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El antiguo colegio mayor Lluís Vives de Valencia ya brilla. De día y de noche, aunque falten un par de meses para la inauguración. Las ... obras de construcción han terminado, y más allá del aspecto exterior, en el que las modificaciones realizadas vienen obligadas por normativa, destaca el nuevo equipamiento tecnológico con el que cuenta el edificio. Sobre todo en términos de eficiencia energética.
La empresa valenciana Fulton, encargada de los trabajos junto a Barrionuevo, ha detallado este miércoles algunas de las mejoras introducidas. Toda la maquinaria relacionada con los servicios se ha instalado en el sótano ante la imposibilidad de hacerlo en las cubiertas, pues se trata de espacios protegidos e incluso transitables, como es el caso de las de la tercera planta. Además, para evitar vibraciones y posibles molestias, se ha instalado una cobertura acústica sobre los equipos que se han colocado en el patio interior de la planta baja.
El suministro de agua caliente sanitaria se realizará mediante dos equipos de aerotermia, que toman la energía del aire exterior para la producción del calor, y el inmueble dispone de un sistema de gestión centralizado para controlar la climatización, los dispositivos antiincendios y la iluminación, que es una pieza clave del monumento, como se puede apreciar cuando cae la noche.
Así, en la zona exterior se han instalado seis mástiles dotados de cincuenta proyectores, creando un diseño lumínico que permite apreciar las fachadas a la perfección incluso con poca luz. Y para el interior se ha apostado por la tecnología led, que se regula mediante sondas de presencia, lo que contribuirá a reducir los costes energéticos al apagarse la iluminación una vez se abandonen las estancias.
En cuanto al acceso, ya se puede apreciar la rotulación que recuerda la nueva denominación del edificio: Espai Vives. Cabe recordar que ya no funcionará como colegio mayor, actividad que desarrolló entre 1954 y 2012, sino que acogerá los diferentes servicios de la Universitat relacionados con la atención y la orientación del alumnado. Además, llama la atención el suelo de la entrada principal, diseñado, a modo de mosaico, «a base de piedras pequeñas que fueron retiradas, llevadas a una cantera para restaurarlas y vueltas a colocar, una a una, en su lugar actual», explican desde la empresa.
El edificio también cuenta con un depósito enterrado con capacidad para almacenar cinco mil litros de agua de lluvia que se empleará para el riego de los árboles y parterres de la parcela. Las zonas verdes también se han restaurado, y el único cambio reseñable es la retirada de los tres ejemplares de gran porte que se situaban en la entrada, pues las raíces provocaban daños en el muro perimetral y dificultaban el acceso de los servicios de emergencia en caso de necesidad. Como beneficio colateral, la fachada que recae a Blasco Ibáñez gana en luminosidad.
La accesibilidad es otro de los aspectos que se han mejorado. El Lluís Vives dispone ahora de cuatro ascensores (dos nuevos) y un montacargas, así como de varias rampas de acceso metálicas para personas con movilidad reducida. Y en cuanto a la seguridad, se ha instalado un sistema inalámbrico para evitar intrusiones fuera del horario ordinario, así como un circuito cerrado de televisión.
El inmueble original, diseñado por el arquitecto Javier Göerlich y declarado Bien de Relevancia Local, ha conservado todos los elementos arquitectónicos clave. La intervención, siguiendo el proyecto del arquitecto José Mª Tomás Llavador, ha incluido el refuerzo de la estructura del edificio, la réplica de los techos y de las escaleras de mármol y la instalación de una carpintería exterior que imita la original.
Las obras se han prolongado por espacio de tres años, y la previsión de la Universitat es poder inaugurar el edificio a finales de noviembre, siempre en función de las posibilidades de traslado de los servicios afectados.
El coste de la rehabilitación roza los 19 millones de euros, casi seis más que la previsión inicial. La diferencia se explica, por un lado, en los daños detectados en la estructura, más acusados de lo esperado (lo que también influyó en la demora de los plazos de ejecución). Y por el otro, en el alza de los precios de los materiales de la construcción, especialmente los metálicos, que obligó a la Universitat a aprobar una revisión excepcional de la inversión a finales de 2022 que se elevó a 2,3 millones de euros.
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