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La élite del bou al carrer

La élite del bou al carrer

Los aficionados recorren la Comunitat en busca de los mejores animales de las ganaderías más prestigiosas Peñas y empresarios llegan a pagar decenas de miles de euros por adquirir un toro que encumbre los festejos

Domingo, 24 de febrero 2019, 00:07

No calzan botas de marca ni visten camisetas ajustadas. Tampoco arrastran inmensas masas de seguidores ni firman contratos millonarios. Pese a todo, tienen un público muy fiel que no duda en recorrerse la Comunitat para contemplarlos. En algunos casos, hacerse con sus servicios está al alcance de pocos bolsillos. Son los toros cerriles, los que nunca han pisado la calle, que han vivido tranquilos entre pastos sin saber qué es el asfalto. Y no todos, sólo aquellos procedentes de ganaderías de prestigio.

Las peñas taurinas hacen cada año hercúleos esfuerzos por comprar los mejores ejemplares. Recorren España como si fueran ojeadores de jugadores de fútbol y después deciden los formarán parte del cartel. Pero no todo queda en manos de las comisiones, ya que en muchas ocasiones son los empresarios los que dan un paso al frente y compran un toro para ser exhibido en su pueblo. Ese es el caso de 'Nubarrón', el toro de Partido de la Resina que se exhibirá en Burriana y por el que presumiblemente se pagará no menos de 20.000 euros, el precio más alto jamás pagado por un toro cerril.

El dueño de la empresa vio un vídeo que el mayoral de la ganadería subió a internet y se enamoró de él. Se puso en contacto con el propietario de la ganadería para adquirirlo y, tras un tira y afloja, se acordó el precio final.

Pero la historia de 'Nubarrón' no es la única. Sin ir más lejos, el año pasado Vilafamés vivió una circunstancia similar. Un empresario quería que en su pueblo se exhibiera un 'victorino'. Dicho y hecho. Tras las gestiones pertinentes y el pago de 18.000 euros, el imponente toro recorrió las calles atestadas de aficionados.

La época en la que los empresarios tuvieron un papel muy importante en las fiesta taurina, sobre todo en la provincia de Castellón, coincide plenamente con la buena marcha de la industria azulejera. La economía marchaba muy bien y los dueños de las firmas punteras, aficionados a los bous al carrer, no dudaban en hacer desembolsos importantes para que los mejores ejemplares corrieran por las calles de su pueblo. Corrían los años noventa y ya se llegaban a pagar casi tres millones de pesetas para adquirir un toro que sirviera de reclamo para que el municipio se llenara de personas.

Pero, empresarios a un lado, las peñas taurinas se lanzan también a una frenética carrera para conseguir que las mejores ganaderías formen parte de sus carteles. La Palmosilla, Gerardo Ortega, José Luis Marca, Pablo Romero, Jandilla, Adorfo Martín, Gavira Partido de Resina, Prieto de la Cal, Cebada Gago, Fuente Ymbro, Cuadri, Samuel Flores o Juan Pedro Domecq son sólo una muestra de los hierros que más se disputan las comisiones.

Después se encuentran las prohibitivas como Victorino Martín o Miura, para las cuales hay una larga cola para hacerse con uno de sus toros. «Y eso que los animales se adquieren con algún pequeño defecto, ya que los limpios van directamente a las plazas, pero da igual, se llegan a pagar más de 10.000 euros por hacerse con uno de ellos», explican fuentes del sector.

Doce mil euros por un 'victorino' en Puçol o poco más de ocho mil por un 'pablorromero' en El Puig son algunas de las cantidades que se pagan por unos toros que, tras veinte minutos de exhibición por la tarde y casi una hora de embolada por la noche, acabarán en el matadero para su posterior venta.

Crisis en el sector

La caída del número de corridas en las plazas de toros de toda España ha llevado a las ganaderías a aferrarse a las peñas como una salida a la crisis que están sufriendo, lo que ha redundado en un beneficio mutuo: unos siguen ingresando dinero, mientras que los otros apuntalan sus carteles taurinos.

Los precios que se pagan por cada toro van parejos a muchos factores, entre los que priman la categoría de la ganadería en cuestión y el estado físico del animal. Lo que no varía en todos ellos son los gastos que generan en los cuatro o cinco años que pasan desde su nacimiento hasta que llegan a las calles. «Cada ejemplar tiene un coste que puede ronda los 5.000 euros anuales, entre comida y todos los cuidados veterinarios que precisan, por lo que venderlos por debajo de ese precio supone pérdidas para el ganadero», afirman fuentes del sector.

Los hierros de prestigio y las cantidades desorbitadas que se llegan a pagar se transforman en una expectación instantánea, pero no garantizan que el toro dé el juego que se espera. Se han llegado a comprar toros por 3.500 euros que se han llevado todos los premios y otros que triplicaban su precio que han sido una absoluta decepción. Habrá que seguir de cerca a 'Nubarrón', la expectación ya la tiene.

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