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Cómo serán las playas valencianas en 2050

Retroceso en la línea de costa. El Instituto Cartográfico estima una subida del nivel del mar de 24 centímetros en la Comunitat debido al cambio climático, que también amenaza con pérdidas millonarias en el turismo

Jueves, 26 de octubre 2023

Primera línea de playa. Te asomas al balcón del apartamento donde te has hecho mayor verano a verano. Cierras los ojos y retrocedes a tu ... niñez durante unos instantes. Las vistas ya no son las mismas. Por muchas circunstancias, pero una de ellas resulta alarmante. El mar, que con su majestuosidad representa un reclamo vacacional y mide la salud del planeta, va subiendo su nivel. Cada vez más. La costa va siendo engullida con el paso de los años debido, especialmente, al cambio climático y a las infraestructuras que impiden la regeneración natural de la arena. Algunos paisajes han cambiado de forma notoria en cuestión de escasas décadas, aunque lo peor está por llegar. El proceso se acelera. Y si la humanidad se resiste a modificar sus hábitos, el horizonte de 2050 puede resultar desolador en algunos litorales. Según las previsiones moderadas de los expertos, la Comunitat Valenciana va a alcanzar el ecuador del siglo XXI viendo cómo desaparecen algunas de sus playas.

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Las proyecciones cautelosas sobre los efectos del cambio climático hablan de un aumento del nivel del mar próximo a los 24 centímetros en la Comunitat hasta 2050. Un incremento que puede contenerse ligeramente o dispararse dependiendo del factor humano. Y hará más mella en unas playas que en otras. Existen zonas de la costa valenciana que, según los escenarios prudentes de calentamiento global, verán cómo sus arenales quedan devorados por el mar.

«Las playas valencianas están sometidas a un montón de agresiones e impactos. Probablemente el más problemático a largo plazo sea la subida del nivel del mar, pero eso se añadiría a una degradación estructural que ya está ocurriendo. Está la retención de sedimentos. Los ríos llevan muchos menos sedimentos al mar. Tenemos unas playas a las que les llegan menos. Y encima los vamos parando con infraestructuras costeras. A esto le tenemos que sumar los impactos del cambio climático en la línea de playa, que son básicamente dos», comenta Andreu Escrivà, ambientólogo y doctor en biodiversidad, antes de concretar: «Primero es la propia subida del nivel del mar. El nivel del mar ya ha subido más de 20 centímetros desde el siglo XX. Es una subida que va a seguir. Y no sólo sube el nivel del mar, sino que vamos a tener fenómenos extremos más frecuentes y más intensos. Vamos a tener más DANAS. Es una amenaza clara. Esto nos obliga sí o sí a reconfigurar nuestra relación con el mar».

Crecen los peligros de inundación. «Hay una cosa que es el período de retorno cuando hablamos de un fenómeno extremo. Podemos hablar de unas lluvias torrenciales con un período de retorno de 10 años. Pero eso no es que vaya a pasar sí o sí cada diez años, sino que históricamente ha pasado cada diez años y podemos esperar que pase en los próximos diez. Esos períodos de retorno están disminuyendo. Lo que antes era extraordinario está empezando a ser ordinario, tanto las temperaturas como los fenómenos extremos. El clima está cambiando. Van a pasar cosas y van a pasar más frecuentemente y más intensas. Tenemos que prepararnos no para el presente, sino para el futuro», avisa Escrivà.

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¿Por qué sube el nivel del mar? «La gente cree que es porque se han fundido los glaciares. Y en parte es así. Pero una gran parte tiene que ver con la expansión térmica. El mar, al estar más caliente, se expande como el mercurio de los termómetros. Los océanos de todo el mundo están recibiendo un calor equivalente a cinco bombas de Hiroshima por segundo», apunta Escrivà.

Los distintos escenarios

El Instituto Cartográfico Valenciano cuenta con un visor que permite analizar sobre el mapa de la Comunitat las diferentes consecuencias del calentamiento global. Para interpretarlo, hay que partir del sexto informe de evaluación del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático). En función de las futuras emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos y del uso del suelo, el IPCC contempla cuatro posibles escenarios, denominados Trayectorias de Concentración Representativas (RCP): RCP 2.6 (mitigación exigente), RCP 4.5 y RCP 6.0 (estabilización intermedia) y RCP 8.5 (emisiones de GEI muy altas).

