El listado se compone de cuarenta colegios de Infantil y Primaria (Ceips), una escuela Infantil y un centro rural agrupado. Veinte se sitúan en la provincia de Alicante, siete en la de Castellón y 15 en la de Valencia. Cada uno recibirá entre 7.750 y 15.500 euros en función del número de alumnado y la inversión total de la conselleria se eleva a 348.750 euros.

Todos ellos son de titularidad pública, lo que implica dejar fuera de esta primera fase a la enseñanza concertada, que también tiene centros que cumplirían los requisitos de selección. Según explican fuentes de la Conselleria de Educación, se trata de una cuestión de procedimiento. «Cuando se inicia un programa piloto se aplica en los centros de titularidad pública, y una vez evaluado su correcto funcionamiento ya se puede valorar la inclusión del resto», señalan desde el departamento.

Además, la dotación económica que se hace a los participantes llega como gastos de funcionamiento que se ingresan directamente a los centros sin requerir de más trámites administrativos, mientras que para la enseñanza concertada, al tratarse de entidades privadas, el proceso es más farragoso, pues obliga a elaborar una orden de bases que fije los requisitos y criterios de concesión y posteriormente una convocatoria para que se presenten los interesados, «lo que habría provocado que no hubiera dado tiempo de poner en marcha el programa experimental este mismo curso».

Una vez finalice el curso las escuelas elegidas tienen que elaborar un informe sobre el grado de consecución de los objetivos planteados, entre los que también se incluye la concienciación medioambiental, por ejemplo el desaprovechamiento de los alimentos. «Todos los operadores que gestionan los servicios y el centro educativo deben actuar de manera preventiva para evitarlo«, dice la resolución de la conselleria. Por otro lado, se tendrá que incidir en la necesidad de reducir al máximo la generación de desperdicios. Por ejemplo, se exige un adecuado reciclaje de los elementos utilizados, evitar la utilización de menaje desechable, salvo que el desayuno se organice en instalaciones distintas al comedor escolar, o promover que los productos adquiridos tengan el mínimo embalaje posible, procurando que estos sean reutilizables por parte del proveedor.