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En este caso, entre las distintas proyecciones reflejadas por el Visor Cartográfico Valenciano, la escogida para analizar el futuro de la Comunitat es la de RCP 4.5 con un retroceso de la línea de costa de percentil 50. Es decir, un escenario moderado de cara a 2050. La subida del nivel del mar contemplada en este supuesto se basa en un incremento de tres grados en la temperatura media global de la superficie de cara al período 2080-2100.

Dentro de la prudencia, se trata de unas consecuencias considerables. En la Comunitat, el nivel medio del mar aumentaría 24 centímetros en 2050. La elevación sería de 59 centímetros en 2100. Algo que, al margen del daño mediombiental, pasaría factura en el turismo.

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José Serra, catedrático especializado en defensa, protección y regeneración de costas, analiza detenidamente los mapas en su despacho de la Universitat Politècnica de València y desgrana los diferentes factores que pueden provocar graves inundaciones en los próximos años. Con 2050 en el horizonte, numerosas zonas urbanizadas quedarían cubiertas durante horas en caso de que se produzca un evento con período de retorno de 100 años.

«El mar se desborda, como los ríos. Esa zona inundada se produce cuando concurren cuatro cosas: la pleamar viva equinoccial, que es la máxima carrera de marea y se da en primavera y otoño; la marea meteorológica ascendente, que es una subida del nivel del mar sobre todo por efecto del viento; la marea temporal o set-up, que es una elevación del mar porque, cuando rompe la ola, el agua se va acumulando en la orilla y va subiendo… Y si a estos tres efectos le sumamos la elevación del nivel del mar que se produce por el efecto del calentamiento, nos da esa zona inundada. Eso puede durar un día. Dos como mucho», explica José Serra.

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La marea meteorológica ascendente produce un aumento aproximado de un metro por encima del nivel medio del mar. La pleamar viva equinoccial supone una elevación de entre 20 y 30 centímetros, al igual que el set-up. «No me atrevería a decir una probabilidad. La probabilidad de que eso ocurra es baja. Depende de cómo vaya evolucionando el clima», comenta Serra. El catedrático rememora la borrasca Gloria, que azotó a la Comunitat en enero de 2020.

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La amenaza afecta, sobre todo, a los paisajes de San Juan, L'Altet, Els Vivers, Torre de la Sal, Les Deveses, Les Amplàries, Surrach, Meliana… En el ojo del huracán también hay otros puntos como Serradar, Benicàssim, Xilxes, Les Palmeres o Piles. Un destino dantesco que, tal y como advierten los expertos, obliga a prepararse.

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Busca las playas de tu población: 

Hay daños prácticamente irreparables. «Una buena tormenta come una parte de playa que luego es muy difícil recuperar, especialmente teniendo en cuenta que el aporte de sedimentos es deficitario», alerta Escrivà, reacio a centrarse en los plazos más próximos: «Ya hay niños y niñas que van a vivir más allá de 2100. Entonces no tendríamos que quedarnos en cuánto va a subir el nivel del mar en 2100».

El futuro puede llegar a resultar sobrecogedor: «El nivel del mar aumenta cada vez más rápido. Esto puede llevarnos a que a final de siglo tengamos una subida de 50 centímetros, 60, 70 o hasta dos metros. Esperemos no llegar ahí, pero un metro ya es muchísimo. Eso se come playas, dificulta la evacuación del tema de alcantarillado, el tema de cultivos, problemas de circulación y de sistemas públicos… Si no hacemos nada para adaptarnos a la realidad, van a producirse cambios muy visibles en 2050 o incluso antes en nuestra línea de costa».

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El factor humano

La actividad humana tiene una influencia directa en el desarrollo de los acontecimientos. Llegan unos años cruciales, ya que el margen de maniobra se va agotando: «El IPCC nos dice que en función de lo que hagamos ahora y en esta década crítica, vamos a tener una subida del nivel del mar en 2100 u otra. Eso está en nuestras manos».

Eso sí, es imposible dar marcha atrás: «El nivel de agua que ha subido ya no podemos bajarlo. Podemos frenar el cambio climático, no revertirlo. Ralentizándolo vamos a conseguir más tiempo para adaptarnos y transformar nuestro territorio para poder vivir en esta nueva realidad. Las estrategias de reducción de emisiones están muy claras, pero el gran problema es que no se están implementando. Tenemos claro cómo hay que descarbonizar la producción de energía, cómo hay que cambiar el sistema alimentario, cómo hay que cambiar el sistema de producción y consumo... Hace falta un esfuerzo conjugado de gobiernos, empresas y ciudadanía».

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El 4 de noviembre de 2016 entró en vigor el Acuerdo de París. Este tratado internacional sobre el cambio climático marca el objetivo de mantener el incremento de la temperatura media global por debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales (entre 1850 y 1900). «Luego tenemos una horquilla de los compromisos climáticos, lo que los países han dicho que van a hacer. Si los países hicieran todo lo que han dicho que van a hacer, tendríamos un calentamiento de entre 2,7 y 3 grados a final de siglo. Esto es demasiado, es un exceso. Si los países además se desvinculan de la lucha climática, vamos a tener un calentamiento que podría superar los tres grados. Mientras estemos por debajo de dos grados, tenemos muchas posibilidades de controlar esos impactos», añade Escrivà. La humanidad conserva una llave.

A la hora de analizar los riesgos sobre el sistema socioeconómico que tendría un fenómeno extremo, se contempla campos como el patrimonio cultural, las infraestructuras críticas, la agricultura, la industria y la vivienda. Pérdidas millonarias en numerosos municipios, tal y como apunta el estudio preliminar que recoge el Visor Cartográfico de la Generalitat Valenciana.

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José Serra propone medidas: «Hay dos cosas que se pueden hacer. Una es fácil, que es recuperar los cordones dunares. Si todo eso se va a inundar, tengo que construir un cordón dunar que esté por encima de esa elevación. Consiste en echar arena. Así tengo esa defensa. También se puede hacer más altos los paseos marítimos para evitar esa inundación de la zona litoral. Habría que estudiar caso a caso en la Comunitat, pero empezar ya». Al mismo tiempo, lanza un planteamiento para contrarrestar la erosión y lo define como «darle de comer al monstruo». Se trata de una tarea ardua: «Si voy a perder tantos metros de playa, voy a echar arena para compensar esa pérdida». Pero advierte: «No hay suficiente arena en los bancos para alimentar esas playas».

El ejemplo de El Saler

El cambio climático no se presenta como el único factor implicado en la regresión de la línea de costa. «El mar Mediterráneo tiene unas características especiales al estar más confinado. Aquí en España, el grano de arena viene de los ríos. A partir de los años 50 empezaron a construirse presas de forma masiva en todos nuestros ríos y eso empezó a mermar la cantidad de arena que llegaba a las playas. Supuso una reducción drástica de arena. El Saler, por ejemplo, está afectada por no tener aporte de sedimento y por el Puerto de Valencia. Las obras provocadas por el ser humano han introducido cambios en el régimen natural y han provocado desequilibrios. Se están vaciando playas porque no les llega arena donde antes les llegaba por tener una barrera o porque se ha construido un embalse que impide nuevos aportes de arena», explica Javier Estevan, jefe de Demarcación de Costas en Valencia, órgano integrado en el Ministerio para la Transición Ecológica. Considera que, en la provincia de Valencia, las principales barreras son «el Puerto de Valencia, el Puerto de Sagunto, el encauzamiento de la desembocadura del río Júcar y el Puerto de Gandía».

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La previsión es que la intervención en El Saler esté finalizada el 25 de diciembre. En total, se va a verter tres millones de metros cúbicos de arena para regenerar siete kilómetros de playa. Desde el último espigón de Pinedo hasta la gola de Puchol. El proyecto también incluye la regeneración dunar. Diseñan las obras estimando una vida útil en la que puedan resistir la subida del nivel del mar prevista por el cambio climático.

Daños del temporal en la playa de la Goleta de Tavernes de la Valldigna. R. E. LP

«No llega sedimento por el transporte longitudinal, que en las costas valencianas principalmente va hacia el sur. Nuestras actuaciones son reponer arena para volver a una situación inicial. En El Saler vamos a volver a una situación de la década de los 70 aproximadamente», apunta Eugenio Jiménez, jefe de servicio de proyectos y obras dentro de la Demarcación de Costas en Valencia. Desgrana la técnica empleada: «Buscamos antiguos bancos de arena submarinos. El futuro más próximo de nuestras obras es regeneración con draga. Lo que no te hacen los ríos, lo vamos a hacer de manera artificial».

Sin embargo, esta fórmula no es un pozo sin fondo. «Estamos en un escenario en que aportes naturales de arena no va a haber. Sólo va a haber aportes artificiales. Pero estos aportes artificiales son finitos. No podemos estar todo el rato con la draga porque los bancos submarinos son limitados», alerta Eugenio Jiménez.

José Serra pone encima de la mesa una alternativa sobre la que se está llevando a cabo un proyecto piloto en Tarragona: «En un embalse tienes la presa y almacena agua, pero también almacena los sedimentos que arrastra el río. Mucha de la arena que no está en la playa está en los embalses. Lo que hay que hacer es sacar lo que ahí se ha depositado y devolverlo al cauce para que el río lo traiga de nuevo a la desembocadura y lo deje en la playa». Un sistema que también tienen en cuenta los responsables de Demarcación de Costas.

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El reto de liberar la primera línea

En cualquier caso, Eugenio Jiménez reclama medidas a largo plazo: «De cara a cien años, desde mi punto de vista, habría que pensar soluciones. Nos han cambiado las condiciones de contorno totalmente. Cabría pensar en una liberalización de la primera franja. Es decir, en la primera línea de playa, en la medida de lo posible, retirar infraestructuras, carreteras y viviendas muy deterioradas. Se podría retirar esta primera línea para ir acomodándonos a este nuevo escenario. El retroceso de nuestra costa es patente y se va a hacer patente en un futuro».

En la misma sintonía se pronuncia Andreu Escrivà: «Tenemos un país costero, que es una maravilla, pero habrá zonas en que habrá que pensar muy seriamente si queremos estar año tras año gastándonos un dineral del erario público reconstruyendo paseos y casas y dando ayudas y subvenciones. Hay que adaptarse. Hay gente que aboga por infraestructuras, diques, contenciones... Mi visión es que lo que tenemos que hacer es retirarnos, dar dos pasos hacia atrás y darle espacio a ese lugar de encuentro entre la tierra y el mar, renaturalizar y tratar de reconfigurar nuestra relación con el mar». El ambientólogo asume la dificultad de esta transformación, aunque lo considera necesario: «Hay cuestiones de apartamentos y de turismo que vive del mar. Pero hay que asumir que esto va a cambiar sí o sí. La inmensa suerte que tenemos es que tenemos el conocimiento. Tenemos una capacidad predictiva muy alta ahora mismo. No estoy diciendo que derribemos toda la línea de costa, pero va a haber primeras líneas que van a tener muchos problemas para subsistir más allá de 2030 o 2040 y va a haber primeras líneas que se van a poder adaptar». Además, subraya la exposición a los riesgos que caracteriza a la Comunitat: «Aquí en el Mediterráneo nos va a afectar y mucho. Sobre todo porque tenemos gran parte de nuestra agricultura y nuestra población pegada a la costa».

Fuentes

Información elaborada a partir del Visor Cartográfico de la Generalitat Valenciana. Confeccionado en 2021, se basa en los datos proporcionados por la antigua dirección general de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica. Los datos de daño por turismo contemplan el peor escenario posible hasta 2050. También se ha consultado a Demarcación de Costas en Valencia (órgano integrado en el Ministerio para la Transición Ecológica), al catedrático José Serra y al ambientólogo Andreu Escrivà.

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